Un día como cualquiera, un día en donde era la misma rutina para Sucy, clases, magia, pociones y ver Akko a cada hora, eso último no era algo malo, en realidad le era muy agradable ver a la castaña a cada segundo, tenía ventaja, una gran ventaja más bien, era compañera y amiga de la chica que se ha vuelto la codicia de Luna Nova en los últimos meses, era afortunada. La sonrisa y esa mirada tan alentadora que vio por primera vez en la castaña es algo que jamás olvidará, algo que sin duda le dio un vuelco al corazón, Sucy no sabía que estaba pasando con ella en ese instante y reaccionó de la misma forma que siempre lo hacía, de forma apática se deshizo de la chica, pensó que con eso se iría el sentimiento que sintió al verla pero fue todo lo contrario, deseó verla más seguido, quería ver de nuevo esa sonrisa, a Sucy no le quedó más remedio que seguir con su camino, de seguro que ya no se volvería a encontrar con ella, aunque siendo estudiante de Luna Nova la vería, pero de lejos, sin duda alguna haber entrado a esa academia había sido buena idea. Ese pensamiento le volvió cuando vio entrar a esa chica de ojos rubíes a lo que ahora sería su habitación, el sentimiento antes forjado se volvió más fuerte cuando ella dijo su nombre, aquel nombre que se quedaría grabado en su corazón.
-Soy Atsuko Kagari, un gusto en conocerlas-. Y de nuevo esa sonrisa, sin duda alguna era afortunada. El recuerdo creó una pequeña sonrisa por parte de la peli morada, y volteó a ver a su compañera castaña que en secreto era su primer amor. Aunque también le ganaba la tristeza a veces, nunca supo el sentimiento de ser amado, no sabía cómo hacerlo o el porqué se daba, Akko se encargo de demostrarle eso, se encargo de enamorarla sin siquiera pensar en ello y aunque ella había sido dura a veces con su castaña amaba a esa boba con toda su alma.