Parte 2 Cecy

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La máscara filtro me está dando comezón, pero no puedo regresar a casa todavía. Necesito ganar lo suficiente para llevar dos porciones de comida a casa.

Me oculto tras una columna, con mi pistola de balines en mano, estoy segura que la escuché a varios pasos.

Me asomo sigilosamente por la columna... ahí está, sale la gran rata reptando por atrás de un barril, le disparo un par de veces acertando al torso. Listo, una menos.

Me deslizo sigilosamente hacia la otra columna, solo debe faltar una.

Lanzo un trozo de queso rancio al centro del cuarto y de inmediato asoma su horrenda cabeza, solo hace falta un disparo y he terminado.

Salgo orgullosa del cuarto, la dueña me espera apoyada en la pared, me da pena ver su ropa rota pero tengo que cobrarle.

Me entrega las tres monedas doradas y me da un asentimiento a modo de agradecimiento.

Así es como me gano la vida, soy exterminadora de alimañas a cambio de unas monedas para alimentarnos a mí y a mi hermanito. Nunca supe quién era mi padre y mi madre nos abandonó cuando cumplí ocho años, así que solo somos él y yo.

Hoy hace un calor terrible, el viento es caliente y debo atarme el paliacate alrededor de mi cabello rubio para evitar que se vuelva grisáceo con la suciedad del exterior.

Camino por las calles, la gente camina por donde puede, enfocada en lo suyo y sin importarle si choca con alguien o no. Me abro paso por varias calles hasta el almacén.

Solo aquí venden comida durante el día, el resto de negocios es de piezas mecánicas pues mucha gente se gana la vida arreglando artefactos tecnológicos que se dice provienen de la ciudad.

Nuestra comunidad, fuera de las grandes ciudades, se hace llamar neopensadora. Me parece un término inútil, no sé a quién se le ocurrió.

No creo que sea muy innovador estar a favor de dejar morir ancianos enfermos y prohibir a las mujeres embarazarse.  Creo que realmente no somos comunidad, somos un grupo grande de personas que solo intenta sobrevivir.

Al llegar a casa mi hermanito Sil me espera, estaba jugando con un viejo juguete que gané como pago el otro día, me mira con alegría y me recibe con las manos abiertas. Solo tiene once años pero sabe muy bien lo que quiere - ¿Traes comida?

-Claro, para eso estoy. - afirmo sonriéndole y quitándome la máscara. No es como si el aire de casa estuviera limpio, pero creo puedo permitirme quitármela un rato.

Estamos comiendo cuando escuchamos un golpe fuerte en el departamento de arriba, vivimos en un edificio así que es lógico que se oiga todo.

-Debe ser ese bastardo otra vez.

-¿Qué es bastardo?

-Nada, no lo digas. - reprimo a Sil y tomo mi pistola de balines, pero justo cuando voy hacia la puerta, alguien la abre de golpe por fuera.

-No quieras intervenir - me dice un joven alto y musculoso que me mira con resentimiento en sus ojos grises.

-¿Vas a dejar que la golpee? ¡Es tu madre! Deberías defenderla

-Es culpa suya por meterse con esa alimaña.

-¡Alimaña! - grita Sil y se hecha a reír, miro con enojo a mi amigo

-Por eso no debería oírnos. - gruño y dejo que entre al departamento - Peter, estás muy adulto ya como para dejar que le hagan eso a tu madre

-Ella misma me pidió que no interviniera, sabes que al último novio le rompí un jarrón en la cabeza y me dijeron que murió de infección en la herida.

-Ah, nuestra bella sociedad sin medicinas - digo irónicamente

Aquí afuera las medicinas cuestan un saco de monedas, obviamente es algo que no podemos pagar a menos que nos dediquemos al mercado negro de gasolina o negocios sucios como esos.

A pesar de sus duras palabras, puedo ver cómo aprieta la mandíbula. Hasta acá abajo llegan los gritos del departamento de arriba.

Me duele escucharlos, la madre de Peter es cariñosa conmigo y con Sil, a veces hasta nos alimenta. No quisiera verla después de esto, me daría más ira de la que ya siento.

-¿Y bien? ¿Tienes algún nuevo trabajo en mente? - me pregunta para disimular su enojo

-Justo iba a hablarte de eso... ¡Sil, recoge tu basura! - observo a mi hermanito recoger su plato y llevarlo al lavaplatos, no tenemos agua corriente pero a veces bajo y pago por que nos dejen lavar los platos en un comedor. - Peter, me dijeron que hay una plaga en un almacén, nos pagarían dos mil monedas. Obviamente te doy tu mitad.

Sus ojos brillan al oír eso, por primera vez en el día le veo un asomo de sonrisa- ¿Cuándo será? ¿A qué esperamos?

-Nos tiene que dar la orden el dueño del almacén, enviará a alguien a buscarme.

Peter se pasa las manos por el oscuro cabello con asombro - Mil monedas... con eso puedo llevarme a mi madre lejos de ese insecto.

-Hay un pequeño detalle... es un trabajo clandestino porque está en los límites con la ciudad.

Peter frunce el ceño, sabe que eso implica llevar armas que no ocupen ningún tipo de contaminante... por lo que tendremos que comprarlas.

-Espero que valga la pena el riesgo. Hagámoslo, no perdemos nada.

Asiento con una sonrisa, el ruido de arriba ha cesado, escuchamos pasos en la escalera y pasa un rato antes de que Peter se levante de su silla con el ánimo por los suelos.

-Iré a curar a mi madre.

Obviamente lo acompaño.

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