Miro hacia el horizonte de la montaña. El frío cala mis huesos de una manera sobre natural.
Lo único de lo que soy consciente es que en este momento estoy tomando café caliente, mirando por la ventana de mi habitación.
¿Qué ocurrió ayer?... No lo sé.
Es como si hoy fuera otra persona. Cómo si no existiera el ayer. Cómo si hubiera renacido hoy.
Realmente extraño.
Creo que estoy volviéndome loca.
Permanezco mirando fijamente el horizonte, como si algo cambiara. Pero no. La montaña no saldrá de ahí, todo permanecerá igual.
Me alejo de la ventana y la cierro. Demasiado frío. Prenderé la calefacción.
El golpe en la puerta provoca que me sobresalte.
—¿Quién es?— pregunto confundida.
—Señorita Melany, ¿necesita algo?— la voz de una joven, pregunta tras la puerta.
—Si, pasa.
Enseguida ingresó una muchacha de pelo colorado. A simple vista parece una ama de llaves, o mucama, no lo sé. Su vestimenta es típica de sirvientas.
—¿En que puedo ayudarla?— preguntó aterrada.
—¿Qué pasó ayer?— solté derrepente.
—No lo sé, soy nueva... Hoy es mi primer día de trabajo— contestó insegura.
—Esta bien, puedes retirarte, gracias— necesito estar sola. Debo recordar algo.
—A sus órdenes, señorita— dijo dirigiendose a la puerta.
—Disculpa, ¿tú nombre?
—Belén— titubeó.
—Belén, puedes tomarme el día... No necesitas atenderme— aseguré amablemente.
—No puedo aceptarlo señorita. Debo trabajar, preciso el dinero— respondió en súplica.
—Belén, tranquila, lo tendrás... Lo juro.
—No señorita, yo no puedo volver a caer. Casi me despiden por ello... yo solo necesito trabajar— lágrimas en sus ojos empezaban a asomarse.
—¿A qué te refieres?— inquirí sumamente pérdida, confundida.
—Yo... Si me disculpa, me retiro, debo seguir mis tareas— salió inmediatamente de la habitación.
¿Qué ocurrió?
¿Qué hice?
"24 horas antes"
—Madre, saldré de compras. Cuando regrese quiero mi habitación lista— advertí.
—La tendrás Meleny, ve tranquila — aseguró concentrada en su móvil.
Antes de abandonar mi mansión, se me ocurrió una idea fabulosa, fantástica.
—BELÉNNN— grité escandalosamente.
—¿En que puedo servirle?— en segundos se hizo presente, con su uniforme de sirvienta.
—Primero antes de servirme, me tienes que llamar "señorita Melany", recuerda con quién estás hablando mocosa— zanjé.
En verdad tenemos la misma edad, pero no de clase y de dinero. Por lo tanto puedo tratarla como quiera. Debe servirme.
—En que puedo ayudarla, señorita Melany— volvió a preguntar asustadiza.
—En irte.
—Disculpe señora Melany, no comprendo, ¿a dónde debo irme?— sus ojos expresaban confusión.
—A la pocilga donde naciste— no pude evitar soltar una risa, su expresión era tan ridícula, tan estúpida.
—No, por favor... Requiero del dinero. Mi hijo me espera— su rostro se alarmó, la desesperación era muy grande.
—Lo sé, bastante puta saliste, eh Belén— mis ojos la escanearon con asco.
Ella solo bajo la mirada. Sus ojos estaban comenzando a humedecerse.
Humillar es una de mis cualidades.
Se ven tan vulnerables, tan idiotas.
—Tienes el día libre, pero no debes decirle a mi madre. Si no te verás conmigo— advertí.
—No, eso no puedo aceptarlo. Doña María me matará— negó.
—Te equivocas, si no haces lo que te digo, yo misma te mataré... Y en verdad lo digo, o mejor a tu niño... Mucho más fácil— afirmé sonriendo.
—No por favor, señorita... Yo... Está bien. Me iré— asintió quitando el resto de lágrimas.
—Me alegra que hayas entendido. Mañana te veo aquí, bien temprano— aseguré.
—Claro, muchas gracias señorita — fingió sonreír.
—No hay que agradecer. Sé que tengo un alma muy caritativa, desde niña— suspiré recordando a Melany niña.
Cómo ordené, Belén se retiró de la casa inmediatamente, con toda su mugre para la calle.
Pobre ilusa.
Luego de pasearme por todos los shopping de la ciudad, y de comprarme cantidad grandísima de prendas, llegué finalmente a mi casa.
—Madre, ¿han limpiado mi habitación?
—Claro hija, Belén se encargaría de ello... Aunque por cierto hace rato no la veo. Debe estar limpiando tu chiquero aún.
—Seguro mami.
Subí el laberinto de escaleras, ingresando finalmente a mi habitación.
No hay rastro de Belén.
Qué imprudente, ella debió limpiarme.
—¡¡Mamá!!— chillé abruptamente.
—¿Qué sucede Melany?— Mi madre entró preocupada.
— Belén no me limpio, no está. Esa chica es una remera... despidela— exclamé cabreada.
—Hija, es muy raro. Esa niña es conocida por tu tia Débora, de ultra confianza— aseguró.
—Pero madre, ¿entonces dónde está? Debería estar aquí.
—Melany... Tú no tendrás nada que ver en esto, ¿no?— preguntó atemorizada.
—¿Qué?— no entiendo a dónde quiere llegar.
—¿Y si volvió? ¿Mira si tú otra personalidad...
—¿Madre eres idiota?, Claro que no, soy yo, Melany Hernández, tu niñita— solté afligida.
—Melany tendré que llamar al doctor Ramírez— afirmó severamente.
—Madre, entiende, estoy bien— tensé mi mandíbula.
—Hija, me temo que volvió a aparecer... tú solo recuestate, ¿si? Mañana será un nuevo día, serás Melany de nuevo, mi niña buena.— mi madre aseguró, tomando cercanía, uniendome en un aliviador abrazo.
—¿Y Belén?
—Yo le explicaré, ella entenderá.
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Natali ▶ natalipriscilla
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El despegue
DiversosLa familia Galaxia ya estaba preparada para embarcarse en una gran aventura por el espacio, solo que había un problema ¿cómo funcionaba la nave? Después de mucho intento al fin lograron romper la cadena de lo cotidiano y llevar su unión y cariño a o...