He de decir,
que siempre estuve enamorada de ello,
inconscientemente.
Y en un intento de buscar la esencia más pura de las cosas que me rodeaban,
observaba.
Al tren,
correr a gran velocidad hacia una desconocida dirección.
El volar de los pájaros
al ras del agua,
acariciándola levemente.
Al sol descender,
quitándonos la dorada luminosidad que hacía que nuestras almas brillasen,
un poco más de lo que ya brillaban.
La silueta de barcos olvidados,
los cuales yacen ahí desde que tengo memoria.
Las olas, produciendo caricias al amplio mar,
que en la lejanía, parece no tener fin.
Siento que está en todas partes
y siempre lo estará,
belleza de villa.