Los actos no mienten

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No hizo falta ver más allá para darse cuenta de todo lo que estaba pasando.
Sus síntomas cada vez eran más claros y notorios, como aquel moratón en el brazo, que dijo haberse hecho al darse un golpe con la puerta del salóm, o el cansancio constante que portaba. Incluso las ojeras bajo sus inchados ojos, que iban perdiendo el brillo según pasaban los días.
Ya no se arreglaba tanto, ni su intención era verse tan bonita como le gustaba, combinando cada prenda y color meticulosamente. Su vestimenta se basaba en tonos oscuros y grises como sus ojos.

Y todo había empezando cuando le conoció.
Una persona fría, calculadora, pero sobre todo, una persona manipuladora. Que había conseguido que poco a poco dejase de vivir su vida, cerrándose en sí misma, sin contar conmigo, su mejor amiga.
Y, aunque su intención durante mucho tiempo fue que esto no saliese a la luz, siempre aposté por la verdad y poder ayudar a una nueva generación.

Se habían conocido durante el último año de instituto. Él era algo mayor, unos dos años aproximadamente, y en aquel entonces estaba lleno  de vida y humildad, nos había calado a todas, pero sobre todo a ella, que poco a poco empezó a insistir para volver a verle, y finalmente lo hizo.
Fue una noche antes de las vacaciones de Navidad. Habíamos decidido salir de fiesta e ir a una pequeña discoteca del barrio con buen ambiente, y allí, nos le encontramos.
Después de algo de alcohol en su organismo, se decidió a hablarle y, tras ese primer contacto, pasaron toda la noche juntos, incluso llegamos a perderla de vista en algún momento, pero nos pareció algo normal.

Y tras esa noche, estuvieron viéndose casi todos los días de esas vacaciones.
Poco a poco empezó a volverse rutina, incluso pasaban los fines de semana juntos.
Hasta el momento en el que nos dijo que finalmente eran pareja. Eran felices, se le veía en los ojos, brillantes y claros como el agua.
Pero poco a poco fueron perdiendo eso.
Habíamos empezado la universidad y ellos habían decidido irse a un piso juntos cerca de esta.
Un par de meses después, empezaron a ser visibles aquellos moratones para los que siempre encontraba una escusa.

Una noche que habíamos decidido salir para celebrar que tras varios meses al fin estabamos todas juntas de nuevo, habíamos quedado en que iría a buscarla a su casa.
Cuando llegué allí empecé a escuchar voces y, poco después unos llantos.
Decidida a entrar con la llave que me había dejado para emergencias, ví en el salón de la casa el acto.
Él le agarraba fuertemente por las muecas mientras insistía que con el vestido que llevaba no saldría del edificio y cuando me vió intentó disimularlo todo, pero era difícil ocultar lo que ya había visto.

Consiguió deshacerse de él, dejar aquel piso y volver poco a poco al estilo de vida que anteriormente había llevado.
Fue necesario mucho tiempo para que su cabeza se reorganizarse y aceptase  que todo lo que había vivido no era lo que necesitaba de un hombre.
Pero lo consiguió y ahora es la chica más fuerte que he llegado a conocer.

El 25 de noviembre fue el día contra la violencia de género y comencé a escribir este microrrelato que hoy comparto con vosotros.
Sin lugar a dudas es un tema que se sale totalmente de los temas a los que acostumbro a escribir, por eso espero que os guste y le deis apoyo.
Estoy intentando abrirme a otros géneros y escribir relatos algo más largos que en cuanto termine y edite para que estén lo mejor posible, compartiré con vosotros.

Espero que disfruteis de este nuevo "Pedacito de mi".
❤️

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