VIII

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No regresaban. Mis fuerzas no volvían a mí. Quería levantarme, junto a Mikasa y salvarte; protegerte a ti, Eren.

Los zumbidos solo lograban aturdirme más. Escuché voces, sonidos de los soldados o personas que nos rodearon. Pero; no nos recriminaban u ordenaban alguna acción. El timbre de voz más cercana a nosotros, era amable. Atenta; hacia la persona que se dirigía.

« Los Azumabito no nos abandonamos ». Fue la emulación percibida. Mis oídos no lo desfibraban al momento. Lo comenzaba a perder. Desmayos me asechaban. No podía quedarme ahí; lejos de ti y, sin salvar tu trasero.

Levanté mi cansado cuerpo. Hasta para mí, ya había sido demasiado. Rogaba un descanso; pero no podía ceder ante la lasitud. Con las mínimas fuerzas; llegue al lado de la azabache.

Palabras invadieron el aire; eufóricos o amenazantes, no lo sé. Pero después de ellas; los sujetos se abrieron paso al campo de batalla, sin titubeos. Acababan con la vida del; nombrado y llamado, enemigo.

Tenía que a completar mis acciones. Atacaría al titán acorazado. Mis pesados pasos; intentando esconder mis, ahora resultantes movimientos trastabillados; fueron detenidos por una mano.

No logrpe sentir el calor de la mano sobre mi cuerpo. « ¿Acaso era un cadáver? » Busqué la mirada del dueño de la mano. Era Mikasa.

—Inmovilizare yo al titán acorazado; tu saca a Eren. —Comprendí del movimiento labial que hacía. No estoy seguro de su mirada; pero tal vez era la misma de hace años.

« Igual; pero no más hermosa que la tuya. ¿Sabes? La anhelo volver a ver. »

Naufragaba en mis ideas. « Cerca de aquí, está el mar. Podemos ir allí y, disculparme por no permanecer más tiempo junto a ti. »

Las fuertes detonaciones quebraron en mí. Mikasa hizo explotar la parte posterior de las rodillas de titán. Las efímeras fuerzas, me invadieron y estrujaron. Opuesto a la bestia que combatías; que flageló.

 Un sonoro grito captaron mis oídos. Solo había sido el preludio dado por la de cabellos oscuros, a la explosión de la nuca del titán acorazado. Enganché al hombro de Eren. Los filos de las cuchillas oscilaron.

« Pronto, todo terminará, Eren »
Más que buscar tu sereno; rebuscaba el mío. Porque por más que lo intentara; no podías escuchar mis pensamientos.

Cerca de cortar tu nuca y, sacarte de allí. Atacaste al portador del último titán cambiante de pie. Devorándolo. Un proyectil dirigido a tu cabeza; la atravesó.

Ardor y calor. La oleada de esto se instaló en mi rostro. Solo en un lado de mi cara. Mi cuerpo ya no volaba a merced del viento. Algo me resguardaba.

Tirado sobre eso desconocido. Abrí mis ojos. Solo uno obedeció la orden. Estaba dentro del puño de Eren. Mi mano viajo al lado en el que permanecía la sensación. Mis yemas pálidas se pintaron de color grana.

Desdecía. Estabas bajando tu puño. Lentamente lo abriste. 
Sin ninguna resistencia; mi cuerpo toco el pasto. Sentado sobre mis piernas. Frió eso sentía. Saliste del cuerpo del titán. Con algo de ansiedad, caminaste hacia mí.

« Eren... »


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