Diez.

10.5K 605 73
                                    

Victoria

Cuando acabamos de comer, los chicos me llevaron de nuevo a la plaza para retrasar lo máximo posible mi llegada a casa. Casi no hablamos durante el camino, pero no era un silencio incómodo, al contrario. Cada vez me sentía más unida a ellos, cosa que nunca antes hubiera creído capaz.

- ¿Cómo estás?- Preguntó Mateo dejando que los otros dos se adelantasen un poco, al ver que me había quedado algo atrás. Me encogí de hombros sin levantar la vista del suelo y él pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros, causándome un escalofrío que no entendía muy bien a qué se debía.- Lo que te hace falta es dormir, porque no parece que estés muy descansada. 

- Pero los chicos querían ir a la plaza.- Repliqué mirándole.

- Pero vos no querés. Ellos pueden quedarse y nosotros nos vamos a mi casa, no te quedés por compromiso.

Asentí con la cabeza, mirándole con una media sonrisa de agradecimiento. Él se adelantó para avisar a los chicos y los dos me saludaron con la mano mientras Mateo caminaba de nuevo hacia mí y yo les devolví el gesto con una pequeña sonrisa. Cuando siguieron su camino, resoplé y pasé mis manos por mi cara. De repente se me vino a la mente la riña que me iba a caer cuando volviese a casa y tuve que reprimir las lágrimas cuando el chico volvió a pasar su brazo sobre mis hombros.

Caminamos así hasta su casa, sin hablar, y agradecí que no dijera nada porque estaba segura de que me echaría a llorar si abría la boca. No había nadie cuando llegamos, y cuando lo hicieron, Pedro se fue a la plaza dejándonos con Emi en casa.

- Podemos subir a hacer lo que queda del trabajo, si querés.- Informó Mateo mirando al niño, que se entretenía con sus coches e juguete en el suelo del salón mientras bebía un zumo. En seguida negué con la cabeza y miré al chico.

- No me apetece hacer nada, si acaso desaparecer.- Suspiré hundiéndome en el sofá.

- Eh, no digas eso.- Pidió cogiendo mi cara entre sus manos y mirándome a los ojos. Le aguanté la mirada notando como se aguaban mis ojos y continuó:- Sos maravillosa, Vicky, en serio. Nunca pensé que diría esto, pero no sos como el resto de las personas que tenés alrededor, y eso es maravilloso porque la mayoría dan asco.

- Bueno, tampoco te pases.- Le corté y él sonrió de lado, causándome una carcajada. 

- ¡Vicky, jugá conmigo!- Nos interrumpió Emilio, haciendo que le mirásemos y le sonriese.

- No es un buen momento, Emi.- Trató de disculparse Mateo, pero me levanté y le interrumpí.

- Claro, Emi.- Sonreí y me senté con él en el suelo para que me mostrara sus coches.

Dos horas más tarde, Mateo levantó la vista de su celular al escuchar el ruido de la puerta y Emi se levantó corriendo de donde me había estado enseñando sus videojuegos. Me puse en pie haciendo una mueca de dolor por la espalda y Mateo soltó una carcajada.

- Pero que vieja que sos.- Rió, y esbocé una sonrisa golpeando su brazo.

- Hola, Vicky.- Saludó Pedro entrando al salón y le regalé una sonrisa.- Empieza a ser costumbre tenerte por aquí.- Añadió alzando las cejas repetidas veces mirando a Mateo y reí cuando el chico se puso colorado y le lanzó un cojín a su padre, que también rió.

El hombre preparó chocolate caliente y nos sentamos todos en la cocina a tomarlo mientras Emi nos contaba como le había ido en la escuela.

Adoraba lo unidos que estaban, lo bien que se llevaban y lo mucho que se querían. Pero sobre todo amaba que me dejasen ser parte de eso.












1/3 ysi.

Barrio; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora