Zed no se imaginaba lo mucho que le había fascinado el presente al Ordinal. Por un momento, olvidó todo el estrés que le había provocado lo acontecido.
Mas luego volvió a la cruda realidad, donde nadie más que Zed le tendió la mano mientras que los demás se encargaron de suavizar la situación a los presentes. Sabía muy bien que para ellos era más importante evitar un escándalo que atentara contra el estatus del imperio.
Mas hasta ahora, pasados unos treinta minutos, nadie había venido a preguntarle cómo estaba. Él era el festejado, se suponía que la atención tenía que estar puesta complemente en él; sin embargo, había sido un títere, un motivo para unir lazos entre otros.
Bien sabía el Ordinal, que el sindicato no estaba muy contento con su cargo, pues desde que asumió la responsabilidad, el gobierno se volvió considerablemente más estricto. Se retomaron las torturas y las leyes penales incrementaron. La piedad no era algo que considerasen, y estaban al tanto que Shieda Kayn estaba detrás de esto.
—Zed, esto es malo. — Dijo. —Aún no soy lo suficientemente fuerte como para enfrentarme a todo el sindicato. —
—¿La única solución a eso es enfrentandolos? —
—También está la opción de dejar el cargo. Pero antes, prefiero morir. — Espetó. —No puedo dejar que esto me gane. —
—Ya estás en peligro, Ordinal. Deberías renunciar y continuar con tus planes desligándote de este sucio imperio. —
—Cuidado con lo que dices. — Dijo amenazante. —Este imperio es una basura porque está en las manos equivocadas. Pero cuando yo me convierta en emperador, las cosas van a cambiar. Mataré a cualquiera que se interponga en mi dominio. —
La voz de Kayn sonaba siniestra. Realmente quería ser la pesadilla del universo, o más bien, la pesadilla de la incompetencia.
A Zed le agradaba bastante que Kayn pudiera llegar a tales extremos, mas temía que si en algún momento su sueño se concretase, decidiera acabar incluso con los fuertes, que bien sabía, eran escasos. Según Zed, una nueva era vendría después de que el portal de Ora fuese abierto, una era donde necesariamente cada ser viviente debía usar su escencia vital, el Ora, como algo divino.
Pues así se alcanzaba la perfección, Kayn lo sabía, mas al estar en contacto con la estrella oscura Rhaast, se vería obligado a derrotarlo primero.
¿Y cómo se podía derrotar a una estrella oscura? Únicamente teniendo más Ora que él, estaba claro. Mas Rhaast se había robado gran parte de su escencia en cada combate gracias a su engaño.
Zed frunció el ceño ante su hostilidad.
—Kayn, ¿Cómo pretendes hacerte más fuerte si te pasas gran parte del día haciendo informes? —
—Los hago mientras busco nuevas fuentes de Ora. Últimamente son muy difíciles de encontrar. —
—Es porque tu querido imperio ha explotado cada fuente que se cruza en su camino, ¿No recuerdas el Ora que robé de la cueva? Incluso si solo se funde en mi piel, estoy seguro que hice mejor uso de la escencia de lo que tu gente hubiese hecho. —
—¿Mi gente? El Ora que me arrebataste iba a ser exclusivamente para mi, ¡Maldita sea! Yo encontré ese planeta por mi cuenta, tan solo debía dar el informe de expedición. El Ordinal no puede desaparecerse un día sin dar un motivo. —
Zed lo miró unos segundos sin decir nada.
—Bueno, no te culpo. Después de todo, sabías que pertenecía al imperio demaxiano. Lo más lógico es que el Ordinal piense en entregar la fuente de energía al emperador. —
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Odisea de dos [Zed x Kayn]
Fanfiction[Universo Odisea] El Ordinal Shieda Kayn se dedica a la recolección de Ora para algún día explotar su poder y convertirse en el emperador del universo. Sin embargo, en medio del Odisea nace otra causalidad, cruzando su camino con el exterminador ga...