FRAGMENTO 4

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Estos solo son fragmentos de una historia que aun se sigue formando en mi mente, no son parte de ningún fic es por ello que tal vez no se tenga  secuencia y lleguen a ser confusos pues los escribo como se me vienen a la cabeza,  por lo mismo pareciera que me he saltado algunas partes pero no es así solo ya que los escribo con forme se me ocurren... Gracias por leerme.

Los ojos de un ser suplicando no ser asesinado, esa mirada tan llena de miedo, de tristeza, que imploran piedad por su vida y él con esos hermosos ojos azul cielo descubrió por vez primera lo que estaba haciendo, esa hermosa ave a la que había herido de un ala con la bala de la escopeta estaba tirada sobre el verde follaje que crecía junto al lago suplicando por su vida, graznaba tan fuerte que el sonido que emitía se clavó en lo más profundo de sus oídos llevándolo a un sitio donde solo se encontraban él y el cuervo, estaba sufriendo por el dolor que le había provocado el disparo. Anthony se había quedado paralizado y dudoso de dar el certero tiro que liberaría al ave de su sufrimiento... sufrimiento... dolor... desesperación... angustia... El ladrido de un perro fue llenando sus oídos hasta hacerlo reaccionar, sujeto de nueva cuenta y fijo su vista en la mira, sentía que las manos le temblaban pero no se podía permitir dudar por un instante, dio un ligero respiro para poder concentrarse cuando sintió un golpe en su costado ya no alcanzo a jalar el gatillo y fue a dar al fría agua de lago.

- Como te atreves – le grito una conocida voz, él ya se había sentado en el fango, su cadera estaba sumergida en el agua, sus rodillas y dorso sobresalían, su pelo estaba completamente mojado y sus ropas sucias, levantó la vista y los mechones mojados que tenías sobre su frente.

- ¿Qué te pasa a ti? – cuestiono Anthony visiblemente molesto – ¡estas, demente! – se miraba enojado.

- Lamento tanto arruinar tan placentero acto para ti – ella lo miro retadora con sus almendrados ojos verdes – pero a mí se me hace algo demasiado cruel – ella se acercó a donde el ave herida, Anthony la seguía con mirada reprobatoria.

- Se estaba metiendo en los sembradíos de la familia – Anthony quiso excusarse con dicho argumento.

- Que lamentable... – Candy enfatizó su nombre – que solo porque busca alimento tenga que ser asesinado – Anthony se puso de pie, sus ropas escurrían – no te has puesto a pensar que nosotros somos lo que estamos invadiendo su espacio – dijo Candy mientras buscaba algo que le ayudara a sujetar el ave, busco con la mirada a unos metros había un arbusto, sobre este se encontraba el saco del Anthony, ella lo tomo ante la mirada de asombro del joven.

- ¿Qué vas a hacer? – cuestiono incrédulo.

- Acaso no es obvio – Candy lo miro seria – voy a llevarme al ave y la cuidare hasta que sane – le aseguro, Anthony se quedó asombrado de la manera en la que Candy hablaba, era determinante, la joven rubia envolvió el ave con el saco de Anthony – estarás bien – Candy le hablo con ternura, el joven no podía apartar la mirada de la chica que puso el saco junto con el ave entre sus brazos como si fuese un bebe – yo te voy a cuidar – dijo ella en un susurro y Anthony en verdad estaba asombrado.

- ¿Cómo puedo enojarme con ella? – se dijo para sus adentros mientras observaba el bello cuadro que la vida le estaba regalando en ese instante, ella parecía sacada de una antigua pintura del periodo romántico, aunque el siempre trataba de evadirla no podía dejar mirarla en secreto. Recordó la vez que la tía abuela no estaba y ella jugueteaba en la fuente principal del jardín con uno de los perros guardianes, ese día su vestido de blanco de organza había quedado mojado por completo cuando Magno, el perro, la había empujado dentro de la fuente, después de unos cuantos juegos se puso de pie, el vestido se había ceñido al su cuerpo y él no pudo evitar apreciar que esa jovencita tenía una hermosa anatomía – ¡ah, la venus! – había pensado él al recordar la pintura. También recordó aquella mañana en que había salido a dar un paseo a caballo, se acercó al caudal para darle de beber a su caballo y ahí descubrió que ella se encontraba recostada de lado a la orilla del río, con las puntas de los pies descalzas y sumergidas en el agua, ella se veía muy concentrada en su lectura, en esa posición parecía una sirena emergiendo del agua y por su mente paso la imagen de él junto a ella, ella recargada en su pecho y mirándolo con devoción, tan cercanos y próximos a darse un beso - ¡La sirena y el pescador! – se le vino esa imagen a la mente. Y aquella mañana en que la había visto paseando en el rosedal, con esa frescura que hacia desbordar emociones en su corazón, él la contemplaba desde la ventana como lo venía haciendo desde hace días, Candy llevaba puesta una bata en color beige con bordados en hilo de plata y el cabello suelto, se acercó a un rosal con flores en un tono pálido casi blanco como una hermosa perla, la chica se inclinó un poco y tomo una rosa con sus manos y la olisqueo de manera sutil - ¡El alma de la rosa! – se había dicho en aquella ocasión.

