Capitulo 4

7 1 0
                                    

Era lo suficientemente inteligente como para saber cuándo debía retirarme.

Las amenazas del hombre frente a mí no eran en vano, había visto con mis propios ojos lo que era capaz de hacerle a alguien, y definitivamente no quería ser receptor de su enfado. Aun menos sabiendo que en la habitación continua se encontraban dos hombres más, todos listos para el ataque.

Trague saliva, sin atreverme a seguir viéndolo a los ojos, y tome mi carrito saliendo en silencio de aquella habitación. Cerré la puerta detrás de mí y me quede unos segundos aun en mi lugar tratando de escuchar lo que sucedía del otro lado.

¿Vendrían por mí? ¿Esperarían a que mi turno acabase para atacarme?

Apreté el asa en mis manos y lleve el carrito a la siguiente habitación, sintiendo que en cualquier momento podría morir. Me asegure de tocar antes de entrar y limpie todo el lugar en alerta. Esperaba que en cualquier momento alguien viniese y me disparara.

¿Rita sabría la clase de personas que se hospedaban en su hotel? ¿Su padre o ella estarían involucrados de alguna forma con ellos? ¿El acosador lo estaba?

Las sienes me palpitaban de tanto pensar. Estaba aterrada y no sabía qué hacer.

¿Debía de ir a la policía?

Había visto algunos programas de televisión en las que incluso la ley confraternizaba con personas así. ¿Me darían algún tipo de protección o solo harían su trabajo sucio?

Maldita sea, ¿por qué a mí?

Las horas pasaron demasiado rápido, fue como un borrón. El tiempo, que tanto deseaba que se alargase, se escapó de entre mis dedos y de pronto, llego la hora de mi salida. Regrese el carrito a la habitación de limpieza, donde las mucamas se preparaban para irse. En cuanto llegue, se callaron y me miraron expectantes, pero estaba tan sumida en mis pensamientos como para molestarme por ello. Tenía asuntos más importantes que atender que una bola de chismosas.

Limpie mi área, intentando tardarme lo más que podía y cuando termine, solo quedaba yo y Gustavo. Usualmente él era el primero en irse.

Me acerque a él pasando mis manos sudadas por mi falda.

-¿Ya te vas?- le pregunte intentando forzar una sonrisa en mi rostro.

Se giró hacia mí, viéndome extrañado de arriba abajo, repitiendo la acción varias veces.

-¿Te encuentras bien?

Me toque la frente, que estaba fría, y borre la sonrisa de mi rostro. Jamás había sido amable con él, solo había intercambiado unas cuantas palabras y nunca habían sido pronunciadas en un tono que no fuera de irritación.

Pero ahora necesitaba su ayuda, así que tenía que hacerlo. No importaba cuanto lo estuviese asustando con mi actitud gentil, o al menos el intento de una.

-Si.- Asentí varias veces. Tenía que hacer que me acompañara a mi casa o quizá que me llevase a la suya. No sabía a quién más recurrir. Erwan no era una opción y Rita mucho menos. Las demás mucamas me odiaban y él era el único que quedaba de los empleados.

En estos momentos era donde odiaba a muerte mi forma de ser tan hosca. ¿Por qué no me rodee de amigos que se preocuparan lo suficiente por mí como para ofrecerme refugio?

Por ahora tenía que concentrarme en sobrevivir la noche y por la mañana sabría qué hacer, a donde ir.

-Bueno, tengo que irme.- Miro el reloj en su muñeca y después volvió a alzar la vista hacia mí, aun viéndose confundido. –Mis amigos me esperan. ¿Tú ya te vas?

WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora