Once.

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Mateo

Solté una carcajada cuando Emi acabó de narrar como su amigo Lucas se había caído en clase de la silla y miré de reojo a Victoria a mi lado, que también reía. 

- Contale a Vicky lo que le pasó el otro día a Mateo, Emi.- Pidió mi padre recogiendo las tazas de chocolate vacías y automáticamente hundí la cara entre mis manos, seguramente poniéndome rojo.

- ¡Ah, si!- Exclamó mi hermano riendo y moviéndose en la banqueta. Victoria le miró con interés y una sonrisa, alzando una ceja al verme colorado.- El otro día estábamos cenando en casa de tía Emma y Matu tenía que ir a coger los platos para poner la mesa.- Explicó moviendo las manos de manera exagerda y haciendo que la chica sonriese.- Y resultó que la vajilla que la tía quería utilizar estaba en el piso de arriba. Nuestra prima Alba se empeñó en ayudarle, pero Mateo es tan cabezota que se negó. Así que llevaba una pila de platos así de alta.- Indicó levantando las manos por encima de su cabeza. Vicky asintió divertida y le hizo un gesto con la cabeza para que continuase.- Y bajando por las escaleras se cayó y todos, todos, todos los platos se rompieron. Además se cayó rodando y se hizo tanto daño que se echó a llorar.

- ¡No lloré!- Me defendí haciendo que Victoria soltase una carcajada.

- ¡Sí lloraste!- Replicó mi padre desde el lavabo donde fregaba las tazas. 

Literal que me quería morir al sentir la mirada de Vicky sobre mí mientras reía, pero me las apañé para no volver a ponerme rojo como un tomate y miré mal a mis familiares.

- Está bien, agradeced que no saque yo vuestros trapos sucios.- Mascullé haciendo que la chica riese más todavía.

Victoria decidió quedarse a cenar cuando mi padre le insistió y terminamos pidiendo una pizza que tomamos en el sofá. Emi eligió la película de Los Minions, que al parecer la chica no se había visto. Al principio me extrañó, pero luego pensé que quizás sus padres pensaran que era demasiado infantil y le prohibiesen verla. A estas alturas me esperaba cualquier cosa de ellos.

No pude evitar quedarme mirándola reirse, con una sonrisa imborrable en la cara. No sabía por qué me sentía tan bien cuando la veía sonreír, pero lo hacía, y no quería dejar de sentir esa sensación nunca.

- Estás hasta las manos, Matu, ¿no era solo un trabajo?- Me susurró mi padre al oído y recé porque Victoria no lo hubiera escuchado. Afortunadamente, estaba riendo con Emi de algo de la película y cortándole otro trozo de pizza a mi hermano. Me encogí de hombros y me giré para mirar a mi viejo.

- Yo que sé, pa. No es como pensaba.

- Solo te digo que hagas algo, porque tu hermano se la está ganando.- Rió y giré la cabeza para verlos abrazados. Sonreí y le golpeé el hombro a mi padre.

- Tú calla, Pedro "Peligro" Palacios.- Sonreí y él me despeinó antes de ponerse en pie para empezar a recoger.














2/3. ahre, os lo aclaro como si fuerais boludxs.

Barrio; Trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora