Odisea de dos [Zed x Kayn]

Purificación

Kayn miró fijamente el espectro. No sabía que decir ni tampoco lo que haría precisamente. Pensaba que el lazo con Rhaast ya estaba roto, desde que se enteró de su malévola procedencia.

—¿Cómo debería? —Preguntó. —Ha pasado tiempo desde la última vez que confié en él. —

—Pero te sigue afectando su corrupción, tanto mental como física. —Respondió Zed. —Kayn, Rhaast funciona de está manera: encuentra un momento de inestabilidad y devora tu mente. Una vez la corrompe, el corruptor toma tu cuerpo. —

Kayn pensó unos momentos, enseguida palpó el parche de su ojo quemado.

—Apenas tuve contacto con Rhaast me quemó la retina. No volví a mostrar este ojo en el trabajo. —

—Lo ví. Estaba observando cuando Rhaast te tomó. —

—YO lo tomé a él. —Recalcó el peliazul.

—Lo pongo en duda, Kayn. Rhaast manipuló tu mente a una considerable distancia. Ese día te encontrabas inestable, él se aprovechó de eso. —

—Maldito Keelo. —Espetó. —Mi antiguo maestro robot, siempre con esos estúpidos ataques sorpresa, siempre me tenía alerta. —

—También habías hablado recientemente con Jarvan ¿No? —

Kayn miró a Zed incrédulo.

—Qué atento, jamás me hubiera imaginado que algo como un dios observador realmente existía. —

—No soy un dios. —Recalcó. —Soy una chispa lúgubre. —

—El universo debió ser sombrío, a imagen y semejanza de la chispa que lo encendió. —

—Resulta, que mi mayor anhelo era encontrar un universo donde pudiéramos ver la estrellas juntos. Pero Khada Jhin se encargó de tomar mis deseos y convertirlos en una tragedia más. A Jhin le gusta destruir sueños ajenos, no propios. —

—Ya veo. —Dijo. —La verdad, tengo muchas preguntas, pero creo que podríamos estar hablando todo el día del verdadero origen del universo y se acabaría el tiempo. —

—Todas tus preguntas serán aclararas una vez te conviertas en una deidad. —Dijo Zed. —Pero antes, tienes que ser lo suficientemente fuerte para vencer a quien ya te derrotó una vez. —

—Claro, así podrás ver las estrellas con tu amado. —Dijo con burla.

Zed ladió sutilmente la cabeza.

—¿Cómo sabes lo que siento por él? —Preguntó.

Kayn espetó una risa.

—Es bastante obvio, ¿No crees? —Respondió. —Han sido millones de años, ¿Crees que alguien haría algo así por cualquiera solo porque le agrada? —

El espectro se vió en aprietos, no replicó ni una sola palabra.

—Es más, ¿Enserio no se lo dijiste? —

—Sentimientos como el amor, no son algo que un juramento funesto con alto nivel de maldad debería sentir. El amor hace que te preocupes por la vida de otro, aveces por sobre la tuya, lo que te vuelve vulnerable. Por ello, perdí a mi más fuerte alianza, mi reputación... —

—¿Te arrepientes? —

Zed rió levemente.

—De lo único que me arrepiento, es de no decírselo. Pero ahora, te lo digo a ti, que eres su causa y efecto. —

El espectro hizo una pausa, parecía estar apunto de explayar un sin fin de sentimientos, algo que el peliazul, no quería escuchar. Kayn lo detuvo levantando su palma.