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Capítulo 22: Un doloroso secreto


El pasado tiene la capacidad de transformar tu vida al igual que los secretos. Pero cuando se juntan ambos puedes estar segura de que ya nada será igual. Y Kim Hayoung era testigo de eso.

Su vida fue marcada por el dolor y la pérdida de su niña y su amado esposo, y nunca pudo recuperarse de ello. Intentó ser fuerte a su manera y no dejar caer a sus hijos, trato de no hundirse en las lágrimas que soltaba cada noche después de que acomodaba a sus hijos en la cama, pero fue en vano. Le dolía no poder ser testigo de los cumpleaños de su hija, no ver su hermosa sonrisa cuando se enamorara y se casara, no conocer a sus nietos porque su luz de vida fue apagada por el odio de alguien más. Y su esposo no vería crecer a sus dos príncipes, ni estaría cuando Mingyu ganara los partidos de futbol o Yuvin tocara el piano por primera vez. No estaría abrazándolos cuando las noches de tormentas los asustaran o enfermaran.

Solo estaba ella tratando de ser el pilar de sus hijos y esconder su dolor lo mejor posible.

Aquella mujer que fue la más segura y feliz del planeta terminó siendo solo una viuda destrozada. Educó a dos jóvenes brillantes, cada uno con personalidad distinta que no importaba lo que hiciera la llenaba de orgullo. Quiso que sus hijos estuvieran alejados de la vida y los negocios turbios que su padre manejaba fuera de la fortuna familiar y lo logró con Yuvin, pero, Mingyu era algo totalmente diferente.

Mingyu creció alimentando el odio y las ganas de vengarse de las personas malas que le causaron dolor a su familia. Con solo 17 añitos, Hayoung observó cómo su hijo planeaba detalladamente la caía da de los Jeon. Mingyu sabía disparar más de 7 tipos de armas, más de 7 técnicas de tortura y asesinato y ella no pudo detenerlo a tiempo. Cuando quiso tomar acciones era demasiado tarde.

Mingyu hundió la empresa de Yunho con ayuda de sus socios comerciales. Cuando se enteró del vicio de juego del hombre, hizo que perdiera cada partida de póquer hasta que la deuda era más grande que él y, por último, lo asesinó a sangre fría sin remordimientos justo como Yunho había hecho con su padre. Pero Hayoung nunca pensó que su hijo también mataría a uno de los hijos del hombre por su niña y menos que este fuera precisamente, su primer amor infantil.

Pero Mingyu conservaba aún ese amor por él pequeño Jeon, que lo envolvió en su dedo meñique desde que se conocieron cuando era niños. Aunque Mingyu lo negara, sus ojos resplandecían cuando hablaba de Wonwoo o cuando lo miraba de lejos. su hijo estaba enamorado del chico y rezaba cada noche para que no hiciera nada de lo que pudiera arrepentirse después.

La noche que lo presentó como su pareja, Hayoung agradeció al cielo por ello. Su hijo ya tenía una familia, pero ahora tenía un amor puro a su lado. Alguien que lo sostendría todo el tiempo, que secaría sus lágrimas, le daría sonrisas y le enseñaría todas las formas de amor que se existían. Pero para ser feliz y terminar de una vez por todas con esa venganza, era su turno de destapar la historia y develar aquella parte faltante tan desagradable que le había tocado vivir.

Aquel mediodía se vistió de azul turquesa, su color favorito. Un vestido largo hasta las rodillas de verano, con los pendientes en forma de corazón que fue su regalo de bodas y sus zapatos de tacón alto. Recogió su cabello en una adorable coleta y bajó las escaleras en busca de Jeonghan. El rubio había cambiado su aspecto completamente y ahora presumía de un color castaño natural con un corte de cabello que le quedaba de maravilla.

- ¿Quién te ha autorizado a contarte el cabello, Yoon Jeonghan? – el muchacho saltó y le mostró una sonrisa de dientes perlados – Dije que lo haría yo, mocoso malcriado.

- Pero tía…

- Tía nada, te queda bien, pero me hubiera gustado hacerlo yo. – acarició su cabeza y palmeó sus mejillas – Reúne a todos en el despacho y envía a alguien para que busque a Seunghyun y a Joshua.

Closer (Finished)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora