Sueños del pasado: KNOCKLE.

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Era una mañana soleada, aunque el el campamento el clima siempre era agradable, magia extraña si, pero agradable. Perfecta para entrenar hasta desfallecer. Mi nombre es... bueno no importa, para cuando leas este diario o bien seré el héroe mas famoso del olimpo, o bien habré muerto de forma estúpida, en cuyo caso preferiría no ser recordado de forma deshonrosa... de todos modos me reconocerás. Por ahora llámame: Knockle.

Si, suena como nudillo en ingles, solo que con una "o" por el "no-me-golpees-mas-por-favor" que siempre oigo cuando m enfrento a alguien.

Veras... soy hijo de Ares, Dios de la guerra, así que como imaginarás, adoro luchar. Pero hasta en eso soy extraño... mientras mis otros hermanos pelean por pelear, yo lucho por la satisfacción de vencer a alguien fuerte.

No siempre fue así, siendo niño escapaba mucho, aunque ¿quien no escaparía cuando un sabueso del infierno te persigue? Veras, a los semidioses como nosotros, es decir que uno de nuestros padres es un dios inmortal, somos constantemente perseguidos por monstruos, lo que hace que nuestra expectativa de vida no sea mayor de los veinte. Claro que hay excepciones, si te dijera los nombres de estos semidioses adultos seguro los Reconocerías, muchos son actores, maestros en artes marciales, genios... bla bla bla, en fin suertudos, famosos y cerebritos.

Como iba diciendo: de niño me perseguían monstruos, y aunque los veía como eran, los adultos no los veían o creían ver otra cosa... ¡maldita niebla mágica que distorsiona la vista de los mortales! No era extraño que volviera a casa lleno de golpes y con la ropa hecha girones. Mi madre creía que eran peleas entre niños y siempre evadía el tema de los monstruos... pero me entrenaba para "darles su merecido solo en caso de defensa personal"; a ver mi madre era una especie de G.I. Joe del ejercito, razón por la cual seguramente mi padre se haya sentido atraído hacia ella. Y tenia carácter, mucho carácter.

Mi primera pelea real fue contra un perro del infierno, no era un adulto pero aun así era tan grande como un mastín de de un año (si jamas has visto a uno te diré esto: son enormes. Su cabeza es casi tan grande como la de un hombre adulto y babean mucho, en serio.) En fin, volví con la ropa desgarrada, eso no era novedad... ahora que lo pienso, mi madre debe ser millonaria por tantas veces que volví en harapos y siempre compro ropa nueva... lo que si era nuevo era el colmillo que traía en las manos. Tendría doce en ese momento y al verlo, mi madre se hincho de orgullo, sabiendo lo que había pasado.

Luego de eso me envió con un maestro en artes marciales y ahí aprendí mucho de lo que hoy se, aunque no tarde en irme, pies mientras mas fuerte me hacia, mas fuerte se volvía el aura de semidiós mía, algo así como el olor a comida deliciosa para los monstruos hambrientos, YUPI!

Ese día lo conocí.

El hijo de NemesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora