ｕｇｌｙ •lou angst• [Terminado]

ᴀɴꜱɪᴇᴅᴀᴅ

Cuando Lou se quedó a solas y terminó la limpieza, tomó un cepillo que siempre guardaba en su bolsillo y empezó a acomodarse su desalineada cabellera, esto no iba a ser el final de su historia, no se dejaría caer por ningún peluche rechazado ni por ninguno de los muñecos que alguna vez intento mandar al Gran Mundo.

Era el más perfecto de todos, su único defecto era que siempre le mostraba piedad a alguien que no se lo merecía, algún día todos pagarían por su dolor, se sentó hambriento de algo de justicia y claro que la tendría pero primero debía ganarse de nuevo el afecto de todos, convencerlos de que la perfección tenía que volver y que sólo el podía guiarlos a ella. Su cabello sedoso estaba perfectamente peinado, impecable y brillante, tal como antes de que los acontecimientos anteriores sucedieran, entre ese lapso de una semana no tuvo interés en arreglarse pero ahora que volvia a las mismas andadas de antes podía ser como siempre fue, un hombre perfecto desde adentro hacia afuera. Su ropa ahora estaba como nueva y se coloco ese hermoso rimel negro que le daba un toque especial a su mirada seductora. Pobre de todo aquel feo que sienta que podrá con él.

Asomó su rostro por la ventana para ver que aún quedaban horas para la puesta de sol, salió dejando el trapeador en cualquier lado para ir a caminar por las calles de Villa Fea donde todos cuchicheaban viendo al rubio caminar con encanto y seguridad, aún estando consciente de que casi todos lo odiaban. Detuvo su paso al ver al grupo ridículo que destruyó su monarquía caminar cabizbajos y melancólicos, como si a un niño se le hubiese ido volando una cometa, era patético.

-Hola peluchitos.- Sonrió burlón Lou.

-¿Qué quieres Lou?- Dijo Mandy, la única con lentes del grupo, tenía una expresión de miedo como esperando un ataque.

-Sólo paseaba cuatro ojos ¿Dónde está su amiga rosa?-

-Moxy.- Lo corrigió Ugly Dog un peluche en forma de perro azul con un ojo grande.-Chico, ella ya se fue al Gran Mundo.-

-¿Ella? ¿Cómo llego allá? Destruí el único camino. -El rubio de cabello perfecto apretó los puños conteniendo un ataque de ira.

-Lo reparamos, no ibamos a quedarnos así.- Dijo Suertudo, el único rojo del equipo.

-Si si claro.- Lou rodó los ojos. -Todos se irán en algún momento ¿A dónde iban?-

-Íbamos a...- Pero dejó de escuchar, de pronto todo su mundo dejo de girar, y el tiempo se detuvo en un hoyo negro que succionaba todos los buenos recuerdos que alguna vez tuvo.

Todo se volvió gris e inanimado, no hubo ningún sonido que marcará vida en ese lugar que alguna vez fue feliz y lleno. Ahora solo quedaban el y su ego, Lou parecía ser el último habitante ahí y no había señales al rededor, parecía que hubiera viajado a otro planeta.

Lou tosio de frio entre la soledad para abrazarse a si mismo. -¿Hola? ¿Dónde están todos?- Pero no hubo respuesta que le dijera que alguien lo habia escuchado.

En el tormento del silencio, unas risas juguetonas parecían alejarse, unos peluches corrían a una gran salida de vidrio en la cual salía un gran brillo destellante que se iba apagando lentamente. Lou abrió grande los ojos al darse cuenta de tal realización aterradora.  -¡Esperen, no se vayan sin mi!- Gritó corriendo intentando seguir el paso suplicandole al Dios de la perfección que la entrada al Gran Mundo no se cerrara antes de que el pudiese atravesarla.

El prototipo corrió tanto como sus delgadas piernas se lo permitieron, y justo cuando creyó que llegaría por fin, la entrada se selló completamente,  impidiendo entrada y salida.

-No, no no por favor.- Rogó el rubio golpeando los cristales sin cuidado alguno con sus nudillos a puño cerrado, llenandolo de moretones en el proceso. -¡Yo también quiero salir, quiero conocer el Gran Mundo, quiero ser un muñeco normal por favor!- Lloró sintiendo una furia ciega que no le permitía ver con claridad las cosas, como que si seguía así se rompería sus muñecas o saldría gravemente herido.

-¿Lou, Lou?- preguntó Suertudo sacudiendo un poco al ya mencionado. Lou respiraba con obvia dificultad, su pecho subía y bajaba y el latido salvaje de su corazón podía ser escuchado por cualquiera a su al rededor, un velo de sudor caía de su frente como una regadera mal cerrada, si mirada estaba perdida y su cara roja, incapaz de regresar sin ayuda a su estado anterior. -¿Qué le pasa?- Preguntó el rojo de la suerte con inocencia y temor.

-No sé, creo que...- Mandy algo asustada por lo que pensó, tomo de las mejillas a Lou para que la viera de cara intentando despertarlo de su trance. -Lou respira, no es real, nada es real, respira por favor.- Lou parecía asentir pero aún no despertaba completamente, sacando lágrimas en el momento en que Mandy intento ayudarlo a guardar la calma.

-Ayuda, no se vayan.- La niebla de Lou se apagaba lentamente regresando a la realidad para ver al mismo grupo de antes solo que ahora estaba rodeado de más muñecos y peluches preocupados por lo que presenciaron, pasaron de odiarlo a tenerle compasión.

-¿Lou?- Preguntó por última vez la muñeca de piel morena y lentes mientras se separaba del mencionado. El asintió lentamente.

-Ya, ya estoy bien.- Se tocó el pecho sintiéndo el indomable latido de su corazón yendo de forma muy lenta a su ritmo cardíaco habitual. -Esto es cada vez más frecuente.-

-¿Esto te ha pasado antes?- El alcalde Ox preguntó viendo con preocupación al rubio, que alguna vez fue su amigo.

-A veces si desde...siempre.- Admitió Lou. -Pero había pasado tiempo sin tenerlos, solo volvieron a empezar hace...una semana.-

Mandy abrió grande los ojos. -Perdón no pensé que eso te pasará.- Se acercó a el prototipo. -Eso fue un ataque de ansiedad.-

-¿Ansiedad?- Preguntó Lou y los cuchicheos de todos volvieron a empezar.

-Si yo también he tenido.- Admitió Mandy rendida. -Nunca te dije nada porque pensé que me juzgarias.-

-¿Y cuándo se cura?- Preguntó el rubio esperanzado.

-No se cura.- Respondió ella avergonzada. -Pero puedes buscar ayuda en nosotros.-

Todos los peluches y muñecos sonrieron con una mirada dulce que despertó emociones en Lou, aunque esto era perfecto para su venganza, no estaba seguro si eso era lo que quería ahora. Todos parecían ser comprensivos y buenos, incluso Ox y Mandy. Todos estaban dispuestos a ayudarlo aún a pesar de las circunstancias obvias y el seguía con el odio. Suspiro devolviendo la sonrisa.

-Deberías comer algo de sopa.- Uno de los habitantes de color rojo y grandes orejas acerco un plato y una cuchara a las manos del rubio quien vio con terror lo que había adentro.

-¿Sopa dijiste?- Preguntó aterrado, el simple hecho de ver comida le daba asco, y le tenía cierto terror a la idea de comer un poco y engordar mucho pero se estaba muriendo de hambre ¿enserio sacrificaria su hermoso cuerpo por algo de antojo? No estaba seguro, pero si solo lo probaba no perdía nada.  -Bueno, esta bien.- Rendido tomo el plato hondo y con algo de disgusto y vergüenza porque todos lo vieran comer metió la cuchara en el plato para tomar un poco del caldo verde que le habían ofrecido.  Maldición esto sabía delicioso.  Lou empezó a meter más veces la cuchara en el caldo casi devorandolo ignorando que para la vista de los demás era como un animal que estuvo encadenado sin comer por horas. Dejo la cuchara a un lado y tomando el plato empezó a beberlo como si fuese un vaso de agua, al terminarlo se limpió los restos al rededor de su boca con la manga de su traje y vio como todos seguían ahí viendolo, sintiéndose avergonzado, dejando el plato en cualquier lugar para después irse corriendo.

Apenas llego a su hogar, corrió a verse en su espejo alargado.

-Oh por Dios estoy obeso.- Se quitó el chaleco de su traje para tocarse cada parte de su estomago que según el estaba crecido. -¡Estas asqueroso, horrible! ¡Maldito gordo de mierda! - Se golpeó la piel de su en realidad perfecto abdomen para después correr al baño.

Aquí vamos de nuevo...