1. Aguas frías

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- ¡Yo no lo robe, lo juro! - Escucho por encima de las voces gruesas de quienes trabajamos en cubierta.

- Ya lo han cogido. - Dice el nuevo integrante del barco. Se nota por su rebeldía que aún no ha conocido a la capitana. Creo que fue Conrad, nuestro contramaestre, quién lo trajo. Conrad tiene suerte de que la capitana confíe en él. Y precisamente por eso, me muero de ganas de que el chico que ha traído la líe, solo porque nunca le he visto fallar en algo.

Acabo de asegurar el cabo y empiezo a seguir a todo el mundo. Todos están tan ansiosos por ver qué hará la capitana con el ladrón, que no pueden dejar de gritar. Empujo cuerpos sudorosos y me enfrento con la mirada de varios tripulantes antes de acercarme lo suficiente para mirar. Hay personas por todas partes, incluso subidas a los obenques, a ambos lados del barco.

- ¡No lo tengo! ¡Dejadme! - Grita mientras se retuerce del agarre de Jimbo. Y por supuesto, Jimbo es un apodo debido al tamaño descomunal de sus músculos. Recuerdo al prisionero, aunque no recuerdo su nombre. No duro mucho en cubierta, apenas unas semanas. Algunos hicimos apuestas cuando lo vimos por primera vez, debido a su aspecto debilucho y raquítico.

- ¡Silencio! - Grita el contramaestre. Automáticamente empiezo a armar escándalo, solo por llevarle la contraria. El contramaestre nos mira con fuego en los ojos, y eso lo hace aún más divertido.

- Vaya, vaya. Mira quién ha vuelto.

Todo el mundo deja de hablar y giran la cabeza hacia la puerta del camarote de la capitana. Su voz suena clara y concisa en medio de la noche.

- Creo que tienes algo mío. - Su tono de voz baja un par de octavas junto con su cabeza. Incluso con esta oscuridad soy capaz de ver su mirada, y el fuego que arde en ella. Un escalofrió me recorre la espalda. Pero no estoy asustado, estoy emocionado. Esa mirada significa que esta noche habrá espectáculo. ¿Qué será? ¿Lo anclara desnudo a la sirena del barco hasta que muera de frio o por las criaturas marina? ¿O le cortara algún miembro? Aunque, ninguno supera al ultimo prisionero de la capitana. Aun recuerdo aquella tarde, la capitana le prometió la libertad y su perdón si era capaz de vencer a cada tripulante en duelos individuales. Por supuesto, no lo consiguió, pero la esperanza en sus ojos aumentaba nuestra sed de sangre. Apenas conozco a la capitana, no es mas que otra tirana más, pero tengo que reconocer que sabe ofrecer un buen espectáculo.

- Lo juro. No lo tengo. De verdad que no. - El chico estuvo poco tiempo, pero aprendió a no levantarle la voz a la capitana. Chico listo. Aunque... Quizás no lo suficiente. La capitana es joven, pero también es inteligente, macabra y más fría de lo que parece. Nadie le roba sin quedar impune, y apuesto que esta noche será la reafirmación.

- Ya he oído eso antes. Saca todo lo que tienes en tus bolsillos. - Dice la capitana apoyándose en el mástil. El chico no tarda en sacar todas las tonterías que tiene en los bolsillos, incluida su pistola. 

- Bien. - Dice la capitana mostrando la sonrisa que todos queríamos ver. Ahora viene lo bueno. - Ahora desnúdate.

- ¿C-Cómo?

- Desnúdate y enséñame que no lo tienes.- Dice manteniendole la mirada. - O sino, te desnudaran los chicos y dejaré tu destino en sus manos. - Los ojos de la capitana relucen al ver como el chico hace por voluntad propia lo que menos quiere hacer. Poco a poco se desnuda. La capitana sacude cada prenda y después las lanza por la borda ante la mirada atónita del chico.

- ¡Para! ¡Mi ropa! Ese no era el trato.

- ¿Trato? - Dice lanzando sus pantalones al frío agua. - Eso no existe entre piratas, ya deberías saberlo. Oh, vaya. - Dice cuando le da la vuelta a la camiseta y cae un pergamino. Lo abre solo segundo antes de lanzar la camiseta por la borda.

Serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora