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John abrió la enorme puerta de madera que la casa de los McCartney. Hace un par de segundos el chofer le había dado indicaciones para que este pudiera adentrarse a la mansión.
Miró asombrado el enorme hogar en el que ahora trabajaría. Quitó su chaqueta de cuero junto con sus relucientes zapatos, con algo de miedo de ensuciar algo.
──¿Hay alguien arriba? ── Pronunció John, subiendo las escaleras lentamente, detuviendose al encontrarse con un gran cuadro, en donde se podía ver a los señores McCartney junto a un pequeño niño sujetando la mano de su madre.
El curioso chico miró a todos lados. La casa le parecía magnifica y absurdamente enorme.
Caminó con cuidado hasta una linda y no tan grande habitación con un par de juguetes muy bien ordenados. Supuso que la recámara era de el pequeño Paul.
── ¿Hola?
John dio un salto del susto y con rapidez volteó para descubrir de quién se trataba la voz.
── Aunque no le crea, la verdad es que no quería asustar.── Sonrió una chica rubia.
── No, perdón por eso. Creí haber escuchado a alguien aquí arriba.── Rió el castaño.── ¿Señora McCartney?
── Oh no, para nada. Soy la hija de el chofer de los McCartney, también la chica de las entregas. Por cierto, soy Cynthia. ¿Vino por el trabajo de niñero? ── Preguntó estrechando la mano con Lennon en forma de saludo.
── Sí, soy John Lennon.
── Si usted quiere puedo mostrarle los lugares más exoticos, como la alacena o la cesta de pan.── Ofreció con una pizca de diversión en su voz, pero sin quitar su dulce y amable sonrisa de sus delgados labios.
── Suena bien, la sigo.── Rió saliendo de la alcoba junto con la rubia.
Cynthia le mostró algunos lugares de la casa, no muchos. Pensaba que probablemente era imposible recorrer cada rincón de la mansión por lo increíblemente grande que esta era.
Una señora algo mayor, se acercó a ambos chicos con una pequeña sonrisa en su rostro.
── ¿Señora McCartney? Es un placer conocerla.── Saludó John haciendo una pequeña reverencia. Aunque a los pocos segundos se arrepintió pensando en lo estúpido que había sido la acción, definitivamente era una señora con dinero de sobra pero tampoco era una reina.
── ¿Y sus zapatos? ── Mary ignoró pro completo el saludo, mirando de arriba hacia abajo al castaño.
── Ah... No quería ensuciar.── Murmuró.
── Excelente. Paul esta emocionado por conocerlo, joven Lennon.
La esposa de el señor McCartney lo guió hasta la sala principal en donde había dejado sus zapatos.