Capitulo 1

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Comenzó a abrir sus ojos lentamente, los abría y los cerraba con pereza, la luz solar que se colaba por la ventana molestaba su vista. Sentía su cuerpo pesado y rígido pero podía hacer pequeños movimientos sin que doliera.

Sus ojos ya se habían acostumbrado a luz de la habitación, la recorrió con la mirada lentamente. Esa no era su casa, pero reconocía el lugar. Había terminado allí varias veces inconsciente. Sonrió de lado ¿Cuántas veces había sido enviado allí por Erza? Demasiadas para contarlas. Con un poco de esfuerzo logro sentarse al borde de la cama.

Mientras dejaba que sus músculos se acostumbren al movimiento, decidió que era buen momento para pensar, o mejor dicho recordar. Lo último que recordaba era haber derrotado a Zeref y Acnologia y regresado con sus amigos en dirección al gremio, pero antes de cruzar las puertas todo se había vuelto negro. No tenía idea cuanto tiempo había estado inconsciente pero su cuerpo le decía que mucho.

- Viejo – susurro mientras un nudo se formó en su garganta. Makarov Dreyar, tercer maestro de Fairy Tail, un amigo, un abuelo y un padre para cada uno de ellos. Aquel día ellos habían ganado la guerra contra el imperio de Alvarez, pero ninguno de ellos sonreía, nadie celebraba, no hubo ningún grito de euforia. Solo existieron las silenciosas lágrimas en cada uno de los rostros de aquel gremio.

Se puso en pie mientras se limpiaba las lágrimas que había derramado sin darse cuenta. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios, si Makarov lo viera en ese estado, seguramente le daría un golpe y lo regañaría gritando algo como "estúpido hijo, no llores por este viejo". Trago el nudo en su garganta, jamás había podido agradecerle todo lo que había hecho por él, por ellos. Los había encontrado, reunido, enseñado y aconsejado. Los había protegido y regañado, los había felicitado, los había hecho fuertes y felices. Les había brindado un hogar y una familia.

Encontró sus vestimentas al pie de la cama, comenzó a vestirse mientras aún seguía pensando en aquel hombre. Solo poseía sentimientos de respeto y agradecimiento hacia él. Tal vez nunca pudo agradecerle en persona todo lo que hiso por él, pero había una forma de hacerlo. Cumplir su último deseo, aquel que les había transmitido con sus últimas palabras "Vivan hijos tontos".

- Vivir – no tenía la menor idea a que se refería con aquellas palabras, bueno lo sabía. Pero no era tonto, infantil seguro, distraído por supuesto, pero no era tonto. Detrás de aquella palabra sabía que había un significado oculto.

Mientras abandonaba la enfermería se preguntaba a si mismo si podría cumplir ese deseo. Se acercó a la barra de madera que había al final del pasillo y observo su amado gremio desde el segundo piso. Sonrió mostrando sus afilados colmillos. Nada había cambiado, bueno podía ver caras nuevas en el gremio. Pero en general todo se veía como siempre.

Los miembros del gremio seguían igual de ruidosos que siempre, el tiempo podía pasar pero ellos seguían siendo iguales. Bebían, cantaban, reían, charlaban y discutían. Todo normal. Rodo los ojos, allí iba la primer silla voladora del día. Rio por dentro.

Fairy Tail siempre sería Fairy Tail.

Bajo las escaleras con calma y lentamente, pues sus músculos aun dolían. Silenciosamente se coló entre las personas en dirección al bar, mantuvo su presencia tan apagada como era posible. Generalmente el daría un salto hacia la pelea que se había formado en el gremio, pero estaba realmente hambriento y le divertía el pensar que cara pondrían todos al verlo. Aunque tal vez no había pasado tanto tiempo y solo le saludarían normalmente.

Se sentó en una de las sillas frente a la barra, sonrió observando la espalda de la muchacha albina. Seguía manteniendo aquella alegría y tranquilidad que tanto la caracterizaba, tarareaba una canción que él desconocía, mientras secaba algunos vasos.

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