Dejando un vacío

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Era otra de esas largas noches sin dormir, mirando al techo, pero esta vez, no creaba aquellas fantasías que tanto le gustaban.

No, aquella noche todo era diferente, y esas fantasías se volvieron efímeras, intocables y cada vez, estaban más lejos de la posible realidad.

Esa noche, su teléfono no había sonado, no habían tenido su típica llamada contándose todo lo ocurrido durante el día, ni cuando hubo llegado la hora de costumbre en la que él le mandaba aquel mensaje deseandole esos "Dulces Sueños" que a ella le producían esa sonrisa tonta y que tan feliz le hacía, aunque le cabrease que muchas veces pudiese llegar a despertarla, pues Morfeo ya le estaba atrapando entre sus brazos.

Si, esa noche, también extrañó sus brazos; esos brazos que le arropaban ante el frío, que le daban la comodidad de un hogar, bueno, o más bien, esos brazos eran su hogar, o lo habían sido, hasta que él decidió que ya había sido suficiente, y el agarre que habían formado unos brazos y otros empezó a soltarse hasta al fin desaparecer como un pequeño y silencioso suspiro.

Y aunque ella no se hubiese dado cuenta del cómo o el cuándo, sabía que las cosas habían cambiado y tendría que aprender a vivir sin aquella rutina, sabiendo que cada canción le recordaría a él y a aquellos momentos, que extrañaría todos y cada uno de sus mensajes, y sobre todo, que extrañaría sus brazos cada vez que su corazón se sintiese vacío, solo y desgarrado.

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