- ¿Qué tanto miras? – al fin hablo Candy sintiéndose un poco avergonzada por la manera en que el joven la miraba, le pareció tan extraño que él se quedara con los ojos fijos en ella ya que casi siempre la evitaba desde que había llegado a la mansión Andley y de eso ya habían pasado poco más de dos meses.

- Nada – Anthony reacción y desvió la mirada – llévate a tu ave y después entrégame mi saco – dijo mientras se acercaba a donde había quedado el rifle, cuando lo tomo entre sus manos camino en dirección contraria a donde estaba Candy.

- ¡Anthony! – Candy le hablo con un tono de voz lleno de dulzura – lamento tanto haberte empujado al agua – se disculpó – pero no pude evitar detenerte cuando vi que estabas por matar al ave – bajo la mirada, el joven la volteó a ver con sorpresa.

- Ella suplicaba por su vida – Candy clavo sus verdes ojos en los azul de Anthony – ella no tiene la culpa de haber nacido con este aspecto – susurro mientras acariciaba las negras y subes plumas iridiscentes – no tiene la culpa de tener hambre – sus ojos estaba cristalizados – ella no tiene la culpa de ser tan diferente y no encajar con el paisaje – decía con tristeza, como si en realidad estuviera hablando de ella misma y el joven pudo notarlo – lamento tanto si hice algo que te hiciera alejarte de mí – Candy al fin dejo salir – sé que piensas que soy una intrusa – las lágrimas brotaron de sus ojos – y que piensas que lo único que quiero es quitarte el puesto que te corresponde en la familia como el mayor de los nietos – ahora Candy estaba hundida en el llanto – pero te juro que eso no es así – Anthony sentía el corazón acelerado antes las palabras de la joven – aquella noche que te conocí – recordó cuando él la rescato de esos hombres – te volviste mi héroe – le confeso – yo tenía muchas ganas de volverte a ver y cuando supe que tu pertenecías a la familia Andley el día de la fiesta, mi corazón se regocijo de alegría y dicha – comenzó a sollozar – y aun que me he querido acercar a ti... tú solamente... tú solamente me rechazas – al fin dejo salir su sentir, fue en ese momento que supo que había hablado de más, miro el rostro de desconcierto Anthony, ella le dio la espalda para salir huyendo ante la vergüenza que estaba sintiendo por su imprudente confesión cuando estaba por dar el primer paso para iniciar una alocada carrera unos largos y finos brazos la envolvieron deteniendo su marcha.

- ¡Candy! – Anthony le habló por su nombre a la chica por primera vez y lo dijo con tal dulzura que en un instante todos los rechazos de él para con ella se habían disuelto como hielo en agua ardiente, Anthony sujeto a la joven con delicadeza y recargo su mejilla en el pelo de ella – perdóname por favor – al fin dejo liberar sus sentimientos – no quise lastimarte de esta manera – en un principio Anthony la había rechazado por todas las ideas estúpidas que le había metido Elisa a la cabeza, pero después de unos días noto que Candy era totalmente diferente a lo que él había pensado y poco a poco fue naciendo un extraño sentimiento hacia ella, pero quería ocultarlo pues ella se la pasaba más tiempo con Archie y era evidente que a su primo le gustaba y él no sería quien interfiriera entre ellos, pero ya no podía negarlo más, Candy le gustaba demasiado como para seguirla rechazando, era un sentimiento que ya no podía negar y por la forma en la que ella había dicho las cosas era evidente que él le gustaba – ¿Por qué negarme una oportunidad de ser feliz con ella? – se cuestionó para sus adentros, él la animó para que ella girara y quedaran frente el uno del otro a una distancia prudente para no lastimar al ave que tenía entre sus brazos– ya no llores más – la sujeto de la barbilla – las cosas cambiaran desde hoy – Anthony le sonrió, Candy no pudo hacer otra cosa más que regresarle una gloriosa sonrisa – ¡eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras! – expreso Anthony mientras se perdía en esos ojos verdes que tanto adoraba, el joven llevo sus labios a la frente de Candy y le dio un tierno e inocente beso, él corazón de Candy se sobresaltó al sentir su piel en contacto con la de él, luego la volvió a abrazar – lo siento tan Archie – dijo Anthony para sus adentros – pero yo también estoy enamorado de ella – pensó mientras sus ojos azules se encontraban a la distancia con unos ojos color miel llenos de decepción y sumergidos en la tristeza por una traición...

FRAGMENTOS... EAREWhere stories live. Discover now