Lost.

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Steve Rogers ni en sus peores pesadillas imagino que la perdería, él creyó firmemente en sus palabras.

"Te veré en un minuto."

Ni siquiera pudo decirle cuanto la amaba, ni siquiera pudo terminar de curar sus heridas y de aquello se arrepentiría toda la vida. Tenía idea de como se sentía Natasha pero no la ayudo del todo, no intentó sincerarse en lo absoluto por el simple miedo al rechazo y a romper el lazo de amistad que llevó años hacer.

Él estaba seguro de que cuando volviesen al fin pudiera decirle lo que sentía, arriesgarse.

Pero nunca se le dió bien hacer lo que siente.

Siempre llegaba tarde.

Ahora ella no estaba, incluso sentía que no tenía ganas de seguir en aquella vida, no tenía sentido si ella no estaba, Romanoff había sido por mucho tiempo su razón para levantarse en las mañanas y tener la fuerza de hablar con otras personas para que sigan con su vida.

Era irónico aquello, que la persona que incentivaba a otras personas a seguir con su vida no pueda seguir con la suya.

¿Tenía sentido alguno?

El lo perdió todo tan solo le quedaba ella.

Y también la perdió.

Las lágrimas eran imposibles de parar, miraba al cielo con la esperanza de que aquello fuese un sueño, aunque él sabía bien que no lo era. Su mirada se fijo en el lago y por un momento pareció ver su rostro sonriendo e incluso su mente le jugó en contra, pensó que la había escuchado decir su nombre.

Como amaba que diga su nombre... era algo que podía escuchar una y mil veces.

Amaba cuando estaba junto a ella.

Amaba sus bromas, sus momentos de debilidad.

Porque aquello hacía denotar lo fuerte que había sido.

Conocía muy bien su historia, era algo que no se debía olvidar, que nadie debía olvidar.

Recordaba como si hubiese sido ayer... cuando se abrió completamente a él.

Contándole todo sobre su vida.

O al menos, lo que sabía.

No había pasado mucho tiempo de aquel quiebre emocional de Natasha, ambos estaban llendo de "compras" algo muy habitual para ellos cada mes. Como siempre, la mayoría de gente no hablaba en el supermercado, sus miradas eran frías.

La pérdida de familiares y amigos es algo que no se podía dejar pasar y menos el hecho de que todas las personas alrededor del mundo habían perdido a alguien.

La culpa de alguna forma los carcomía, el estaba decepcionado de si mismo, desesperanzado. Ella también lo estaba, más por la ausencia de quienes eran su familia pero aún así seguía adelante, mantenía su frente bien en alto con una sonrisa algunas veces.

Ella era una persona muy fuerte.

Una vez que terminaron de pasar por la caja ambos salieron del supermercado con las compras, guardaron estás en el auto y Natasha se subió al co-piloto para que manejara Steve.

Ambos estaban en silencio y a Natasha no le gustaba, últimamente se le daba más por hablar con el soldado, incluso mucho más que él.

Pasaron por el puente que atravesaba el río hudson.

—Esta vez las ballenas no están.— Replicó al ver hacía el mar.

—Si querías verlas podemos ir a un acuario..— Río ante la inocencia de Rogers.

Era tan sólo un comentario para romper el hielo.

—Steve, lo del otro día... quiero agradecerte.— Sinceramente estaba agradecida con el soldado, desde que lo conoció hasta ahora la había apoyado incluso cuando tendría que haber dudado de ella, no lo había hecho.

De hecho Steve Rogers creía firmemente en la palabra de Natasha, incluso apostaba su vida.

—No tienes nada que agradecer, Nat. Siempre has estado para mi y... lo estás ahora.

Sintió que era el momento de decirle... ya le había contado parte de su historia pero no toda.

—Fui criada para ser una asesina... desde pequeña me enseñaron a ser fría, calculadora, mentirosa. Me obligaron a ser algo... que yo no quería ser, nunca pedí esto.— Suspiró, ahora sentía que era alguien diferente porque sus emociones solían fallarle.— A veces a las niñas nos esposaban a la cama hasta el otro día, nos hacían luchar entre nosotras para que luego en la adolescencia nos matáramos entre nosotras. Una vez me enamoré de alguien... fue mi esposo hasta que lo mataron.— Bajo la cabeza y una lágrima brotó deslizándose por su mejilla.— Creía que era el amor de mi vida, Steve... el dio todo por mi.

Steve asintió entendiendo a la pelirroja, ella también había perdido a quien creía el amor de su vida.

—Traté de recuperarme pero no pude, seguí siendo lo que mejor sabía ser... una asesina sin escrúpulos, hasta que llego Barton.— Steve sin temor colocó una mano sobre la de Natasha, dándole fuerzas para seguir.— Si no hubiese llegado Barton, quizás seguiría siendo aquella adolescente que creía haberlo perdido todo... pero no fue así.— Natasha levantó su rostro y lo miro con lágrimas en él.— Tuve una familia... tengo una familia. Tu eres parte de esa familia. Gracias.

—También eres mi familia, Natasha.— Steve no quería decirle sus sentimientos en ese auto.

A veces las personas hacen mal en reprimir sentimientos por miedo al rechazó, si no lo sueltas probablemente te arrepentirás toda la vida.

Un claro ejemplo era Steve Rogers.

Mantuvo su cabeza gacha y se sentó en un pequeño banco frente al lago, una mezcla de emociones estaban en el, la culpa lo perturbaba, lo señalaba. ¿Porque no había sido él? Ella merecía vivir una vida, con su familia.

Paso una mano por su rostro exasperado.

Otro recuerdo le vino a su mente.

Steve estaba haciendo las compras sólo, rara vez solía ir sólo pero Natasha no lo pudo acompañar. Ella estaba al parecer en un nuevo proyecto donde ayudaba a niños huérfanos afectados por el chasquido, no se lo dijo pero estaba orgullosa de ella, sin embargo, se le olvidó preguntarle si necesitaba algo del supermercado.

Llamó a su celular, el timbre habrá sonado unas seis veces antes de que se rinda, se escucho un mensaje de voz que ella grabó.

"Si no respondo puede llamar más tarde, estoy salvando el mundo, gracias."

Su tono sarcástico lo hizo reír.

Steve agarro su celular que estaba en el bolsillo de su pantalón y busco en contactos el número de Natasha, cuando al fin lo encontró sintió un nudo en la garganta y como su corazón se rompía en mil pedazos.

Era una tortura pero quería oírla, aunque sea una última vez.

Llamó y en cuanto el celular titileo una quinta vez pudo escucharla.

"Si no respondo puede llamar más tarde, estoy salvando al mundo, gracias."

Una lágrima descendió por su mejilla mientras sonreía como un tonto mirando aquel lago.

Sólo la escucho una vez más.

She is gone but she used to be mine [Romanogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora