Música y nuestra magia

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Y sí, está esa canción con la que lo lloras todo y luego está la canción para volver a respirar. Volver a sonreír. Volver a cantar. Y es que, la música es mágica.

Ella y yo adorábamos la música. Música vieja, nueva, toda era genial. Como si cada canción tuviera vida propia y de entre todos los compositores y cantantes, Bob Seger era nuestro dios.

Era casi demencial cuánto amamos su música y no importaba lo que pasará, no importaba lo mal que las cosas estuvieran, nos teníamos la una a la otra y las letras Seger.

Qué hablaban de ser joven y estar vivo, de sentir el mundo y de ir en una asombrosa moto o un precioso auto recorriendo las carreteras.

Ser libres. Sin ataduras. Sin raíces. Era la clase de vida con la que ambas fantasías, sólo dejarlo todo y huir.

Y así fue. Sonaba como un plan loco, pero lo cierto era que no teníamos un plan, sólo conducir hasta dónde llegar al camino y el camino nos trajo aquí, al desierto.

- ¿Escuchas eso?- dijo ella.

-No escuchó nada

-Exacto. El lugar es nuestro. Seger sonará muy bien aquí, sin la voz de nadie más retumbando en tus oídos

-O en tu cabeza- sonreí- somos libres- le dije, ella no dejo de ver el horizonte.

-Libres. Suena maravilloso- Y me devolvió la mirada

Nos estacionamos en algún punto del desierto. Teníamos lo suficiente para un par de semanas, así que dejamos el auto en algún lugar cercano a la carretera y caminamos en línea recta hacia el horizonte, donde el sol se ponía.

Encontramos una columna de piedra, lo suficientemente grande para cubrirnos un rato del Sol y decidimos acampar allí. Encendimos una fogata y sacamos nuestras provisiones. No teníamos tienda de acampar pero sí bolsa de dormir.

-El mundo es más grande de lo que te cuentan al colegio- dijo ella con la mirada perdida en los últimos y pálidos rayos del sol.

-Las ideas son mucho más grande de lo que tratan de enseñarnos. Y allí - señales pero yo sólo podía ver la.- Mas allá el Horizonte, en línea recta, llegaremos al océano y si cruzamos encontraremos otro continente, uno más grande y viejo que esté. Tantos lugares, idiomas, tantos colores, texturas nuevas, en una línea recta y es todo nuestro y podremos darle la vuelta al mundo y volver aquí cuando estemos satisfechas de todo lo que hay que ver y tocar y probar y saber.

-¿Crees en ese sueño?

-Siempre lo he hecho. Siempre he creído en nosotros- ella sonrío pero era sonrisa tímida y triste. Ella era mucho más realista que yo, sabía que ella pensaba en que se nos acabaría la suerte en cualquier momento, así como el dinero.

Ella aún no se terminaba de soltarse del todo, de todas esas ataduras y cosas en su cabeza que no la dejaban disfrutar de esto. Pero teníamos suficiente tiempo para eso.

Yo por otro lado sólo tenía un nudo del cual deshacerme.

-Hey, Mira esto- y saqué un cuaderno de la mochila. Había estado cargando está pesada mochila desde que escapamos y era hora de que cumplirá su propósito. Le di un cuaderno, ella lo miró extrañada, era mi cuaderno de cálculo. Saqué otros dos cuadernos y un par de gruesos y pesados volúmenes de álgebra y aritmética.

-¿Qué es esto?- pregunto

-Te diré que son- y arranque un puñado de páginas del primer libro y los arroje el fuego

-¿Pero que...?- y antes de que pudiera hacer algo, repetir la misma acción: páginas, libro, fuego.

-Estos son de los peores años de mi vida. Son las horas más tortuosas que he tenido. Así que te veo en el infierno Baldor- Y arrojé todo el libro, ella sonrío incrédula

Just... I don't  knowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora