9. TH

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Después de haber finalizado las actividades en el trabajo, Tae Hyung se tomó la libertad de disfrutar sentir la brisa de la lluvia al impactar en su rostro, y parte de su suéter aferrándose a la idea de posiblemente no enfermar al recorrer las calles de la ciudad, estando empapado de la fuerte lluvia que en ningún momento se había detenido.

Estando solo a una cuadra de su edificio, corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron hasta llegar a la puerta de su departamento queriendo abandonar o siquiera olvidarse de aquella sensación de perdida que había desarrollado desde su soledad, que encontró estando en aquella casa, por lo que se apresuro a terminar lo mas pronto posible.

Absorto en los murmullos de los vecinos que estaban al final del pasillo, se acercó solo para cerciorarse de cualquier informe que quisiera brindar el dueño del edificio, él señor Shultz, olvidando por completo el deseo de querer tomar una ducha caliente y finalmente irse a dormir.

En cambio a la hora de llegar un par de mujeres se acercaron a él, evitando toparse con  lo que parecía ser una mujer de 40 años hablando con una pareja, justamente en el departamento del hombre mayor.

¿Esperaban al señor Shultz?

— Disculpe, ¿Hay alguna reunión improvisada? — Tae Hyung, pregunto intentado obtener información perdida.
— ¡Oh muchachito! — Susurró la misma mujer que se había impuesto en su camino. Apenada por ser ella quien decida darle la noticia,  tomo de sus hombros del pelirrojo, viendo a su compañera asentir.  — ¡Nos van a sacar a todos! — Con los ojos llorosos exclamó al chico que no parecía estar entendiendo, absolutamente.
— ¿Perdón?
— El señor Shultz, ha muerto hoy por la tarde. — Aquella información cayó como cualquier golpe secó, en el corazón. Las primeras lágrimas se hicieron presente, arrugando el corazón de Tae Hyung. El anciano Shultz, como le decía mayormente Tae Hyung era un hombre de 84 años dueño del edificio, quién le quería y le trataba como a un nieto debido a que sus hijos siempre le ignoraron con el paso de los años. Él siempre dijo que las personas deben amar y dar sin recibír a cambio Tae Hyung como todo discípulo oyente siempre le escuchaba atentó para después realizar su enseñanza; desde el principio de su llegada hasta sus últimos reencuentros.

Fue una persona muy especial para él, como para saber que de repente la muerte le había hecho una visita. Tae Hyung se permitió llorar en silencio, por la repentina confesión que la mujer le había hecho, lloró porque ese hombre quien le dio su apoyo desde  su llegada a la ciudad, brindándole alimentó e incluso un departamento gratis hasta, que Tae Hyung comenzó a trabajar fue como pudo lograr pagarle una renta como el resto.

Era increíble no querer creer que él tiempo había pasado y el señor pudo haber caminado a lado de su amada viejita a la que tanto echaba de menos desde su partida a los cielos donde su alma sería reencarnado en años, días o incluso horas inconclusas.

— ¡Señores, me presentó soy la hija mayor del señor  Shultz! —Hizo una reverencia, interrumpiendo la conmoción de todos. — Como primera noticia, nuestra familia está desbaratada por la muerte de mi padre a quien amábamos desde el fondo de nuestros corazones. — Se lamentó haciendo su típico gesto de hipocresía que hizo temblar de rabia a Tae Hyung. — Las cosas pasan por algo... —Suspiro pesado. — Por último este edificio ha sido vendido, por lo que él próximo dueño me ha notificado que deben alojar los departamentos con un lapso de 24 horas.  — Exclamó sonriente viendo brillar una cantidad de dinero en un futuro próximo. — ¡Gracias por su atención, pasen buenas noches! — La mujer a punto de irse fue interrumpida por Tae Hyung.
— ¡Esperé por favor! — Ella le miró a los ojos esperando a que hablará.— ¿D-donde será sepultado el señor Shultz?              — ¡Oh, es eso! —Suspiró.
— Estará sepultado en Gran Bretaña junto a mi madre, justamente hoy le están trasladando para allá. Así que deja de quitarme el tiempo, y ocúpate en tus asuntos. 

EL SILENCIO EN COLORES ||  KTH ♡ KSJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora