tres

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Me tienes haciendo cosas que nunca creí que haría♡

Se posicionó entre mis piernas, y me penetró suavemente, callando mis gemidos con besos húmedos, mientras yo me mojaba al ver su cara de satisfacción, y lo bien que se sentía su pija dentro mío. Llegué al orgasmo después de él, dió dos embestidas más, y se corrió, sacando el forro lleno de semen, haciendo un nudo y tirándolo en el cesto que tenía él en su habitación.

Se volvió a acostar, y yo me recosté en su pecho, escuchando sus respiraciones agitadas y su corazón bombear rápidamente.

–Sos lo más hermoso que existe, Nacho– Lo miré a los ojos, y lo chapé. Su lengua acariciaba a la mía, haciéndome estremecer, y subirme en su cuerpo.

–Vos querés segundo round, no, linda?– Exclamó con voz ronca, aunque me interrumpió– Pero no se puede hacer, hoy salimos. Y, tenemos un buen viaje, así que anda levantándote, que en una horita nos vamos.

–Amor, qué me pongo? a dónde vamos?– pregunté, frustrada, aunque no me respondió nada, y se fue a bañar, salí de la cama y me metí a la bañera con él.

–Me debes mi segundo round, pa.

♡♡♡

–Ignacio ya me cansé, hace cuatro horas estamos viajando, dónde estamos?– Me había despertado hace dos minutos y eran las cuatro de la tarde, desde las doce que estábamos viajando.

–Mira y callate– Pasamos por un cartel que decía "San Clemente"

–Lugar de viejos, acá vive mi abuela– Analicé las palabras que dije –¡Voy a ver a mi abuela boludo! ay que felicidad me muero de amor– Sonreí– Imagínate pasar por la plaza, por mi antigua casa, las Termas Marinas mi lugar preferido la puta madre, literal era mi segunda casa– recordé con nostalgia.

–Te amo tanto Jazmín–desvió su vista del volante un segundo para sonreirme y adentrarnos por las calles de tierra de mi querido San Clemente.

Luego de treinta minutos, íbamos por un recorrido de yuyos con muchas piedras, el cual me sabía de memoria

–Jodeme que estamos yendo a...– Asintió, cuando pude ver el Faro San Antonio detrás suyo, el cual siempre, desde chiquita, me encantaba– ¡Ignacio la puta madre estamos en Las Termas! la concha del pato exploto de felicidad– admiré  como había cambiado varias cosas, ya no habían sapos, ya los habían matado a todos, supongo. Al llegar, recorrimos todas las piletas, pero lo que menos me importaba era eso. Salimos de una climatizada, y lo llevé a uno de mis lugares favoritos; el faro.

–Amor no, sabes que le tengo un re miedo a las alturas– habló el morocho, viendo que tan alta era la construcción.

–Te juro que es hermoso.

–No Aldana, no pienso ir ahí ni en pedo, dejame en paz.

–Hola acá dos boletos porfi– Le pedí al pibe el cual estaba ahí, y me parecía bastante conocido.

–¿Aldi?

–Jodeme que sos Emanuel

–La puta madre boluda, no te la puedo creer, qué haces por aca? no te veo hace años.– recuerdo la vez que conocí a Ema, con mi amiga íbamos viendo promotores de la matinee que nos gustaba ir y él se había acercado a hablarnos, con mi amiga le teníamos la re ganas y nos volvimos amigos.

-Nada, vine con mi novio– Giro al ver a un Nacho con cara de culo, le sonreí, divertida– asi que dejaste tus aires promotores para vender boletos en un farol? – reí

–Callate boluda, no me sale una buena. Por lo menos te volví a ver, así que toma, te regalos los dos boletos– me sonrió, pero Nacho negó.

–No, gracias pibe pero nos vamos– Me agarró del hombro.

–Tiene miedito– le susurré a Ema, tapando mi boca para que mi novio no me vea. Emanuel rió.– Mira que subo con Ema eh

–Dame los boletos dale– se impaciento, y yo me reí, lo tenía bien pillo. Subimos por el ascensor del costado del faro, estaba mas viejo que antes. Ignacio miraba como subía y casi se desmaya.

–Tranquilo amor, estas conmigo–lo miré a los ojos, y le di un beso.

–Es que solo con verte se me va el miedo a todo– respondió, poniendo sus manos en mi cintura.

Al llegar, se veía el Mar y las piletas llenas de gente, una playa que estaba cerca y todo tan hermoso. mientas girabas tu cabeza, veías un paisaje distinto y hermoso. Nacho miraba asombrado.

Ignacio me abrazó, noté como temblaba y al abrazarlo  mas fuerte, el se tranquilizaba.

-Nunca hubiera hecho esto de no ser por vos, me tenés haciendo cosas que creí nunca haría

perdido ; ecko Donde viven las historias. Descúbrelo ahora