Conciencia

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Al percatarse en lo que se había convertido su realidad sintió unas terribles nauseas, mas no en el estomago sino en la mente, una cascada de pensamientos, preocupación y sobre todo miedos, salio vomitada hacia su razonamiento, dejándolo casi ahogado en los recuerdos y en sus decisiones, ¿realmente había sido necesario?

-ya me iré al trabajo -dijo Louis inmerso en la rutina, Amber respondió con un beso, uno tierno y mágico, uno que antaño solía pertenecerle.

-te amo- pronuncio antes de irse

-yo mas- respondió ella, George ardió en cólera.

-las amo a las dos- Louis denotaba un comportamiento extraño, ya no se comportaba como aquel sujeto despreocupado que George recordaba desde que lo conoció en la secundaria, su actitud había pasado mas bien a ser una dulce ternura, una solamente propia de los que aman o creen hacerlo. Con aquella actitud tan impropia de el, se acerco acaricio su vientre y la beso nuevamente.

El alma se le rompió al escuchar tales palabras, la rabia que había desarrollado paso a ser una amarga certeza tortuosa, lo había arruinado todo, para siempre, hasta su muerte la cual nunca llegaría, y ahora se veía condenado a vislumbrar su vida siendo vivida por alguien mas. entonces conoció un dolor aun mayor que el de un corazón roto, el de uno en putrefacción, la fuerza de sus piernas se venció, callo abatido al suelo, preso de una sensación tan aguda que lo hizo retorcerse, levanto un poco la bastilla de su pantalón, y observo los primeros signos. Pequeñas manchas, con colores que jugaban entre lo negro y lo verde habían empezado a aparecer por sus piernas, manos, brazos, busco horrorizado su propio reflejo y se percato que no solo estaban en sus extremidades, sino que también subían por su cuello y empezaban a cubrirle el rostro.

Pasaron varios meses, el otoño arribo, y una nueva ilusión se hizo presente, quizá con la llegada del frió aquellas machas antaño pequeñas empezarían a cesar, pero no fue así, no había frió ni calor en su existencia, solamente peste y horror era lo que encontraba. 

El tiempo dejo de importar, todos los días de su vida eran exactamente lo mismo, se volvió un habito seguir a la que pudo ser su familia, Louis tal parece no había elegido demasiados años, y ya hacia meses o quizá años que no le veía, Amber se notaba deprimida, fingiendo sonrisas mientras paseaba de la mano con su hija, tan pacíficamente, tomada de la mano con la pequeña de no mas de seis años, evidentemente  se encontraba ajena a todo, a su padre, a el, a la elección que en unos cuantos años tendría que tomar, puesto que solo era una niña, con aquella inocencia, viendo las hojas secas caer de los arboles sin preocuparse por nada mas que de no soltar la mano de su madre. El, solamente se sentaba a como sus articulaciones desechas y adoloridas le permitían, y se quedaba por varios minutos viendo como, aquella chamarra rosa llena de pequeñas florecillas estampadas, se alejaba tomando la mano de su madre, cada vez mas apagada, con un abrigo café y cargando las emociones que alguna vez había sentido. Mas no por el, al menos no después de la decisión que había tomado. 





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