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Bleach no me pertenece, es propiedad de su respectivo autor… Aunque el personaje Oc es de mi completa propiedad.

“Una nueva vida en un mundo donde jamás debió existir. Las consecuencias son… Una historia diferente”

La capitana del cuarto escuadrón Unohana Retsu caminaba lentamente por los pasillos del quinto escuadrón, los shinigamis que la veían mientras pasaba se dieron cuenta de inmediato de las bolsas negras debajo de sus ojos, signos claros de no haber ...

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La capitana del cuarto escuadrón Unohana Retsu caminaba lentamente por los pasillos del quinto escuadrón, los shinigamis que la veían mientras pasaba se dieron cuenta de inmediato de las bolsas negras debajo de sus ojos, signos claros de no haber dormido bien. Los shinigamis la vieron con algo de lastima, ya que para nadie en el Seireitei era un secreto que la hija de su teniente le estaba robando las noches de sueño a la capitana como a gran parte de su escuadrón médico.

Los rumores circulaban por todas partes, decían que si pasabas cerca del cuarto podías escuchar los constantes gritos y sollozos del bebé; aunque la mayoría pensaba que eran puras exageraciones.

Unohana se detuvo al frente de la puerta de la oficina del capitán del quinto escuadrón y tocó suavemente, al recibir un “adelante” la mujer entró, Aizen Sōsuke levantó la vista de los papeles de su escritorio, a su vez el teniente Ichimaru Gin imitó a su superior.

—Unohana-taicho es bueno verla, tome asiento —habló cortes y amablemente el capitán.

—Eso no será necesario Aizen-taicho —respetuosamente declinó la oferta. Unohana se giró y sus ojos cerrados se centraron en el teniente, Ichimaru le sonrió con su típica sonrisa zorruna pero las bolsas debajo de sus ojos delataban que no había dormido bien en días—. Imagino que sabe porque estoy aquí, Ichimaru-fukutaicho.

—¿Es por el niño? ¿No?

—¡Niña! —corrigió la capitana dando un paso hacia adelante—. Muy parecida a usted si me permite decirlo, tiene su cabello y el color de sus ojos, aunque esto ya lo sabría si ya la hubiera ido a visitar, o mejor dicho a buscar, ¡Es su hija Ichimaru-fukutaicho! —Gin dejó de sonreír ante la reprimenda—. Entiendo que esté dolido por la muerte de Matsumoto-san, pero su hija lo necesita y yo no puedo cuidar de ella, ya tengo suficientes obligaciones como capitán del cuarto escuadrón —cambió su expresión dura a una maternal—. Con esto no digo que no lo puedo ayudar en lo que necesite, ser padre no es fácil.

—…

—Gin-kun será mejor que vayas con Unohana-taicho para que vayas a por tu hija —intervino Aizen en la conversación al ver que su teniente no decía nada, Gin lo miró y ninguno de los capitanes supo a ciencia cierta qué era lo que pasaba por su cabeza.

—Está bien —accedió finalmente Gin.

—Tómate unos días Gin-kun —comprensivo Aizen dijo antes de que ambos se fueran.

El camino al cuarto escuadrón fue silencioso, una vez llegaron pudieron ver el ajetreo de las enfermeras y los shinigamis, tal parecía que algunos hombres del onceavo escuadrón habían tenido una pelea. Fue cuando iban por uno de los tantos pasillos que Gin pudo oírlo.

El lastimoso llanto de un bebé, el teniente del quinto se detuvo, una de las principales razón por las que no se había acercado al bebé era porque no confiaba en sí mismo, temía perder el control y matar al engendro que había matado a su Ran, Gin odiaba a esa cosa con toda su alma, lo odiaba tanto como odiaba a Aizen por haber hecho llorar a Rangiku, pero no la había matado porque le había prometido a Ran cuidarla.

—Ichimaru-fukutaicho —interrumpió Unohana la línea de pensamientos del teniente, sin más preámbulos la capitana abrió la puerta, dejando pasar claramente el llanto del bebé.

Ichimaru reanudó el paso con su mano un poco más cerca de Shinsō, Unohana no pasó desapercibido esto, pero ella estaba allí por si cualquier cosa salía mal. Dentro del cuarto estaba un Iemura despeinado y sin sus gafas caminando de un lado a otro tratando de calmar inútilmente al bebé.

La esperanza asomó el rostro de Iemura cuando vio a su capitán.

—Unohana-taicho —exclamó con felicidad.

—¿Es ella? —preguntó Gin sin un rastro de emoción en su voz, a pesar de tener en su rostro su típica sonrisa.

El resultado fue inmediato, el bebé dejó de llorar para buscar la fuente de la nueva voz que no conocía.

—¡Dejó de llorar! ¡Es un milagro! —canturreó feliz Iemura mirando al bebé y a su capitana.

—¿Un milagro? —repitió el teniente con una ceja alzada.

—Su hija desde hace algunos días ha tenido una especie de crisis —respondió Unohana observando la reacción del teniente—. Lloraba y lloraba hasta quedarse dormida… Claro hasta ahora.

El bebé comenzó a hacer gemidos cada vez más altos a la vez que alzaba sus bracitos hasta donde estaban Unohana e Ichimaru.

—Cárguela Ichimaru-fukutaicho —alentó Unohana con una sonrisa amable.

Gin dio un paso vacilante acercándose al hombre con la bebé, la niña gimió más alto alzado sus brazos en su dirección, Iemura estiró sus brazos para pasarle el bebé al teniente, Gin tomó a su hija con algo de vacilación, su sonrisa se había desvanecido cuando la cargó.

Gin pudo ver que en su cabeza había rastro de algunos cabellos plateados así como sus ojos azules, ambos rojizos por tanto llorar, y debajo de su labio había un pequeño lunar, el mismo que había estado en el rostro de su Ran. El bebé dejó caer un par de lágrimas a la vez que sonreía; una sonrisa totalmente radiante, a pesar de que Gin no sentía nada al tener a su hija en brazos no pudo evitar devolverle la sonrisa.

—La niña necesita un nombre —dijo Unohana.

Gin lo pensó un momento recordando todos los nombres que había dicho Ran por si tenían una niña.

—Mashirō… Ichimaru Mashirō.

Continuara Bye Bye

Nota de Autor:

Capítulo 3. El encuentro de padre e hija. Espero que les haya gustado, espero comentarios.

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Fecha de Publicación: 11/05/2019

Fecha de Corrección: 17/03/2020

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