Capítulo 7: Jouno

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Un niño rubio de piel bronceada y ojos tan rojos como la sangre, no tendría más de 10 años y, sin embargo, ya tenía un camino trazado para su vida. Él vivía en el templo de Ra, siendo su heredero, y para todas las personas de Egipto, él no existía.

Solo el Sumo Sacerdote de Ra y su sucesor sabían de su existencia, siendo sus portavoces y los de Ra.

—¡Jouno! —Llamaron su nombre. Una voz que conocía.

Al acercarse vio al sumo sacerdote que siempre lo visitaba y a su lado un niño... Piel oscura, cabello castaño y ojos del mismo color del que se imaginaba en el cielo. Llevaba una túnica larga sin mangas de color morado, una tela dorada alrededor de su cintura y una capa blanca que se arrastraba por el suelo, toda la fina tela y las joyas doradas alrededor de sus brazos y cuello le decían que era un noble. Y el hecho de que pudiera verlo debía ser porque sería el próximo Sumo Sacerdote.

Si era la única persona de su edad que iba a ver en toda su vida, Jouno quería llevarse bien con él. Sonrió y se puso en la postura real que Cadmus le había enseñado, su capa blanca se movía detrás de él al andar, tenía una túnica de manga corta de color blanco con bordado dorado en el escote, las mangas y el dobladillo de la falda, un collar y brazaletes dorados rodeaba su garganta, muñecas, tobillos y cintura, además de un anillo dorado con el ojo de Ra en su frente.

—Aknadin. —Saludó primero al Sumo Sacerdote, asintiendo levemente, recibiendo uno a cambio y una mirada de aprobación. Sintiéndose más confiado asintió al niño desconocido.

—Él es Seth, tomará mi lugar cuando tenga la edad adecuada. —El niño con ojos como el cielo asintió rígidamente e intentó devolver la sonrisa con poco éxito.

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Decir que Joey no estaba nervioso por ver a su antiguo compañero, sería una mentira colosal. Sobre todo porque él no lo recordaría jamás, si quería recuperarlo debía hacer algo él mismo. Aunque seguía preguntándose si su relación con Seto Kaiba podía realmente repararse, aunque solo fuera para ser amigos.

—Deberíamos colarnos, no creo que nos conteste. —Comentó Alister malhumorado.

Estaba por decirles que no habría forma de colarse con el huevo en brazos y no iba a separarse de él, cuando la puerta se abrió con un sonido mecánico.

—Creo que te oyó, Alister. —Dijo Valon con diversión.

—Entremos, déjenme hablar a mí.

Joey lideró el grupo hasta la entrada cruzando la carretera de tierra. Allí Kaiba esperaba con los brazos cruzados y una mirada helada, pero Joey vio piel oscura, una mirada cálida y una sonrisa apenas reprimida.

El rubio parpadeó para enfocarse nuevamente, siguiendo a Kaiba hasta la sala de estar. Ambos se sentaron en el sofá de tres plazas, uno en cada esquina, mientras que sus tres guardaespaldas se apoyaron en las paredes.

—¿Viniste por lo que tu gato no consiguió robar?

Eso... no se lo esperaba. Levantó una ceja interrogadora hacia Alister, quien había encontrado una planta mucho más interesante para observar. Suspiró antes de regresar la mirada a su compañero ¡Ex-compañero! Nunca lo superaría, más le valía recuperarlo.

—Mi libro, te lo di hace cuatro años y nunca había brillado, ¿Me lo devolverías, por favor? —Intentó ser educado, pero por la tensión creciente en los hombros del moreno algo estaba haciendo mal. ¿O es mi presencia? Tal vez esto no tenga remedio después de todo.

—Sí, está aquí. —Giró para recoger el libro que no se había dado cuenta estaba en una mesa auxiliar. Estaba realmente cautivado por su ex-compañero que apenas veía alrededor.

Recogió el libro y la cuerda intacta alrededor. —No lo abriste. —Se sorprendió, estaba encantado para que solo él y su compañero lo abrieran y sabía que Seto era curioso, todos los genios lo eran.

Kaiba frunció el ceño y abrió la boca como si quisiera gritarle, pero pareció pensárselo mejor. —Te fuiste antes de poder pedir permiso para verlo. —El reproche estaba claro y Joey sintió la culpa pinchando sus entrañas.

—Claro... —Dejó el huevo aun envuelto en una posición segura en el sofá y puso el libro en su regazo. Su mano derecha flotó sobre la portada, la cuerda dorada brilló mientras se desprendía del libro y se ataba alrededor de su muñeca.

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Seto estaba confundido, y algo molesto, pero principalmente confundido y eso era nuevo para él. Ya debería estar acostumbrado gracias a Atem se reprendió mentalmente antes de suspirar.

En retrospectiva, no era su culpa, ¿cómo iba a saber que el libro era mágico? Tal vez si se lo hubiera dado Yugi, podría haberlo pensado como posibilidad, pero no tenía idea de que Wheeler tuviera objetos mágicos con él. Bueno... era un hecho que no lo conocía tanto como pensaba.

Él dio a entender que podría haberlo abierto. Pensó mirando como Joey pasaba las páginas con cuidado, pero rápidamente. Se inclinó inconscientemente para poder leer algo en las páginas mientras pasaban más lentamente al acercarse al centro.

Su brazo, apoyado en el asiento de en medio, rozó la chaqueta de Joey, se sentía cálida y no retiró el brazo. El rubio se detuvo bruscamente mirando hacia donde su chaqueta y brazo se tocaban, alguien inhaló agudamente y al mirar hacia arriba pudo ver a Alister y el de cabello castaño mirando entre el gigante rubio y los que estaban en el sofá con una pregunta en sus ojos.

Joey lo miró a los ojos y Seto le sostuvo la mirada, tragó nerviosamente cuando la evaluación se prolongó incómodamente. Cuando los ojos marrones miraron un segundo la chaqueta y su contenido antes de volver al libro, Seto soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo quedándose completamente inmóvil mirando la suave elevación en las comisuras de los labios de Joey. Se sentía como si hubiera pasado una prueba.

—Oh. —Suspiró la palabra. —No recordaba haber puesto esto aquí.

Entre las páginas a mitad del libro la carta del Dragón Negro de Ojos Rojos se asentaba inocentemente. —¿No tuviste tu carta favorita en estos 4 años? —No pudo evitar preguntar.

Ya no tenía un mazo de cartas consigo en todo momento como cuando era más joven, pero su Dragón Blanco de Ojos Azules estaba siempre con él junto a su foto de Mokuba.

—No tuve tiempo de jugar. —Respondió recogiendo su carta, la reverencia en su toque traicionó lo mucho que la había extrañado.

—¿Es lo que Alister vio brillar cuando nosotros estuvimos en el museo?

—Tiene sentido, ¿no, Rafael?

Mientras los dos rubios compartían una mirada de conocimiento, Seto se apartó habiéndose dado cuenta de lo cerca que se había inclinado hacia Joey. El objeto envuelto se tambaleó cuando movió su brazo y sus manos salieron disparadas para sujetarlo. Si la anterior actitud del perro era algo a tener en cuenta, esa cosa era importante. Su pensamiento se confirmó cuando levanto la vista para ver una mirada tensa clavada en sus manos, comenzó a retirarlas lentamente sin querer que esos ojos lo miraran, se imaginaba un perro a punto de morder a quien intenta robarle su hueso. No lo pondría por encima de Joey hacer exactamente eso.

—Lo siento. —Seto no se esperaba eso. —Esto... —Puso una mano suave sobre el objeto. —...es importante para mí.

Pasado CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora