Final.

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«Porque amo todas las locuras de tu mente y así me encanta, presumirte ante la gente»

Milan.

Estábamos en nuestra luna de miel, no nos habíamos ido lejos de buenos aires.

Los juegos de wave zone de Córdoba eran hermosos, la gente era un amor.

- ¡Corre Valentín! - grito esperándolo.

Estábamos por subir a uno de los toboganes y el ponía mil excusas para no subir.

Lo agarro de la mano y subimos juntos las escaleras hasta llegar arriba y hacer la fila.

Ya cuando estamos al frente de esta, dejó pasar primero a Valentín.

- Después de esto, te pido el divorcio, por obligarme - dice asustado acomodándose como correspondía, el chico lo empujó levemente y bajo más rápido de como había subido.

Los gritos del castaño se escuchaban, rei y me acomode para después caer.

Abajo me esperaba Valentín, en un costado.

Cierro la boca cuando llego a la pileta, así no me entraba agua y después tiré una bocanada cuando mi cabeza estaba afuera del agua.

- ¡Eso estuvo buenísimo! - grito feliz.

Beso a Valentín para después ir a unas piletas normales.

A eso de las siete nos volvemos.

El sol todavía no se había escondido.

Íbamos cantando hasta que veo un gato al costado de la ruta.

- Frena valen - digo preocupada.

El frena al costado de la ruta, unos metros después del gatito.

Bajo y corro a ver si estaba bien, pero no.

Al parecer había perdido un ojo y sus maullidos me hacían pensar que le estaba haciendo mal.

- Vamos a llevarlo a una veterinaria, creo que tengo una caja en el baúl - dice preocupado Valentín.

Lo ponemos en una caja, va en mis pies mientras yo Googleo veterinarios en Córdoba.

Cuando conseguimos la dirección de uno, fuimos lo más rápido.

Estacionamos, bajamos con la caja y le contamos al veterinario, el cual se lo llevó de urgencia.

Me siento con Valentín en las butacas y esperamos.

- Tuvieron suerte, si no lo encontraban, no iba a durar mucho - admite el veterinario cuándo sale, después de una hora - lo que si, no pudimos solucionar mucho, tuvimos que coserle los párpados juntos.

Asentimos un poco más aliviados por qué se salvó, pero en parte mal por qué iba a tener un solo ojito de por vida.

- Ahora vamos a contactar un refugio para que se lo lleven y le den...

- ¡No! - grito y después me tranquilizó- nos lo llevamos, es... Es muy chiquito, quiero cuidarlo yo.

Valentín asiente abrazándome.

Llenamos un par de cosas y después nos fuimos a la casa que alquilamos.

Mañana nos íbamos.

- ¿Cómo le podemos poner? - le pregunto a Valentín.

El lo mira con ternura y lo acaricia.

- ¿Theodore? - niego - ¿Theo? ¿Timothy?

Asiento con el último.

- Timothy me gusta.

Sonreímos mirándolo.

Nuestro pequeño Timothy.

Fin.

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