los días se escurren entre las presiones que me envuelven la mente; cuando se abren mis ojos después de tres miseras horas de sueño tenue me enfrento a la rutina que me encadena a la vida. pero catalogarla como tal me inquieta, porque no la siento así, como vida. se trata, más bien, de lo que me queda al no contar con el valor suficiente para darme un final. para arrancar de la existencia esta pesadumbre que me acorrala y cada vez es más compleja de ocultar.
al paso de los minutos lo llevo contado, porque ruego que ellos sean horas de una vez por todas, que signifiquen, entre tanto, una semana menos.
y admito que hubo una chispa de motivación que me mantuvo vigente en el empeño de sobrellevar el dolor que me quema el cuerpo. mas se apagó y soy yo la principal culpable.
mis manos están manchadas de la sangre que derramé en cada palabra de filo abismal que impacté ante mis deseos; me encuentro sucia de las lágrimas que me ahogaron el sentir, el querer y hasta el poder. mi mirada, llena de juicios a lo poco que permanece dentro mío, no difiere en gran medida de los asesinos en sangre fría que detallan las películas, porque pueden ser hasta peores. soy testigo de mi desgaste, soy la causante de mi propio crimen. crudo y lento, pero peor aún, en silencio.
me encargué de acallar todo tipo de agonía, las enterré entre mis expectativas y el cariño con el que en algún momento logré verme. no hay permiso de mi parte para dejar fluir los malestares; me vulneran, me exponen a un sinfín de preguntas vacías, intereses ajenos por lástima, o quizás compromiso. y eso me recuerda constantemente la raíz de lo amargo en los días que pasan. estos se presentan y en un instante se esfuman. pero lo hacen en redes del más barato papel. ese que se somete al quiebre en un mínimo roce.
soy el quiebre del papel al comprarme, soy el rasguido de este material cuando la insuficiencia me completa.
me destruye no contentar al resto en cualquier aspecto que se me relacione; aún más lo hace la certeza de que a quien nunca voy a contentar es a mi. al yo que me está hundiendo. a mi más grande enemigo.
y sé que esto no tiene un fin. soy consciente de que embellecer este pesar en palabras, no puede mejorarlo en la realidad. porque cuando el reloj de este artefacto marque las doce un tanto pasadas, voy a sucumbir a colisionar mis párpados sobre la almohada de siempre, para dar paso al ciclo de tortura que yo misma elaboré.
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silencios
Randomse atoran entre mis labios los más agobiantes silencios y me ruegan de algún modo escapar. es este el medio donde los dejo volar.