Capítulo 1

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05 de Mayo, 2019Sídney, Australia

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05 de Mayo, 2019
Sídney, Australia

ISIDORA

Isidora no podría creer lo que acababa de ver. En el puesto de periódicos que se encontraba a sólo unas cuadras de la casa que compartía con Nicomedes, uno de sus hermanos, en la sección de mundo para ser específicos, vio una foto de su vieja y antigua casa, la cual ella y sus hermanos habían deshabitado hace casi 600 años. Isidora se detuvo en seco, para informarse sobre lo que le pasaría a su hogar.

"Un viejo ruin, una nueva cárcel", ponía en letras grandes.

"La alcaldesa Ángelica, del pueblo Vienne en Alemania, decidió poner en venta la gran casa de los Beaumont, la conocida familia que fue partícipe de la masacre más grande en toda Alemania. La casa estuvo abandonada aproximadamente desde finales del siglo XV, cuando la familia Beaumont, acusada de brujería, huyó, luego de asesinar a sangre fría a cientos de hombres inocentes.
La casa ha recibido una gran acogida por parte de muchas personas al rededor del mundo, pero sobre todo, por el famoso empresario Alessandro Bennett, que ofreció pagar 15 millones de euros, con la excusa que sería una buen hospital psiquiátrico. La alcaldesa aún no confirma quién será el nuevo propietario, pero como van los rumores, todos apuestan por el señor Bennett."

Isidora volteó la cara con molestia, al haber leído tales mentiras sobre su familia en aquel periódico mediocre. ¿Por qué no contaban la verdad? ¿Por qué ellos siempre eran los malos de la historia? Sí, era cierto que ella y sus hermanos habían huido, pero no por haber matado a aquellos hombres, huyeron porque no querían ser quemados vivos. Además, sus padres se habían quedado en el lugar, y ella estaba cien por ciento segura de que ellos sí habían tenido la terrible muerte que todos esperaban, quemados vivos en la hoguera. La chica de pelo rojo dió media vuelta y regresó por donde había venido. Sus planes de ir de cacería, habían cambiado. No podía dejar que las cosas quedaran así. No podía permitir que su hogar se convirtiera en una cárcel de locos, y estaba segura que sus hermanos tampoco lo permitirían. Pero para eso, tendrían que romper la promesa que le habían echo a su madre, antes de su transformación. "Cuando no quede ni un hombre vivo, quiero que corran lo más rápido posible, huyan, váyanse de la ciudad y no vuelvan", aún escuchaba la voz de su madre, como si estuviera gritándole al oído, fuerte y clara. La recordaba perfectamente, como si los años no hubieran pasado. Recordaba sus caricias, sus palabras de aliento, su olor. Podría decirse que ella fue la más afectada entre sus hermanos, con la ausencia de su madre.

ISIDORA Y NICOMEDES

Nicomedes era un chico vanidoso, se veía al espejo la mayor parte de su tiempo libre, o sea, casi todo el día. El chico cogió la máquina de afeitar azul, que se encontraba a un lado del lavabo. Se observó un rato más en el espejo. La barba le había crecido mucho en esta última semana que no se había afeitado. Lo hacía ver mayor, y eso le gustaba, pero también le gustaba tener la cara suave. Hizo mentalmente una lista de pros y contras de afeitarse. Pros: se veía más joven, tendría la cara como un bebé y se veía adorable, como un adolescente. Contras: no podría hacerse pasar por el típico jefe de empresa que enamora a todas y ademas de eso es malditamente sexy, como en las novelas juveniles de ahora. Nico se dió cuenta que estaba pensándolo mucho, y si lo piensas mucho significa que en realidad no quieres hacerlo. Dejó el rastrillo en el sitio en donde estaba y se volvió a ver al espejo.

Los hijos del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora