Narra Michael.
- Entonces, ¿a dónde vamos a celebrar los peores años de mi vida? - Ella se ríe y yo cruzo los brazos sobre mi pecho queriendo parecer enfadado, aunque, no sea así.
- ¿Los peores?
- No, los mejores. - Sonríe y yo la cojo de la cintura atrayéndola hacia mí.
- Eso está mejor. - Dejo un pequeño beso en sus labios y sonrío. - Es una sorpresa. Salimos a las ocho. Espero que estés lista.
- Contando que son las siete de la tarde.. No me dejas mucho tiempo. - Se ríe.
- Y pierdes tiempo relatando.
- Vale, ya me voy. Te quiero. - Ella me besa y yo sonrío, no puedo evitar hacerlo cuando estoy con ella.
- Y yo a ti. - La veo alejarse del parque sin perderla de vista. Cuando la pierdo de vista, empiezo a caminar hacia mi casa.
Cuando llego, subo a mi habitación, y entro al baño. Me doy una ducha y salgo de baño con una toalla enrollada a mi cintura. Voy a mi armario y no tardo en elegir mi ropa, sé que ella no saldrá de su estilo habitual, así que yo, tampoco lo hago.
Termino de prepararme y son las ocho menos cuarto cuando lo hago. Bajo al garaje y me subo a mi coche. Conduzco hacia su casa, llego, y me bajo del coche. Me dirijo a la puerta y toco al timbre esperando a que salga. Cuando lo hace, sonríe y yo también lo hago, me había equivocado, lleva puesto un vestido de color negro y unos zapatos de tacón del mismo color, creo que es la primera vez que la veo con ellos puestos desde que se los regalé.
- Creí que no saldrías de tu estilo habitual. - Ella se ríe. - Estás preciosa. - La cojo de la mano.
- Sabía que pensarías eso y me he querido quedar contigo. - Sonríe. - Tú también estás precioso. - Se ríe.
- ¿Nos vamos, señorita Clifford? - Sonríe y asiente. Tiro de ella caminando hacia mi coche. Le abro la puerta y ella sube. Cuando ella está en el coche, rodeo el coche, y subo yo.
- ¿Me vas a decir a dónde vamos? - Yo niego con la cabeza. - ¿Por qué?
- Porque te dije que era una sorpresa.
- Tu sorpresa me tiene intrigada.
- Es una sorpresa, de eso se trata. - Sonrío.
Sigo conduciendo, la miro de vez en cuando, finge estar enfadada, pero sé que no lo está. Ella sigue en silencio, solo mira por la ventana. Yo pongo una mano en su pierna y ella pone una mano en la mía, me mira y sonríe. Por un momento pierdo el control del coche cuando un camión se cruza con nosotros con las largas puestas. Salimos de la carretera y no sé qué está pasando hasta que el coche se queda quieto. No la encuentro, la llamo pero no responde. Salgo de coche como puedo, estoy herido pero no me importa, solo pienso en encontrarla. Intento mover el coche cuando veo su mano, me agacho delante de ella e intento sacarla pero no puedo, es inútil.
- Michael, vete.
- No, no me voy a ir sin ti.
- Vete. - Su voz suena cansada y sin querer, varias lágrimas se me caen.
- Nos vamos a ir, los dos. - Ella cierra los ojos poco a poco y yo la muevo para evitar que se duerma, sin éxito alguno. - Cris, todo va a salir bien, ¿vale? - Ella asiente. - Sé que no es el mejor momento, pero, es lo que pensaba pedirte al final de la cena, en nuestro lugar favorito. - Vuelvo a tirar de ella consiguiendo sacarla del coche. Ella se queja pero en éstos momentos es lo último que me importa. Me siento en el suelo y pongo su cabeza en mi pierna. Saco de mi bolsillo una pequeña caja, y cojo el anillo que hay dentro. - ¿Te quieres casar conmigo? No sería ahora, ni dentro de un mes, sería cuando quisieras, pero necesito saberlo ahora. - Ella no dice nada y compruebo que sigue despierta. Veo que tiene los ojos entrecerrados y de alguna manera eso me relaja. La muevo un poco para evitar que se duerma. - Cris.
- Michael, te he dicho que te vayas, estás herido.
- Tú también estás herida, y yo te he dicho que no me voy a ir sin ti.
- Sí.
- Sí, ¿qué?
- Que sí, que me quiero casar contigo. - Sonrío y le pongo el anillo. Ella lo mira y sonríe. Cierra los ojos y vuelvo a moverla.
- No te vayas, no me dejes. Por favor.
- No me voy a ir. - Sé que lo dice para tranquilizarme. De alguna manera lo hace. Busco mi móvil en el bolsillo de mi pantalón y llamo a una ambulancia. Ella cierra los ojos y sé, que ya no podré mantenerla despierta. Lágrimas recorren mis mejillas. - Mike..
- Dime, cielo.
- Te quiero. - Yo sonrío y le acaricio la mejilla con la esperanza de que al sentir mi tacto, no se durmiera, pero no funciona. Ella deja de moverse y entonces yo compruebo si sigue respirando, cuando me aseguro de que respira, suspiro de alivio y escucho una ambulancia a lo lejos. Un hombre se acerca a nosotros. No tiene pinta de ser médico.
- ¿Estáis bien?
- Yo sí, pero ella no.
- Estáis heridos, los dos. - Coge a Cris en brazos y la deja en suelo, para ayudarme a levantarme. Me levanto y me agacho al lado de ella para volver a cogerla pero el hombre pone una mano en mi hombro para detenerme. - Déjala.
- ¿Qué? Estás loco. No pienso dejarla aquí tirada.
- No puedes hacer nada por ella.
- Está viva. Claro que puedo hacer algo. Gracias por su ayuda, pero no la necesito. - Veo que la ambulancia para en la carretera, yo la cojo en brazos como puedo. Mis heridas me hacen daño, pero no me importa. Ella es todo lo que me importa. Me arrodillo en la carretera todavía con Cris en brazos, estoy cansado y no creo que pueda aguantar más. La dejo en el suelo y mi cuerpo pierde fuerzas, hasta que quedo sentado en la carretera. Me aseguro de que la cogen y la meten en la ambulancia y de repente todo se vuelve de color negro.