Ch3. EL campeón

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Al abrirse las puertas, Lincoln pensó que era el sol, pero esa curiosa luz se había hecho presente en el momento exacto en que había llegado a esa habitación-replica de autobús. Sin más opción, salió y empezó a caminar.

Delante de él sólo de desdibujaba lo que parecía una iglesia. La luz que había allí hacía aparecer con suficiente precisión los contornos de las paredes, pero no parecía venir de ningún lado o mejor dicho, provenía de todas partes. Porque las largas sombras que se proyectaban delante del peliblanco iban en todas direcciones.

Los pasillos por los que pasaba Lincoln estaban vacíos, no sólo de gente, también de animales y objetos. Todo estaba inmóvil, ni el más mínimo sopló de aire. La quietud le hizo pensar que ese lugar estaba debajo del suelo.

El niño se asustó al ver que un tigre, como esos que estaban en los zoológicos o en "International Geography"; se acercaba a él. Cuando quiso darse la vuelta y gritar descubrió que no podía moverse ni oír su voz.

–"Cállate" –la voz, profunda y seria, muy parecida a la de un profesor; sonaba en la cabeza de Lincoln-, "y sígueme".

Después de algunos minutos de caminar en silencio, recorriendo un laberinto de pasillos y pequeñas salas blancas como la nieve completamente vacías. El tigre giró en una esquina, Lincoln lo siguió... y se detuvo sorprendido. Este pasillo era completamente diferente a todos los anteriores.

En realidad era mucho más estrecho, las salas que se alineaban a derecha e izquierda parecían pequeñas exposiciones en un museo, muestras de plantas, representaciones de animales, objetos de colores suaves y brillantes.

Este pasillo los llevaba a una sola puerta, que les cerraba el paso. Era verde cobre y estaba decorada con pequeños gravados.

Al detenerse a contemplar, Lincoln no había perdido más que unos segundos, sin embargo el tigre ya estaba muy lejos, casi al final del estrecho pasillo, delante de la puerta.

– ¡Espérame, no me dejes! –gritó pero seguía sin oír su propia voz.

El felino, en cambio, pareció haberlo oído, porque se giró a mirarlo y se sentó. Lincoln quiso seguirlo, pero entre más se acercaba a la puerta era como si de repente caminará en lodo, el cuerpo le pesaba demasiado y con cada paso se sentía más débil. Se agarró de donde pudo y por fin avanzó, a ratos. A medio camino tuvo que continuar en cuatro patas, tratando de no apoyarse demasiado en la mano lastimada.

– ¡No puedo! –Gritó finalmente, el tigre seguía sentado al extremo del pasillo-. ¡Ayúdame!

El tigre le habló por medio de su mente.

–"Niño, deja de juzgarte injustamente, abre tu mente a la memoria y muestra lo que eres".

Lincoln lo intentó, dejó de pensar en todo, y cuando consideró que había descansado lo suficiente, se irguió y caminó. Para su sorpresa logró andar sin ningún esfuerzo. Algo muy extraño ocurrió, mientras avanzaba el pasillo se iba haciendo más amplio y el techo se iba elevando.

Por fin llegó al final, se encontraba ante la última puerta, la que cerraba el camino. Se asustó, vista desde cerca, la puerta de metal verde era gigantesca

– "¿Podré abrirla?" –Pensó dudoso, sabiendo que su voz no sería oída.

–"Siempre puedes intentarlo" –La voz de su misterioso amigo respondió.

Tan pronto como Lincoln apoyó la mano, se abrió la puerta doble, invitándolos a pasar.

Lincoln se quedó parado, todo lo que acababa de pasar le resultaba muy extraño. Recorrió un sinfín de pasillos en penumbra acompañado de un tigre que habla, para atravesar un portón gigante y hermoso.

Say It Loud!Where stories live. Discover now