La mano del Capitán

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SHIKURO: UN CUENTO DE HADAS EN EL CARIBE

Por Inuma Asahi De

Traducido por Inuhanya

Disclaimer: La escritora no posee ninguno de los personajes creados por Rumiko Takahashi pero todos los demás desean que sí. Todos los personajes originales o conceptos son de la autora Inuma Asahi De (a excepción de las figuras históricas).

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Capítulo Cuatro:

La mano del Capitán

Miroku estaba sentado en el camarote del Intendente revisando las finanzas del barco mientras Sango escogía unas enaguas y vestido para el día siguiente. A diferencia de las mayoría de las mujeres, tenía dos vestidos y tres enaguas todo obra de Miroku por supuesto. Cada vez que asaltaban un barco que tenía una mujer a bordo, Miroku se aseguraba de llevarle algo, así fuera un sombrero, guantes, perfume, maquillaje, vestidos, enaguas, joyas, o zapatos, Sango siempre recibía algo como una manera de mantener su disminuida feminidad. En el momento, estaba debatiendo entre el hermoso vestido rojo que había usado el día anterior y un delicado vestido amarillo con el que estaba muy encantada, Miroku lo había conseguido para ella meses atrás.

Miroku desvió su mirada de los libros que estaba revisando para observarla por un momento, una sonrisa se formaba en su rostro al ver la felicidad que destellaba de sus ojos mientras tomaba uno de los vestidos y lo sostenía contra ella mirándose en un pequeño espejo que había comprado con sus propias cuotas. Tomó el vestido amarillo ligeramente en el dobladillo con una mano mientras la otra lo sostenía contra su cuerpo. Con cautela, movió la parte baja del vestido de un lado a otro en un movimiento ondulante como si intentara percibir la sensación de cómo se vería el vestido bailando. Frunciendo, depositó el vestido amarillo sobre la cama y tomó el rojo antes de girar hacia el espejo y colocar el rojo contra su pecho. Después de varios segundos de mirarse en el espejo suspiró y se giró de nuevo, la acción hizo sonreír a Miroku.

En todo el tiempo que había conocido a Sango nunca la había visto actuar como una mujer, eligiendo en lugar de cubrir sus femeninas curvas y características con ropa de hombre. Había sido así desde que subió a bordo tímida y reservada tratando de desaparecer del mundo pero ahora, "Kagome está sacándola de su coraza." Sonrió y se recostó en su silla observando la olvidada parte de Sango que era la niña girando y bailando ante él. "Supongo que ha estado con nosotros por tanto tiempo que olvidó lo que era estar con otras mujeres." Rió lo rápido suficiente para que no pudiera escucharlo. "Me alegra que esté disfrutándose aun cuando extraño su lado masculino." Bajando el libro completamente, Miroku depositó la pluma con la que había estado escribiendo en la caja dejándola olvidada por ahora. "Cuál vas a usar?" Le preguntó recostándose en su silla sobre dos de sus patas mientras la miraba curioso.

"No estoy segura." Murmuró ella mientras se ponía un sombrero rojo en su cabeza y sostenía el vestido rojo antes de sacarle la lengua con disgusto. Mirando el pequeño baúl que había abierto lleno de sombreros metió el rojo antes de alcanzar y agarrar uno púrpura. Lo puso en su cabeza y se giró hacia el espejo, su cara se arrugó con disgusto de nuevo antes de soltar el vestido rojo y alcanzar el amarillo. Sosteniendo el amarillo en su cuerpo con el sombrero púrpura, suspiró, girándose a un lado y otro antes de desplomarse. "El rojo es mi favorito pero el amarillo se ve muy bien en mí pero no puedo encontrar un sombrero apropiado para el rojo." Depositando el sombrero púrpura en el baúl alcanzó el vestido rojo y lo sostuvo en su lado izquierdo mientras mantenía el amarillo en su lado derecho. Resoplando, se giró del espejo hacia Miroku, "Cuál se ve mejor para ti, rojo o amarillo?"

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