El ahora es un regalo.

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San Miguel de Tucumán, 07 de Noviembre. Tucumán, Argentina.

Resolviendo dudas existenciales.

Capítulo 6: El ahora es un regalo, por eso se llama presente.

By Sioa Shun Uchiha-san

Decir que estaba agotado era un mero eufemismo, pasaban ya de las seis de la tarde, estaba hambriento, tenía un sueño del infierno y había tenido que apagar su celular porque estaba jodidamente arto de las llamadas de su novio: Usami Akihiko, quien no dejaba de marcarle exigiéndole saber a qué hora pensaba volver a casa y reclamando de paso que el día anterior había llegado demasiado tarde.

Estaba en el estudio de Mizukari- sensei junto a Onodera, cinco de los ayudantes de la mangaka y ella misma, pegando fondos, aprendiendo de los asesoramientos que el otro editor señalaba a la artista y haciendo su mejor esfuerzo para ser de ayuda y terminar ese maldito storybord a tiempo.

Entonces la puerta del estudio se abrió, y cual ángel caído del maldito cielo entró Takano Masamune, actual editor en jefe del departamento Emerald de shoujo manga y su actual jefe, con unas cuantas bolsas colgando de sus muñecas, sus lentes de pasta negros sobre el puente de su nariz tan desalineado y ojeroso como todos los presentes, pero con un suave amago de sonrisa amable en sus brazos.

-Gracias por su buen trabajo. – Afirmó con un tono de voz rasposo y enronquecido debido al agotamiento. -Traje la cena y ya que terminé con mi trabajo decidí venir a ayudar.

-Ah, Takano-san ¡Muchas gracias! ¡Lo lamento mucho! – Se disculpó y agradeció con voz aguda la joven mujer, mirando al pelinegro con ojos brillantes mientras todos los ayudantes suspiraban y sonreían encantados de que les trajeran algo de comida a sus torturados estómagos.

Pronto el ambiente se relajó un poco, y tras disfrutar de una merecida cena, o algo parecido a eso, porque con una mano en el corazón sanguches embozados, refrescos y bebida energizante no eran ni de cerca una comida apropiada, aun así eso no le quitaba para nada el sabor a gloria que les sentían después de llevar horas encerrados, trabajando y atiborrándose de café.

Para las diez de la noche finalmente habían acabado, todos estaban tirados en sus respectivos asientos, algunos recargados sobre la mesa, otros colgando de maneras inhumanas de los respaldares de las sillas.

-¡Buen trabajo!- Fue el gritó de todos, después de que Takano revisara el manuscrito rápidamente y le diera el visto bueno, poniéndolo dentro del sobre de papel madera ya que sería enviado a imprenta a primera hora del día siguiente.

-Estoy acabado...- Jadeó Misaki con sus ojos cerrados y la cabeza colgándole del respaldar de la silla. ¿En serio? Después de tatos años viendo a Aikawa-san vivir al borde del infarto ¿Realmente había decidido convertirse en editor? ¿En qué diablos estaba pensado cuando postuló para entrar a Marukawa Shoten?

-Buen trabajo. - La voz de Takano lo trajo de nuevo a la realidad, abriendo los ojos cuando una lata fría fue apoyada en su frente e incorporándose despacio tomó el energizante que su jefe le tendía.

-¡Muchas gracias, Takano-san! Terminamos antes gracias a su ayuda también, y gracias por haber traído la comida.

-Huh, parece que no eres tan incompetente, novato, será mejor que te alistes ya nos vamos, aunque no creo que alcancemos el último tren.

-Lo dudo, ya son más de las diez. - Afirmó Ritsu, acercándose con su abrigo ya puesto, mirando con algo de lastima a su compañero, pero luego le dedicó una sonrisa. -Te has esforzado mucho Takahashi-kun, gracias por eso.

Sonriendo inclinó un poco su cabeza y se levantó para tomar sus cosas, alistándose apresuradamente para salir junto a ellos y al equipo de ayudantes, a desgana tomó su celular marcando soltando un largo resoplido cuando este comenzó a timbrar con desesperación, anunciando una tras otra las llamadas perdidas.

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