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Al llegar a la casa de Matthew me di cuenta que había dejado mi móvil aquí y lo guardé en mi bolsillo, Matt dejó sus llaves y lo oí toser. Lo miré de forma incriminatoria y sonrió sin gracia.
—Ya, ya tomé la medicina papá —ironizó—, que molesto. —al finalizar sonreí y él negó con la cabeza con cierta diversión.
Seguido abrió su placard sacando ropa oscura de él y dejándola sobre la cama.
—Ponte esto. —ordenó y de un cajón sacó dos tapabocas negros al igual que una gorra que dejó sobre la cama.
—Bien, esto se ve cada vez más como una misión. —dije emocionado y rodó los ojos.
—Sigo sin estar de acuerdo con que vayas, es mi trabajo del que hablamos, y además, si algo te sucede... —apretó sus labios y frunció el ceño.
—Ya sabes que nada malo pasará, soy de los que se salvan a último minuto —me quité la camiseta y lo miré con suficiencia—. Por eso quiero estar siempre contigo, para salvarte a último momento si las cosas se complican.
Sus ojos vaciaron un momento y elevé una ceja confundido. Desvió la mirada y se quitó su camiseta para ponerse una negra mangas largas. Sigue sorprendiéndome lo blanco que puede ser este chico, pero sin darme cuenta lo he visto tantas veces que sé dónde tiene cada lunar.
—Si arruinas esto nunca más vendrás a mis trabajos ¿Entendido?
—Sí madre. —me burlé.
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—Vaya, es un barrio privado, ¿De quién se trata? —pregunté más que curioso luego de ver como Matthew mostraba un pase falsificado y los guardias nos dejaban pasar.
Caminamos un poco más y se colocó el barbijo.
—Es aquí —nos detuvimos en la parte trasera de una gran mansión de dos pisos y curvé mis cejas—. Sabes quien es el actor Hugh Hanks ¿Cierto? —mi sonrisa de incredulidad lo hizo sonreír.
—El trabajo de hoy era sobre infidelidad, no puede la esposa de Hugh estarlo engañando, o sea, es el puto genio de Hanks, ni yo engañaría a semejante tipo. —me empujó y reí.
