—Apártense, por favor. Dejen el pasillo libre.
La voz del agente de seguridad se elevaba por encima los gritos y alaridos de las admiradoras de Lexa. Cerca de mil mujeres esperaban en el aeropuerto de Melbourne para tratar de verla, o tal vez de tocarla, antes que se fuera a Sídney.
Lexa sonrió y saludó con la mano, mientras avanzaba por el pasillo acordonado que llevaba a la sala de embarque VIP. Saludó a tantas mujeres como pudo cuando paso junto a ellas y soportó que muchas le tiraran de la ropa. Dos la sujetaron y trataron de besarla, y se alegró de tener a su lado a Niylah, que le abría paso tan deprisa como era posible.
Una periodista bastante joven le planto el micrófono la cara. Estaba muy mona, toda ruborizada.
—¿Podría hacerte unas preguntas, Lexa?
Ella sonrió.
—Lo siento. No tengo tiempo de parar, muñeca, pero me gustaría decir que me lo he pasado muy bien en tú preciosa ciudad y que espero volver muy pronto. —A su alrededor, los fotógrafos disparaban flashes cegadores. Se detuvo a firmar unos autógrafos, y un cámara de televisión avanzo hacia ella.
—Solo un par de preguntas, Lexa —grito otro periodista.
Ella sonrió, saludó con la mano y se alegró de ver, que ya estaban frente a la puerta de la sala de embarque. Niylah la abrió y la guio rápidamente hacia el interior. Había conseguido meter a los otros antes, y estaban todos sentados alrededor de una mesa, tomando café. Lexa se sentó junto a Raven, aliviada.
—Espero que en Sídney sean igual de entusiastas —dijo Raven.
—Ojala —contesto Lexa, distraída, mientras se preguntaba dónde estaría Clarke—. Por casualidad, ¿Viste a Clarke a fuera?. Salimos en quince minutos; espero que no pierda el avión.
Raven rió entre dientes.
—¿No puedes pensar en nada más que en ella?
Lexa estaba a punto de justificarse cuando, de repente, la multitud que acechaba fuera volvió a estallar en vítores y silbidos. Fue hasta la puerta y echo un vistazo por el ventanuco, y vio a Clarke avanzando por el pasillo. A su lado había una mujer que llevaba una cámara y varias fundas; una bebé bollo que no debía de tener más de veinte años. Saltaba a la vista que formaban parte de la comitiva de Lexa y aquello era suficiente para hacer que la multitud se animara de nuevo.
Clarke estaba arrebatadora, con unos pantalones ceñidos de piel de melocotón, una camisa azul claro con el cuello abierto y un chaleco negro y largo, abierto y de aspecto sedoso. Llevaba las manos metidas en los bolsillos de la gabardina, de estilo clásico, y caminaba con aplomo y elegancia, aparentemente ajena a los gritos y alaridos de las mujeres que se amontonaban a los lados. Lexa pensó que era como una modelo en la pasarela. Les abrió la puerta y se apresuraron a entrar.
Clarke se echó el pelo hacia atrás y suspiro.
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SOLO DIEZ DÍAS - CLEXA -
FanfictionClarke Griffin, periodista australiana muy reconocida en su país, está escribiendo un artículo sobre Lexa Woods, una cantante de rock norteamericana que confiesa públicamente su lesbianismo. Cuando Clarke ve a Lexa en concierto por primera vez comie...