El trance

31 1 4
                                    

La bruma avanzo acelerado por su conciencia, su razón pronto se vio envuelta en una espesa niebla negra, miles de pensamientos se apagaban a cada segundo, y de pronto, paz, un sentimiento de relajación extremo, una obscuridad absoluta, mas no solo era una obscuridad visible, también era una tan densa y reconfortante que se podía sentir, oler e incluso escuchar, sin embargo, no había ruido alguno en aquella parte de su mente, tampoco sensación o aroma se encontraban presentes, lo único real era la bruma.

La vislumbro por un momento, tan hermosa, con su delgado talle, y sus ojos pequeños, su aroma, la suavidad de su piel, todo era tan lejano, a pesar de que esa misma mañana había despertado a su lado, sin embargo, todo adquiría la tonalidad de un recuerdo, casi irreal, somnoliento y borroso, se acerco a ella, poso sus manos sobre su cintura, ella rodeo su cuello con sus delgados brazos, todo era mágico, el aroma de su cabello negro corto, el latir de su corazón, por un instante todo estaba bien.

-¿Cuanto tiempo? -dijo ella mirándole a los ojos.

-¿Eh?

-¿Cuanto decidirás vivir?

Y en ese momento, la magia murió, el corazón pareció encogerse dentro de su pecho, el momento había llegado, la decisión debía de hacerse, nunca fue ella, nunca estuvo allí, era solo el, solo con la responsabilidad, solo con sus consecuencias y demonios, aquell figura se desvaneció, dejándolo extraviado en un mar lleno de sentimientos, su juicio se nublo, y toda capacidad de razonar se extinguió. 

-Todo -dijo en un arranque de valentía.

se percato de que se encontraba en medio de la negrura hablando con nadie, ni un alma se vislumbraba en ningún lado, y entonces lo sintió, aquella respiración maldita que le pegaba en las narices, había algo con el, solo que la obscuridad era tal que de haber volteado hacia abajo no hubiera poder ver ni su propio cuerpo.

-¿Que has dicho?

-Que lo quiero todo, todo el tiempo

-No lo entiendo -la voz de el ente parecía ir en contra de sus palabras, ya que mas que confundido parecía tremendamente fascinado e incluso divertido. 

-Jamas quiero morir -las lagrimas resbalaron por sus mejillas, el miedo empezaba a consumirle

-No existe la inmortalidad, no existe nadie que la posea.

-Y que hay de ti, ¿acaso puedes morir?

-¿que te hace pensar que estoy vivo

-entonces, ¿cambio mi elección?¿Que tantos años puedo decidir?

-ya no puedes retractarte

-pero dijiste que no puede existir nadie inmortal 

-¿que te hace pensar que tu existes?

la bruma lo envolvió a el también, todo volvió a estar bien. se encontró el la plaza donde se habían conocido, en el lugar donde habían tenido su primer beso, donde solían ir cada que necesitaban sentirse vivos, se vio, abrazándola con ternura, paseando con ella, todos esos recuerdos que creyó perdidos, difundidos entre la banalidad, se sintió afortunado de tenerla, incapaz de estar sin ella, desprotegido, asustado, pero en esos momentos todo estaba bien.

Los InmortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora