El gato corría a cuatro patas, huyendo de unos hombres, por dios, ¡él solo era un gatito hambriento!, desde que mataron a su madre tuvo que ganarse la vida cazando o robando comida de los humanos, pudiendo solamente tenerles miedo ante la forma tan fría y malvada en que lo trataban todos, nadie iba a querer a un gatito callejero.
Siempre que pasaba por las calles de noches, se asomaba a las ventanas, viendo algunos gatos afortunados de ser adoptados por una familia que se encargaba de cuidarlos y alimentarlos siempre, además de eso, había amor, pero, aún si trato de llamar la atención de algún humano, ninguno se acercaba, lo veían como un gato sucio de calle con probablemente enfermedades, no cabía duda que los humanos le odiaban, justo como ahora, trataban de golpearlo por haber robado algo de carne.
—(¡Me atraparan!)—pensó cuando vio un callejón y ninguna caja o algo para poder saltar y escalar.
No iba a poder perderlos de vista y solo pudo hacerse para atrás bufando por miedo, estaba listo para recibir un golpe cuando cerró lo ojos, pero no lo sintió.
—¡¿Qué creen que hacen?!—alejó a los tipos.
Era un chico alto de cabellos castaños y de piel morena, frente a él y protegiéndolo de esos tipos que probablemente iban a matarlo, pero no entendía, ¿por qué los detenía? Nadie quería a un gato callejero.
—Aparta niño—dijo el de mayor edad.
—Le hacen algo y juro que los mato, es mi gato—dijo amenazante.
Los señores parecieron pensarlo para luego alejarse e irse. El felino seguía a la defensiva, bufando y con miedo. En cambio TaeHyung le vio y solo acercó su mano pero sin tocarlo.
—Ven, no te haré daño—le sonrió.
Era un gato pero a pesar de eso, su bonita sonrisa cuadrada le hizo sentir algo, una calidez y además paz, como si pudiera estar tranquilo y sin preocupaciones si permanecía a lado suyo. Siendo así, aún con algo de inseguridad se acercó a olfatear su mano, un olor peculiar, pero relajante, le gustaba, tuvo incluso más confianza y siguió olfateando toda su mano, pero de un momento dio un saltito al sentir que acariciaba su cabeza, se sorprendió y por ello le rasguñó, viendo como él echó un quejido y alejó la mano, mierda, ahora sentía que hizo algo mal, por lo que agachó mínimamente las orejas.
—Lo siento, no quería asustarte—dijo él.
Era un chico además de lindo, bastante gentil. Dudó pero se acercó y lamió la zona herida de su mano, poco después arrimó más su cabeza a su mano, estaba dejando en claro que quería caricias, ante le sorprendió pero por la calidez y el cariño que sintió.
TaeHyung sonrió un poco más y comenzó a acariciarlo, al poco tiempo escuchó unos ronroneos provenir del gato color blanco, eran bastante lindos ya que no eran tan fuertes, eran ronroneos débiles pero tiernos. Con calma bajo las caricias a su mentón, a lo que el gato alzó la cabeza gustoso de la atención.
—Vienes de la calle, ¿verdad?—siguió acariciandolo—uhm, eres bastante lindo para estar solo y ganandote la vida...supongo que no somos tan distintos—
El felino le miró algo confuso ante eso.
—Vamos a ponerte un nombre, uhm, ¿qué tal YunKi?—
El gato le miró con una mirada totalmente fría y seca.
—O-Oh, lo siento...uh...Su...¿Ga?—
El gato maulló en aprobación.
—Bien, ese será tu nombre desde ahora, Suga—
Desde ese día, Suga comenzó a sentir algo por ese chico tan amable, al punto en el que se volvieron cercanos, TaeHyung regresaba con comida y lo acariciaba, incluso le contaba su día mientras él se acostaba en su regazo siendo acariciado, cada día que pasaba, Suga le seguía al trabajo y también a la casa donde intentó entrar sin fin de veces pero Tae no se lo permitía, pero al final del día solo hacía falta hacerle ojitos y podía entrar a dormir con él en su cama.
Pero cierto miedo le recorrió pues comenzaba a pensar que su amor no era mascota y dueño, sino algo más ya que cuando Tae iba con una chica, él las miraba frío, por alguna razón, ninguna podía agradarle, siempre terminaba rechazandolas o ahuyentandolas, no le gustaba que TaeHyung estuviera cerca de mujeres, y se sentía egoísta de pensar que era mejor que TaeHyung no tuviera novia, le causaba tristeza pensar que algún día TaeHyung se enamoraría de alguien.
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—Suga, ven, te traje algo—llamó sonriendo.
El gato bajo tranquilo, a pesar de estar emocionado no iba a mostrarlo, porqu porque cabe decir que a Suga le gustaba mostrar amor a TaeHyung a su modo, como cuando Tae le llamaba y le ignoraba completamente a propósito, o solo seguirlo, a pesar de todo era un gato frío pero Tae seguía queriéndolo.
—Toma—sacó un bello collar negro con una placa con el nombre Suga, en él—desde ahora, eres oficialmente mío, Suga—sonrió y le tomó en brazos—vamos a casa—
—(Hey puedo caminar) meow—
Mas Tae no le hizo caso y mejor llegaron a su nuevo hogar, bajó de un salto para ir a su zona favorita, el sofá donde TaeHyung siempre se sentaba. Una vez ahí, se acostó y se estiró perezosamente.