Su Uso

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SHIKURO: UN CUENTO DE HADAS EN EL CARIBE

Por Inuma Asahi De

Traducido por Inuhanya

Disclaimer: La escritora no es dueña de ninguno de los personajes creados por Rumiko Takahashi pero todos los demás desearían que sí. Todos los personajes originales o conceptos son de la autora Inuma Asahi De (a excepción de las figuras históricas).

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Capítulo Cuarenta y Cuatro:

Su uso

"Despierta perra! Dije, despierta!" Gritó Naraku prácticamente mientras levantaba bruscamente a la desprevenida y medio dormida mujer.

La hechicera del viento gimió por la acción, "Owe—ano." Gruñó ella, su voz salió en un débil chillido al principio, mientras sus brillantes y peligrosos ojos rojos se abrían parcialmente en un intento por averiguar qué la estaba despertando con tanta rudeza. "Qué—," susurró mientras miraba las manos de Naraku que todavía tiraban de la camisa blanca de algodón de Hiten, sacudiéndola ligeramente. "Kus—." Comenzó a maldecir pero se detuvo cuando sus ojos finalmente entraron en contacto con el hombre frente a ella. Se calló, su expresión tensa—y extrañamente informada. "Suél-tame!" Su voz se volvió sarcástica mientras zafaba bruscamente la mano de Naraku de la blusa prestada, la acción hizo que cayera de nuevo en la cama cuando su mano la soltó.

Naraku le mostró sus dientes ante el empujón pero no se movió para alcanzarla de inmediato mientras sus oscuros ojos destellaban amenazadores en la tenue luz de las velas. "Esas son mis palabras." Le dijo sin rodeos, su voz apenas un siseo golpeando sus oídos mientras daba un paso lento hacia ella, su rostro sombrío era una imagen que quedaría grabada para siempre en el fondo de su cerebro. "Quién eres tú?" Espetó él, sus ojos continuaban ardiendo, el fuego opaco dentro de sus profundidades empujaba, buscando.

La demonio se lamió los labios en respuesta mientras yacía vulnerable en la cama donde había caído, inclinada hacia atrás, sosteniéndose por los codos, con las piernas desnudas expuestas pero no por falta de cobertor sino porque su falda interior estaba empapada y el material se le pegaba, traslúcido a la pálida luz. Se levantó, sus ojos nunca dejaron a Naraku mientras lo estudiaba oscuramente, girando su cuerpo y colocando sus rodillas hasta que estuvo sentada sobre ellas de una manera mucho más digna, lo que la dejó extrañamente arrodillada como estaba ante Naraku quien permanecía a solo un pie o dos de ella al lado de la cama.

"Respóndeme." Le ordenó Naraku de nuevo, esta vez su voz bajó—cayendo una octava completa, haciéndolo aún más aterrador y peligroso de escuchar.

La mujer demonio pareció salir de un trance ante sus palabras mientras le sonreía con pesar, la sonrisa en sus labios se hizo aún más notable por su labial rojo sangre. "Esa no es manera de hablarle a una dama." Su voz salió, sedosa, suave, sexy; el sonido envió un escalofrío por la columna vertebral del cercano Hiten.

Naraku solo resopló, inafectado mientras echaba hacia atrás su cabeza riendo. "No veo a una dama." Le dijo sin perder el ritmo mientras rotaba los hombros hacia atrás y le dedicaba una sonrisa burlona. "Veo a una mujerzuela que está en mi barco," la sonrisa cayó, se inclinó, suspendido sobre ella, intimidante. "Sin explicación." Levantó sus cejas sugerentes. "Tal vez eso debería—enmendarse de alguna manera?"

Kagura levantó sus propias cejas imitándolo en respuesta, sus oscuros ojos rubí se abrieron naturalmente por la acción pero no por el miedo, parecía ser más por curiosidad que por otra cosa. "No tengo explicación." Respondió ella a su pregunta, aparentemente decidiendo que era mejor dejar solo el otro comentario. "Y no sé por qué estoy en este barco-" Continuó sin rodeos antes de mirar de soslayo, al otro hombre, a Hiten, brevemente como si acabara de darse cuenta de que había alguien más en la habitación, antes de volver a mirar a Naraku.

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