XXVI

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Narra Harry:

Te llamé para preguntarte si podrías desayunar conmigo. ¿Por lo menos podrías darme treinta minutos de tu atención? Hace semanas que no nos hemos visto. Te echo de menos—. Me afectó el dolor en la voz de Gemma.

Tenía razón. La estaba ignorando. Incluso no estaba seguro de lo me había dicho desde que Emma entró en el comedor. Estaba tan concentrado en que no cargara nada pesado y que nadie la estuviera molestando… o coqueteando con ella, que no me quedaba mucho tiempo en el almuerzo con mi hermana.

—Sí, lo siento —le dije, viendo la puerta por donde había visto a Emma entrar.  —Otra vez cuéntame del torneo de navegación que estabas haciendo con el chico nuevo… me dijiste que su nombre era Charles.

Gemma sonrió cuando le mencioné el nombre del chico y luego asintió. Me recordó a la pequeña niña que se entusiasmaba hablando de algo que le interesaba. No como un adulto enojado cuando crecía. —Sí. Es el nieto de los Kellars. Es de Cape Cod y es un experto en navegación. Navegó hasta aquí durante el verano. Como sea, entró a un torneo y quiere llevarme con él. Sólo será por unos días.

Escuché mientras hablaba de Charles y su velero, pero era muy difícil no mirar alrededor y buscar a Emma. Necesitaba encontrar un balance entre estas dos mujeres en mi vida. Primero estaba Emma , pero amaba a mi hermana y me necesitaba. Incluso si en el desayuno la escuchaba hablar acerca de su última conquista. No tenía con quien hablar. Dejó de hablar y frunció su ceño por algo que pasaba detrás de mi hombro.

—Necesita concentrarse en su trabajo y dejar de mirarte. Dios, no sé por qué Niall no la despide.

Miré hacia atrás para ver a Niall, Jace y Thad sonriendo y bromeando con Emma, que se encontraba sonrojada.

—No está mirando ahora. Está demasiado ocupada coqueteando con los chicos. Sólo le importa el dinero. Realmente es patético. Me gustaría que vieras lo ridículo que es su intento. Quiero decir, los estoy viendo y…

—Gemma, cállate —gruñí. No quería escuchar todas las tonterías que Gemma decía respecto a Emma, tampoco quería ver a los chicos coquetear con ella, y que la hicieran sonrojar era más de lo que podía manejar. Iba a asegurarme de cada uno de esos hijos de puta comprendieran que era mía.

— ¿Vas a dejarme por ella? Está coqueteando con ellos, Harry. No puedo creer que simplemente te levantarás durante el desayuno para ir con el público que tiene esa puta barata. —El ataque de celos que había tenido inmediatamente me había distraído y me había olvidado de mi hermana. Una neblina roja se apoderó de mí, y me giré hacia ella.

— ¿Qué demonios acabas de decir? —le pregunté susurrando y levantándome sobre ella. Abrió la boca para hablar, pero sabía que si decía algo malo de Emma iba a perder el control.

—No lo hagas. Si es que quieres salir de aquí con un poco de dignidad. Si alguna vez vuelves a decir algo malo acerca de Emma  ya no voy a volver a verte. Maldita sea, ¿lo entiendes?

Los ojos de Gemma se abrieron. Nunca le había hablado de esa manera. Pero esta vez había llegado demasiado lejos. Se levantó de un salto y tiró su servilleta a la mesa.

—No puedo creerlo. Soy tu hermana. Ella sólo… ella sólo…

—Es la mujer de la que estoy enamorado. Necesitas recordarlo —dije terminando su oración.

Los ojos de Gemma destellaron odio mientras se daba la vuelta y salía del club. No me importaba. Necesitaba que se fuera antes de que dijera alguna otra estupidez. No quería hacerle daño. La amaba, pero odiaba cada una de las palabras que salían de su boca. Una mano me tocó el brazo y me sacudió, antes de que lo hiciera, sabía que era Emma. Sus ojos azules estaban llenos de preocupación. Esto era a lo que tenía miedo. El odio de Gemma hacia ella. No podía culparla, pero no podía vivir sin Emma. Pero en este momento necesitaba estar solo.

"Atrévete a Quererme"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora