Prólogo

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29 de abril, 2018

¿Qué tan extraño sea que nuestras vidas cambien repentinamente por acciones de aquellas personas que se suponen deben protegernos de las cosas malas?

Jeon Wonwoo

- ¿Listo? – asentí mirando fijamente la carretera sin pensar en nada más que no fuera la locura que estaba a punto de cometer – Esto no será algo fácil.

Volví a asentir mirando hacia el frente y él aceleró el vehículo, tratando de llegar más rápido a nuestro destino. Mis nervios estaban realmente a flor de piel mientras nos movíamos a Ciudad del Rosario con la oscuridad de la noche envolviéndonos poco a poco, y para cuando estacionamos en el punto de encuentro, la noche finalmente había caído. Ajusté mis gafas tratando de ver algo más a nuestro alrededor, pero solo estaba el almacén dónde estaban esperándome.

- No tienes que hacer esto, hyung – sujetó mi mano intentando hacerme cambiar de opinión, sabiendo que eso era prácticamente imposible – Podemos encontrar una manera sin que…

- Jihoon – deslicé mi mano de su agarre y le di un abrazo, tratando de darle la seguridad que yo no tenía – No hay otra manera de hacer esto. Sabes que te amo con todo mi corazón; no importa lo que me pase, siempre serás mi hermano.

Besé su frente y salí del auto caminando sin dudar hacia la dichosa puerta. Hacía esto por la familia que tanto amaba, por él incluso y por evitar que lastimaran a otros inocentes. Sentí que el auto de Jihoon salió disparado, y yo me detuve frente a la puerta del almacén buscando un interruptor o algo que presionar, hasta que vi la pequeña cámara parpadeando en rojo. Alcé la mano enseñando el anillo familiar Jeon, saltando hacia atrás cuando el sonido de la puerta abriéndose me sobresaltó. No lo dudé y me adentré dentro del oscuro lugar divisando gracias a la luz que se escapaba de una puerta, que eran seis siluetas bastante altas y vestidos de negro.

Sin embargo, sentí el miedo real cuando enfoqué la vista y aquellos ojos azules me devolvían la mirada fijamente. Tragué saliva sin darme cuenta de la presencia detrás de mí, hasta que me golpeó en la nuca y todo se volvió negro.












Abrí los ojos lentamente con la cabeza palpitante. La luz de la habitación era bastante tenue, y el lugar donde me habían acostado era sumamente cómodo. Giré lentamente la cabeza sintiendo la garganta rasposa, preguntándome donde estábamos y cuánto tiempo habré estado inconsciente.

- Veo que ya despertaste – me tensé inmediatamente al escucharlo en la habitación, sabiendo que esa voz pertenecía a mi nuevo “dueño”, y la persona que había influido en mi cambio de vida tan repentino.

Kim Mingyu parecía a simples vistas un simple empresario, pero en realidad era el jefe de una de las familias poderosas en Corea que tenían negocios ilícitos, al punto de ser considerados mafia. Con 27 años, decidía quien moría o quien vivía como si fuera Dios sobre la Tierra; y todo se volvía peor si tenías una deuda familiar….

Nadie en su sano juicio jodía con su gente.

- Levántate – ordenó suavemente pero firme, así que sin más remedio comencé a incorporarme lentamente sintiendo el calambre en mis pies. Encontré su mirada azul radiante mientras él bebía whisky con una rodaja de limón - ¿Cómo te sientes?

- Un poco mareado – contesté apartando un poco la mirada - ¿Adónde vamos?

Arqueó una ceja mientras sonreía depredadoramente hacía mí – Volamos a Japón – tomó un sorbo más de su bebida y se levantó con claras intenciones de acercarse a mí – Debemos buscar un cargamento.

- ¿Tengo permitido hacer preguntas?

- Que preguntes no significa que vaya a responderte – tomó asiento en mi cama sin despegar su mirada de la mía. Bajo aquella luz tenue, Mingyu parecía un caballero oscuro repleto de sensualidad, pero con un aura peligrosa que instaba a caer dentro de sus garras sin ser conscientes de lo peligroso que podía llegar a ser.  Sus facciones parecían dibujadas a lápiz, tenía una pequeña cicatriz que empezaba en el parpado bajo y terminaba en su mejilla eso sin contar su mirada penetrante y brillante que estaba comenzando a afectarme.

Sin previo aviso, agarro la parte posterior de mi cuello y chocó nuestras bocas en un beso profundo e increíblemente caliente, mordió mi labio inferior obligándome a abrir mis labios para él y rendirme ante su dominio. Su lengua rozó la mía por pocos minutos y me consumió como fuego recorriendo mis venas, reclamando y poseyendo sin dar cabida a protestas. Se alejó cuando estuvo satisfecho y apoyó su frente en la mía mientras nuestro aliento se entre mezclaban buscando aire.

- Las deudas se pagan caro, Wonwoo – suspiró sobre mis labios antes de levantarse de la cama – Cámbiate de ropa, casi es hora de cenar – dijo recogiendo el vaso donde había bebido y salió por la puerta dejándome confundido, jadeante y con un sentimiento contradictorio.

Me levanté de la cama y caminé hasta un a puerta que supuse era el baño, y encontré mi mochila encima del lavadero. Mi aspecto en el espejo fue como un puñetazo; me veía horrible, aunque tenía los labios hinchados y los ojos húmedos. Debía acostumbrarme a esto que había sido obligado a elegir. Las lágrimas se hicieron presentes cuando me di cuenta de que todo por lo que una vez luché debía ser dejado atrás como un recuerdo feliz. Ya no sería más el joven maestro inocente e infantil que mi familia adoraba; tendría que enfrentar todo esto como la persona fuerte que había sido siempre y con la cabeza fría.

Quité mi ropa llena de polvo y pasé una toalla húmeda por mi rostro quitando la suciedad y las últimas lágrimas que podía derramar. Busqué la muda de ropa que había elegido para este viaje y miré la foto de mi familia que había escondido entre la ropa. Era increíble como las decisiones de una persona que debía protegerte a toda costa, terminaba dañándote de la peor manera y obligándote a hacer un sacrificio para proteger a aquellos que amas de verdad.

Negué alejando esos pensamientos y me vestí de una manera. Tenía algo de hambre y no quería descubrir a un Mingyu enojado al otro lado de la puerta para cuando llegara. Arregle mi cabello como pude y me coloque las gafas una vez más, viéndome lo suficiente decente como para ir a comer. Vi unas pequeñas pantuflas al lado de la cama y de las puse tomando una respiración profunda antes de tomar el pomo de la puerta y girarlo.

Estaba listo para enfrentar lo que el destino me tuviera preparado.




















Publicado: año 2019
Editado: 15 de diciembre de 2021
Finalizada: 29 de marzo de 2022

Closer (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora