Un resultado inesperado.

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San Miguel de Tucumán, Tucumán. Argentina. Domingo 26 de Mayo del 2019.

Resolviendo dudas Existenciales.

Capítulo 8: Un resultado Inesperado.

By Sioa Shun Uchiha-san

Había sido un sábado norma, había despertado temprano apenas sintió movimiento en la cocina, Hiyo, como era su costumbre, había despertado antes que ellos y estaba haciendo el desayuno para todos acompañada de un adormilado Sorata que se frotaba suavemente entre sus piernas. Sin vacilar, ofreció su ayuda para terminar de preparar los alimentos y luego había ido a despertar al desparpajo de ser humano que tenía por pareja.

Habían desayunado juntos, luego ido a hacer las compras para la casa, almorzaron y luego por la tarde habían ido al cine, donde como siempre, Kirishima había intentado tomar su mano dentro de la oscura sala y en cuanto Hiyo se había levantado por ir al baño se las había ingeniado para robarle un beso, ganandose varios reclamos de su parte por su descarado y caprichoso comportamiento. Luego de la película habían paseado por el shopping, comprado algunas cosas para la alegre niña que los acompañaba y habían cenado fuera en un concurrido restaurante familiar de la zona.

Ahora estaban en casa, Hiyo estaba en su cuarto ya dormida y él acompañado de su novio descansaban en el balcón mientras fumaban y bebían una lata de cerveza cada uno. Estaban en un silencio tenso. Al menos para él lo era, Kirishima estaba a su lado y parecía indolente a lo inquieto que él se setía.

La noche anterior había escuchado algo aterrador, no estaba seguro de si había sido aquello causa de su cansada mente que decidió hacerle una jugarreta o realmente el castaño había pronunciado esas palabras y ciertamente le aterraba preguntar, no era algo para lo cual se sintiera preparado.

Hablar con Hiyori. Decirle a esa niña que se había convertido en la luz de sus ojos sobre la relación que él y Zen sostenían era algo que no estaba dispuesto a hacer. Los miedos se lo comían vivo ¿Y si ella los odiaba?

Desde la primera vez que había puesto un pie en la residencia de los Kirishima y había reparado en el altar de Sakura que no sentía con el derecho de ser parte de esa familia. Él sabía que ese lugar debía ocuparlo una mujer, una que pudiera ser una madre para Hiyo, alguien que pudiera acompañar a la niña en el camino torrido que estaba por empezar, la niña tenía un pie en la adolescencia, doce años era una edad complicada y ella necesitaba a una mujer para guiarla, no a él, un hombre amargado con un trabajo igual de exigente que el de Kirishima, pero lo más importante, era hombre, él no podría nunca tomar el lugar de una amorosa madre.

-Takafumi... - Esa voz lo hizo volver a la realidad y giró su mirada a su pareja que sonreía ladino mientras sostenía la lata de cerveza entre sus largos y firmes dedos. -Llevas cinco minutos con el cigarrillo apagado entre los dedos ¿En qué piensas?

-¿Y eso qué te importa?- Contestó hoscamente, sintiendo sus mejillas arder al ser descubierto absorto en sus pensamientos.

-Oh ¿Con qué esas tenemos? - Preguntó risueño, ladeando su rostro ligeramente sin apartar sus hermosos ojos de las mejillas teñidas del más joven. -¿Es por lo que te dije anoche, Takafumi?

El agente de ventas se congeló por unos segundos girando lentamente su cabeza para confrontar la mirada ajena con el ceño notoriamente fruncido. -¡Entonces realmente lo dijiste! ¿Estas loco, Kirishima?

-Vamos, Takafumi, tranquilizate.- Alegó tomando la cajetilla de cigarrillos que estaba en la pequeña mesita entre ellos para tomar uno y llevalo a sus labios, encendiendolo con parsimonia para después dar una larga calada. -Pensé que si tocaba el tema cuando estuvieras relajada sería más sencillo, pero mi osito gruñon estaba cansadito y se quedó totalmente dormidito.

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