Roger ya Tenía la mano vendada. Tuve que hacer un gran esfuerzo para que me dejara hacerlo. El muy imbécil le pegó a uno de los espejos de su habitación.
—¿Aún te duele? — Le pregunté mientras envolvía la última venda.
Negó rápidamente. —Solo Arde un poco. Estoy bien.
Me miró y nos sonreímos... Le acaricié la mejilla suavemente y él tomó mi mano entre la suya. —Tu eres el Chico más puro que he podido conocer... Y estoy segura de que vas a encontrar a alguien que también vea eso en tí.
Su sonrisa se intensificó y besó el dorso de mi mano. —Probablemente Tengas Razón... Tú también Mereces ser feliz con la persona que amas.
Le di un beso en la mejilla. —Debes Cuidarte esa mano, ¿Entendiste? No Podemos quedarnos sin el mejor Baterista del mundo.
Suspiró y se Recargó en el sofá. —Tienes Razón... No pueden.
Ahí está el Roger Taylor que yo conozco.
Lo abracé nuevamente. Aquí es donde tengo que agradecer por tener unos amigos tan geniales.
Después de hablar un rato más, cuando el reloj marcó las 2 de la mañana, cada uno subió a su respectiva habitación. Me dió un beso en la frente y las buenas noches.
Entré a mi habitación y ahí seguía él. En mi cama, con la mirada pérdida hacia la ventana. Me miró cuando entré y me sonrió... Esa jodida sonrisa tan hermosa que tiene va a acabar conmigo muy pronto.
Me acerqué lentamente a él y me senté en su regazo, con mis piernas a sus costados y lo atraje hacía mi. Me abrazó por la cintura y unió nuestros labios en un tierno beso. Un beso juguetón... Mientras mordía mis labios lentamente y me abrazaba más fuerte hacia él.
Nos separamos y nos quedamos mirando. —¿Todo Bien?
Asentí repetidas veces. —Todo está perfecto ahora...
—¿Qué pasó allá abajo?
—Roger... — Su semblante cambió al momento. La preocupación se hizo presente en sus ojos. —Lo entendió perfectamente bien... Se lo tomó bien.
Me sonrió y me abrazó más fuerte. —Te amo...
Sentí al instante miles de mariposas revoloteando dentro de mí. —Y yo a ti...
