De toda la semana son solo dos que tengo libres de doce, trece de la tarde hasta seis los sábados y luego los domingos de trece y treinta a diecisiete y treinta libres para mí, siempre anteponiendo las responsabilidades que tengo para con quien cuido llegando a suspender estas horas por tener que dar estos cuidados. Hasta allí todo bien, pero, llega finalmente el maldito lunes.
No vamos a hablar de los lunes como hacia Garfield "El Gato" que solo los odiaba y nada más, yo tengo bases y pruebas de por qué mi odio hacia ese día.
Primero, porque me recuerda que tengo una semana por delante y cinco días para descansar, aunque sea por unas horas, pero descansar, luego los lunes son días de llantos siempre con llantos y cuestionamientos, no míos, de lo que se debe hacer sin contar que cada día es un paso más delante para llegar a un peor momento, algo así como el pabellón de la muerte pero sin la muerte (talvez), sin luz, sin sacerdote rezando, solo un avanzar continuo a lo peor a expectativas de una continua tortura de que lo peor está por venir. Ademas que tengo que ir a talleres acompañando a alguien cosa que me corta el día para siquiera escribir o lo que sea, no me gusta salir a la calle, definitivamente no me gusta, pero tengo que salir, hablar con gente y rozarme con gente cosa que me molesta demasiado.
Todos los días, pero sobretodo los lunes es un dia pesado al haberme acostumbrado a la nada de divertirme, de sentirme bien, que ya descubrí que cuando me siento bien, alegre o feliz, luego de ello (o me emociono) comienzan mis dolores, taquicardia, dolor de estómago, dolor de cabeza, como si mi cuerpo rechazara de forma visceral tales estados de ánimo. El resto del tiempo soy como la cuerda de un arco, tenso, sin hacer más que nada que estar tenso y que basta muy poco para convertirme en un arma y salir disparado.
Mi vida es realmente una miseria navegando en una nube de bosta a tal punto la odio que no se la deseo ni a mi enemigo, bueno, a casi ninguno de ellos.
¿Cuál es mi peor enemigo? Pues yo mismo lo soy, porque básicamente soy estúpido y débil al punto de no poder ser firme en mis decisiones lo cual, por querer dar alegría al mundo doy de la mía quedándome solo con el frasco vacío lleno de absolutamente nada, cosa que los oportunistas usan para llenar de mierda.
Amigos, tengo compañeros, algunos confidentes, pero amigos, nadie me visita en la semana, nadie inicia conversación en la semana, nadie me da un abrazo y ni siquiera me prepara un té si no es mi madre, amigos, pues digamos que no tengo, no porque no me gustaría, simplemente no los tengo y punto.
Si destilo odio no es hacia muchos, pero el primero en la fila soy yo. Odio mi cuerpo, me odio a mí, odio mi torpeza cuando me doy a conocer, odio mi incompetencia y odio la esperanza y fe que me hace continuar vivo. ¿Cuánto tiempo durara eso? No lo sé solo espero no llenar el cargador antes que una muerte natural me sobrevenga.
El único consejo positivo que te puedo dar es, duerme poco, no te acerques a nada que lleve demasiado de tu tiempo y se tú el centro de tu mundo y que el resto de las personas, todas ellas sean como satélites que te rodeen, satélites descartables y que jamás te tiemble la mano de quitarlo de su órbita.
Bala tres.
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Crónica de una muerte anunciada que nadie quiso evitar
NonfiksiEscritos de catarsis deprimentes y para sentirse mal