―Señorita, tiene una orden de arresto por secuestro ―anunció uno de los oficiales mientras se acercaba a mi Lisa con unas esposas.
―¡No! ―me puse de pie y corrí hasta ella― Yo quise venir con ella, no hizo nada malo.
―¡Cállate! ―ordenó mi padre.
―¿Entienden por qué me la llevé? ―preguntó con una escalofriante calma― La trata con la punta del pie.
―Tendrán que acompañarnos, por favor.
―De acuerdo. Voy en mi auto, con ella.
―De ninguna manera, mi hija se va conmigo.
―¿Para que la golpees o le digas de cosas? Ni en tus putos sueños.
―Señores ―interrumpió el oficial―, las señoritas se van en su auto junto con mi compañero y yo me voy con usted ―se dirigía a mi padre. No dijo más y salió marchando del lugar.
―Ponte algo que te tape más, cariño, yo me quedo aquí con ellos ―asentí, tomé algo de ropa y me metí al baño. Alcancé a verla hablando con el oficial que se iría con nosotras.
Tardé un poco más de lo debido porque quería calmarme y contener el llanto. Debía estar tranquila para que las cosas se dieran a favor mío y de mi profesora. Confiaba en ella, pero sabía que mi padre estaba un poco desquiciado y eso era lo que me aterraba. Salí justo cuando la pelirroja se acercaba al baño.
―¿Qué pasa? ―pregunté.
―Tardaste, estaba preocupada ―me tomó de la mano, tomó su bolso y me llevó junto con el oficial―. Estamos listas.
―Adelante, señoritas ―el hombre caballerosamente nos dejó pasar. Lisa me abrazó y yo llevé mi mano a su cintura.
―Vamos a estar bien, lo prometo ―entramos los tres al elevador y ahí pidió permiso para hacer una llamada telefónica. Simplemente dio nuestra locación y que estaría en la estación de policías, la mujer no podía ser más misteriosa.
Al llegar a la estación me encontré con mi madre que lloraba desconsoladamente, al verme hizo el intento de caminar hacia mí, pero me escondí detrás de mi profesora que era más un escudo humano. Esto no pasó desapercibido para el oficial que nos acompañaba. No quería que me tocara, ni tenerla cerca de mí. La pelirroja pidió que me mantuvieran lejos de ellos mientras esto duraba, papá lanzaba maldiciones y en parte lo agradecía porque eran más puntos para nosotras.
Una oficial platicaba conmigo y me hacía preguntas acerca de mi relación con la pelirroja. Sin los detalles íntimos, obviamente, le describí cómo nos conocimos, las actividades que compartíamos y cómo me rescató del horrible lugar a donde mis padres me enviaron. Teníamos un buen rato charlando, me ofreció agua y café, la mujer era muy agradable e incluso me pidió permiso para tomar algunas notas a lo cual accedí sin ningún problema.
Después de mucho tiempo la mujer comenzó a interrogarme sobre el episodio con mis padres y la iglesia; en eso vi a un hombre alto, con un elegante traje entrar al lugar. Todas las miradas se posaron en él, cuando Lisa lo vio sonrió ampliamente. Con voz firme se presentó como el abogado de la pelirroja y que estaba ahí para resolver el malentendido.
A pesar de que quería quedarme y escuchar todo lo que tenía para decir, la oficial continuó con el interrogatorio. Me enfoqué a lo que estaba y deje que su abogado hiciera su trabajo. Lo que pasó conmigo en los días de la limpia lo dije con lujo de detalles, dije absolutamente todo de lo que me acordaba. Los malos tratos de papá, la forma en cómo se dirigía a mí, lo que mamá hizo o no hizo, lo que mi hermano intentó hacer y lo que esas personas me hicieron. Las veces que me dejaron sin comer como parte de la limpia; todo. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas al recordar eso; cometí el error de ver hacia donde estaba Lisa; me veía fijamente con una dura expresión en el rostro. Sabía el porqué de mi llanto.

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Mi profe de piano
Historia CortaUna chica en busca de clases de piano que encontrará más que música; a una enigmática mujer que pondrá de cabeza todo su mundo. Una mujer escapando de su pasado y de todas las cosas que ha tenido que pasar y hacer, se encontrara que la inocencia y e...