Capítulo 6.

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Vieron cómo tres chicas se bajaban del coche con una sonrisa en la cara.

Dos de ellas miraban a las chicas visiblemente nerviosas y emocionadas, mientras que la otra iba a ayudar al chófer con las maletas guardadas en la parte trasera del coche.

Jade y la chófer cogieron las tres maletas y las llevaron ante Andrea e Iris, para que cada una cogiera la suya correspondiente. Después de eso, avanzaron hacia Alba, Sonia y Rocío.

Rocío abrió lo brazos y abrazó a una chica con el pelo castaño claro recogido en un moño (se podía ver que tenía la nuca rapada), más o menos de su altura, con los ojos verdes y una cara pecosa pero muy bonita. Vestía un top de tirantes y una falda larga muy hippie.

-¡Hola, bonita! -le dijo, estrechándola muy fuerte entre sus brazos.

-Dios mío, hola -le respondió Iris, con una enorme sonrisa.

Sonia recibió emocionada a una chica rubia, con el pecho por los hombros, y los ojos azules. Las pecas también decoraban su dulce cara y su piel pálida. Ella vestía una camiseta de encaje blanco junto con unos vaqueros y unas vans azules.

-¡Hola, bebé! Soy Sonia, encantada de conocerte. Aunque supongo que ya lo sabrás -rió la peliazul, abrazando a Andrea. And, mientras la abrazaba, se puso a llorar. Andrea era sin duda la más transparente de las chicas y la que más rápido se emocionaba de las tres.

-A-Andrea... -dijo entre sollozos de felicidad.

Por último, la pelirrosa vio cómo otra chica rubia, con el pecho largo casi por el ombligo, ojos verdes, piel muy blanquita (de hecho, era la que tenía la piel más blanca de todas las que estaban allí) y gafas moradas avanzaba hacia ella, con una gran sonrisa blanca que se notaba que había llevado brackets. Ella llevaba puestos una sudadera gris, unos pantalones negros y unas botas de tacón también negras.

-Hola, amor -saludó, abrazando a Jade súper feliz.

-Dios mío, te quiero -le respondió Jade, abrazando a Alba con todas sus fuerzas.

Después de que se hubieran presentado todas, se quedaron calladas mirándose. Se podía ver la emoción en la cara de las Sweet California. Sin duda, ellas también estaban felices de que tres de sus fans estuvieran allí. Por el contrario, Jade, Iris y Andrea no podían sentirse más felices, pero los nervios las traicionaban: estaban temblando mucho, y ni siquiera sabían qué decir.

-Lo primero de todo, ¡enhorabuena por ganar el concurso! -empezó Sonia-. Estamos muy felices de que estéis aquí con nosotras...

-A lo largo de este año, vais a ver lo que es trabajar como cantante, y todo lo que suponen los conciertos, la gira y la grabación de un disco -continuó Ro-. También tenemos algunas cosas planeadas para los días que tengamos libres.

-Bueno, vamos al grano, que no queremos aburriros nada más llegar -rió Alba-. A pesar de que vamos a tener mucho trabajo, esperamos que disfrutéis estando con nosotras y que viváis una gran experiencia. Esto es una forma de agradeceros todo lo que hacéis por nosotras con vuestro apoyo diario. Nunca hemos hecho algo parecido, así que perdonadnos si algo va mal, estamos distantes o algo parecido...

-N-no os preocupéis... -dijo Jade, siendo la primera de las chicas que decía algo, lo que arrancó una sonrisa a Rocío-, estamos seguras de que este año va a ser genial...

En aquel momento, de la bolsa que Jade llevaba colgada del hombro, se oyó un pequeño estornudo. La chica hizo una mueca: no se acordaba del conejo en absoluto. Sonia, Alba y Rocío miraron la bolsa de la chica, curiosas por saber qué había sido aquello, y con el ceño fruncido.

-S-supongo que tod-davía tenemos q-que present-taros a alguien... -intervino Andrea, intentando controlar lo máximo posible su tartamudeo.

-Este... este es Mickey -le siguió Iris, cogiendo al pequeño conejo del bolso de su amiga y acariciándolo dulcemente.

-¡Dios mío, qué cosita tan bonita! -exclamó Sonia, que en seguida también estaba acariciando al conejo.

-¿Puedo cogerlo? -preguntó Alba. Cuando Iris le dijo que sí, no tardó en tener a Mickey entre sus manos, susurrándole cosas.

-¡No es justo, yo también quiero cogerlo! -protestó Sonia.

Rocío también se unió a sus amigas, aunque miraba a Jade.

-Supuestamente no se pueden traer animales a nuestro apartamento, pero nuestro amiguito... será nuestro pequeño secreto -dijo, guiñándole el ojo.

Jade sonrió inconscientemente ante las palabras de Rocío. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía feliz.

-Bueno, será mejor que os enseñemos nuestra pequeña guarida, ¿no?

Hey, Mickey! {Sweet California}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora