Sólo una escusa

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-Sólo está buscando una excusa para rendirte- me dijo la chica para del otro lado de la barra de seguridad del puente. Sería una caída larga. El agua que la esperaba abajo no sería suficiente para salvarla. Se golpearía con las rocas del fondo y moriría o peor viviría con las secuelas.

-¿crees que vale la pena?- mi trabajo era disuadirla, lograr salvarla hora para que alguien más la salvará después.

- Ese es el punto, oficial. Ya nada vale la pena- podía ver que la chica está perdiendo la paciencia. Ella era demasiado joven, mi pequeño cerebro no lo entendía, pero por alguna razón este era mi trabajo. Salvar su vida, a pesar de lo evidente que era que ella no quería ser salvada. Tenía que lidiar con casos como estos cada tanto, siempre que se daba una situación similar yo era al que llamaba. Y en tres años siempre había logrado triunfar con el objetivo. Pero claro, ella era diferente, ella no era un delincuente decidiendo entre la prisión o la muerte, no era un hombre de negocios que pensaba que había perdido todo su dinero. Ella era una chica, no tenía más de 16 y por su mirada se podía saber que estaba destrozada, que había pasado por mucho y a diferencia de todos mis otros casos nadie me había llamado, yo la había encontrado. Si hubiera llegado dos segundos después ella sería el cuerpo encontrado en el río de los titulares de la mañana.

-Escucha lo que sea que te esté pasando...- ella me interrumpió.

-Ya basta de esa basura, no quiero escuchar sus estúpidos discursos de que hay que vivir. Solo quiero terminar así que por favor déjame en paz.

-Está bien. Tranquila, sólo hablemos ¿esta bien? Sólo hay que

-Como si eso lo resolverá todo.

-Dime cómo te puedo ayudar. Haré cualquier cosa, lo prometo, cualquier cosa que necesites

-No hay nada que hacer, oficial. Sólo voltea y olvídalo. Yo no valgo la pena.

-No creo eso no creo que sea cierto- sólo intentaba ganar tiempo, situaciones como ésta sólo tendrían a empeorar. Pero entre más tiempo pasara tendría más oportunidades. Ella deslizó Sólo un poco el pie derecho

-¡¡No estás escuchando!!- le grité- tienes más opciones, te puedo ayudar. Sólo dame tu mano y te prometo que te ayudaré, no te dejaré sola.- le dije ya un poco más calmado, ella volteó la cabeza un poco para verme

-De seguro eso es cierto, oficial. Pero... paso. Paso de todo esto, paso de todo este momento Titanic.

-Sólo Déjame ayudarte

-¿Por qué haría eso?

-Escucha, no puedo decirte que entiendo lo que te está pasando. No lo entiendo, no entiendo cómo alguien puede hacer algo así. Pero te puedo decir lo que sí entiendo. Entiendo que estar vivo es difícil. Y que hay cosas que duelen y que tienes que cargar contigo todo el tiempo, pero esa opción, eso que quieres hacer, es irreversible e irreparable. Sólo piensa. ¿Qué podría ser peor y tan malo que piensas que este es un mejor camino?

-Yo tengo muchas razones para hacerlo. Dame una para quedarme- dijo un poco más calmada, le sonreí y exhale aliviado.

-Hazlo por mí- le dije y ella sonrío sólo un poco y me dio su mano. Le ayudé a pasar la Barrera de seguridad y nos abrazamos.

Había llegado ese momento. La abracé tan fuerte como pude porque parecía desvanecerse.

La abracé como el padre que abraza a su hija.

Como el niño que abraza a su juguete favorito.

Como los sueños que abrazan a la luna.

Y entonces pasó. Estaba abrazando un cuerpo muerto. Su cadáver estaba desnudo y frío con golpes y cortadas por todos lados. Tenía la piel pálida y labios morados y resecos. Es el momento en el que empiezo a llorar y las sostengo aún más fuerte, peino su cabello largo y negro. Húmedo por el agua del río, preguntándome ¿Por qué? ¿Por qué mi niña? Era la parte que más odiaba de ese sueño, de esa pesadilla. Sentir que de alguna manera, ella era mía. Sentir que fue mi culpa. Y es que lo fue.

El dolor se hace tan intenso que me despierto. No exaltado pero sí con lágrimas en los ojos, con esa sensación de debilidad colgándose de mis hombros.

Me levanto y voy al escritorio. Me sirvo un trago y sacó una carpeta del cajón principal. Andrea Smith, Andy para mí. Una foto del anuario y una hoja de datos; 16 años, familia disfuncional, madre ausente y padre bebedor, notas promedio.

Pasó la siguiente hoja, una foto de su cadáver en el río y otra en la morgue, justo comí mis sueños y una lágrima vuelva a salir. Ni siquiera la puedo ver. El informe decía que murió por el impacto. Tenía un par de costillas fracturadas. Pero el examen criminológico revelaba que esas costillas estaban así mucho antes de la caída, al menos un par de días, además de que muchas de las cicatrices y los moretones en su cuerpo eran viejos. Tenía cicatrices de años y hematomas de apenas unas semanas. Cerré la carpeta, a mi mente vino lo que pasó. Ella saltó justo después de que le dije que me dejara ayudar, no lo dudó ni por un segundo, sólo saltó. Yo no pude hacer nada y me lo repito y me lo sigo repitiendo y todos me lo repiten -no había nada que hacer, ella no quería ser salvada-

Escogió un lugar solitario y una hora adecuada para ello. Yo sólo llegué allí por pura casualidad, ella ya había tomado su decisión y yo... yo sólo estaba allí por puro azar del destino. Han pasado seis meses y aún sigo reprochándome que pude haber hecho más, que pude haberla salvado, que si sólo hubiera usado las palabras correctas ella estaría viva y durante el día me descubro fantaseando en que la salvo y la protejo y la ayudo. Que la sacó de esa vida tan horrible y oscura que había estado soportando. Y que ella se vuelve mi familia, que nos salvamos juntos del dolor. Pero no. Ella murió y yo estoy vivo, cargando con su muerte y un recuerdo de algo que nunca sucedió y recuerdos de algo que pudo ser y me sigo preguntando ¿por qué?


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<<El único honor es estar vivo>>

-Benito Tibo, Camino a Sognum: un mundo sin dioses. 

Just... I don't  knowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora