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Terminaron de cenar y se fueron a sus habitaciones. Don, que no dejaba de mirar a Norman, le notó un poco más alegre que el día anterior.

Hablaba con normalidad, sonriente y amistoso. No estaba como ayer, y se notaba con diferencia.

Emma y Gilda se fueron a la habitación seguidas de todas las niñas pequeñas, mientras que Don, Norman y Ray llevaban a los niños a los cuartos. Anna no dormía en la misma que Emma y Gilda, así que ella guiaba a las otras niñas a su cuarto.

— Buenas noches, chicos — Dijo Don contento.

— Igualmente, Don — Le contestó el albino.

Todos se echaron a dormir, excepto Ray. Él se quedó leyendo, como las noches anteriores. Al estar hablando con Norman, no le dió tiempo a avanzar con el libro.

Ni siquiera pudo pasar la página antes de quedarse embobado mirando al albino. Ya eran novios. Se sentía bien. Siempre que se acordaba de Norman, su corazón iba a mil por hora.

El ruido se apoderó de la habitación. Al pelinegro se le había caído el libro por estar distraído. Si madre se enteraba que estaba leyendo, seguramente acabaría con un buen castigo.

Ray se levantó y recogió el libro. Observó si alguien se había despertado por es estruendo y, al no haber nadie, se sentó en la cama con el libro en la mano.

Tenía miedo de que alguien se lo comentase a madre. Seguramente, madre sabría perfectamente que había sido él. Ha sido sin querer, pero aún así no sabía cómo explicar que no estaba acostado en su cama.

— Que sueño...

Ray se sobresaltó al oír que alguien estaba despierto y, encima, que se lo estaba susurrando al oído.

El pelinegro pensó que estaba perdido, ya sabían que había sido él el provocador del molestó sonido. Seguramente se lo vayan a decir al día siguiente a madre.

Por la voz no pudo adivinar de quien se trataba, sonaba cansada y desganada. Se dió la vuelta con temor para poder verle la cara.

— Menos mal que eres tú, Norman. Por un segundo pensé que eras uno de los pequeños — Norman se sentó a su lado.

— ¿Qué hacías? — preguntó.

— Nada.

— Algo tendrías que haber hecho para tirar un libro y poder despertarme.

— No hice nada, iba a dormir y se me cayó el libro. Perdón por despertarte.

— No pasa nada — Contestó con voz cansada.

— Deberíamos ir a dormir — Dijo el pelinegro mirándole a los ojos.

— Si... Pero no quiero.

Ray se sorprendió ante aquella respuesta. Se notaba muchísimo que tenía sueño. ¿Por qué no quería ir a dormir?

— ¿Por qué?

El albino miró a Ray. Observó con determinación sus ojos grises, esos ojos que le encantaban.

Su corazón iba muy rápido, casi más que antes. No sé atrevía a hacerlo, pero quería. Estuvo mucho tiempo esperando este momento, no podía fastidiarlo ahora.

Se juntó más a Ray. Acarició su mejilla suavemente, a lo que él pelinegro se sonrojó levemente. Norman sonrió al ver las mejillas coloradas.

Acercó su rostro al suyo y, con el corazón a mil, le dio un leve beso en los labios. No duró mucho, pero algo es algo.

Era el mejor momento del mundo para los dos.
Su primer beso.

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Hola de nuevo!!
Qué os ha parecido el capítulo? Demasiado amor por hoy, no?

Os espero en el siguiente!

Injusticias | Norman X RayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora