FRAGMENTO... 1

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Señorita Ponny, Hermana María:

Sé que estarán muy molestas conmigo cuando estén leyendo esta carta, no he huido de casa solo que no podía quedarme con los brazos cruzadas a sabiendas de que tal vez podríamos perder la propiedad que alberga a nuestro amado hogar de Ponny, sabía que estamos en problemas(si aún que ustedes tratan de ocultarlo no pudieron engañarme) me di cuenta por casualidad de la gravedad del asunto, así que tome la decisión de ir hasta Chicago a hablar con esa familia de banqueros que nos desea arrebatar el hogar, ¡no queridas madres!, no lo voy a permitir y ese tal Señor Legan no quiere recibirme entonces me plantare en la oficina de señor William Andley pero con alguno de los dos tengo que hablar para abogar por el bien del hogar, espero estar pronto de regreso y con buenas noticias, no se preocupen por mi estuve guardando por algunos días la ración de pan que me correspondía así que tendré la barriga llena.

Con cariño Candy.

P.D. Lamento darle tantas preocupaciones.

- ¡Dios mío!, Candy que has hecho – la señorita Pony se llevó una mano al pecho.

- Tenemos que ir por ella – La hermana María esta seria.

- Pero no tenemos dinero suficiente para pagar un pasaje a chicago – respondió la dama de anteojos con preocupación.

- No podemos dejar que ande sola en la ciudad – la hermana también estaba preocupada pero tenía que actuar rápido – la ciudad es un lugar muy peligroso para una jovencita de catorce años y además que va sola – sentía tanto miedo por la integridad de Candy – si alcanzo a tomar tren del medio día tal vez la encuentre esta misma noche – la hermana se acercó a un viejo librero, ahí había un frasco de vidrio opaco.

- ¿Te llevaras el dinero del pago de este mes? – la señorita Ponny estaba sorprendida ya que la hermana María nunca tomaría ese dinero ya que era exclusivamente para pagar al banco.

- Candy y yo lo repondremos – prometió la hermana y sin decir más tomo un viejo bolso que más bien parecía un pequeño costal para echar monedas, la guardo entre sus hábitos y salió del hogar con destino a Chicago. Candy bajo del vagón del tren a escondidas pues como era de esperarse no contaba con dinero así que tuvo que escabullirse en los vagones y viajar como polizonte, suponía que para esa hora la señorita Ponny y la hermana María ya habían encontrado su carta, sabía bien que cuando regresara le esperaba una buena reprimenda pero si conseguía solucionar el problema con el hogar de Ponny las cosas el regaño sería menor.

- ¡Bien Candy! – se dijo así misma – por donde empezamos – miro la gente que pasar de un lado a otro en la estación del tren – esa familia es muy importante así que... solo es cuestión de preguntar – disculpe señor – Candy le hablo a un hombre que llevaba puesto un elegante sombrero negro – estoy buscando a la familia An... - pero no termino de hablar cuando una mujer con un hermoso vestido la hizo a un lado de un empujon.

- Una jovencita como usted no debería de importunar a un caballero como mi "esposo" – al parecer a la dama le dieron celos de la chica, pues a pesar de solo contar con catorce años Candy tenía el físico de una mujer, pero una mujer atlética con curvas que marcaban y definían su cintura, sí, Candy tenía juventud y una peculiar belleza que llamaría la atención de cualquier hombre ya fuera un jovencito o un maduro caballero.

- ¡Qué mujer! – Candy se enfureció ante la actitud de la dama, no tuvo más que conformarse y seguir caminando hacia afuera de la estación, esperaba poder encontrar a alguien amable que le ayudase – no recordaba lo grande que era la ciudad – se sorprendió al verla, había edificios altos, muchos autos y gente caminando por las calles, todos parecían vivir muy deprisa. Hizo varios intentos para solicitar ayuda pero nadie la tomaba en cuenta, siguió caminando por largo rato sin obtener respuesta alguna. Al mirar a su alrededor no se podía apreciar más que grandes rascacielos algunos terminados y unos más construyéndose, que diferente era todo en el hogar de Ponny pues desde la colina podía apreciar las montañas y los bosques, el aire era puro y el sol radiante en los días de primavera... miro que había llegado a una gran avenida que contrastaba el paisaje junto al lago Michigan, se sentó en un solitaria banca y se hundió en sus pensamientos, no entendía porque motivo alguien quería quitarles todo lo maravilloso que otorgaba el hogar de Ponny, subió los pies a la banca, flexiono las rodillas y las abrazó como queriendo envolver todo su cuerpo, estaba cansada, la ración de pan que había llevado no fue suficiente para llenar su estómago, este comenzó a gruñir como pidiendo lo llenaran de algo – tengo hambre – dijo Candy al darse cuenta de que las cosas no serían tan fáciles como ellas las imaginaba, recargo su cabeza en el respaldo de la banca y poco a poco se fue quedando profundamente dormida. A pesar de ser abril y de que la primavera había llegado hace poco el clima era húmedo y frío al anochecer, Candy soñaba con su amado hogar de Ponny, todo riendo y jugando alrededor del gran árbol que los cobijaba bajo la sombra que proporcionaba su voluptuoso follaje verde, los niños le aventaban agua de un viejo recipiente de madera al cual se le hacia el líquido por los costados – niño dejen de mojarme – dijo Candy entre dientes, fue que empezó a abrir los ojos con dificultad para ese momento la noche había entrado así que cayó en cuenta de que por el cansancio se había quedado dormida – estaba tan cansada que me quede dormida en este lugar – se estiro para destensar un poco su cuerpo que se había entumido, su rostro estaba humedecido por la fría llovizna que caía sobre ella – así que por eso soñé con agua – se limpió el rostro – tengo que seguir buscando – se puso de pie y siguió su camino - ¡Que frio hace! – envolvió su cuerpo con sus brazos, ahora que la era de noche sintió que la ciudad se miraba más hermosa fuera del ajetreo cotidiano, los faroles iluminaban las esquinas y parecían emitir una luz de ensoñación que contrarrestaba con la ligera neblina y llovizna que estaban cubriendo la ciudad, Candy quería encontrar algún lugar para cubrirse del sorpresivo clima, camino por varias calles hasta que al fin pareció encontrar un sitio propicio para resguardarse, se metió en un solitario y casi oscuro callejón, casi en la esquina había un improvisado techo de tejas sostenido apenas de unas vigas era algo inestable pero al final de cuentas servía para mantenerse seca – pensé que podría tomar el tren de la noche para regresar al hogar – se sintió desanimada - ¡Candy todo está bien!, mañana seguirás buscando a esos hombres – dijo para animarse, en ese instante se escuchó como alguien pateo un pedazo de metal que fue a dar a los pies de ella.

FRAGMENTOS... EAREWhere stories live. Discover now