Capítulo V.

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Sus ojos me vigilaban desde el reflejo de la ventana.
Vertí el café en la taza favorita de Gio, e ignoré su gesto ceñudo.
¿Acaso no me dejará desayunar en paz?

Justin sonrió, su colmillo tirando levemente de la carne del labio inferior.

-Luces cansada -dijo, y apoyó la cabeza en su mano derecha-

Entrecerré los ojos, y me di media vuelta, enfrentandolo.
De piernas cruzadas, me regresaba la mirada desde la mesa del desayuno.

-Tal vez se deba a que una criatura del inframundo ha decidido arruinarme la vida desde hace dos días.

Arrugó la nariz.

-Estoy siendo considerado. No he dejado que tu noviecito me vea y haga una rabieta por pensar que su juguete está siendo usado por alguien más. Tampoco estoy contigo todo el tiempo -me regaló una mueca burlona- Aún dejo que vayas al baño sola, y duermes sin mi.

Bastardo.

-¿Gracias? -asintió, y bufé- No lo digo en serio, Justin. Vete al diablo.

Gio encendió la televisión, haciéndo presencia con su acostumbrado sigilo.
Con un suspiro, y a sabiendas de que no había escuchado nada, dejé el café a su lado, junto con las tostadas a medio dorar, como le gustaban.
Hoy había conseguido mermelada de arándanos, y Gio sonrió al verla.
Algo en mi estómago se entibió.

Nunca sonreía de verdad, como ahora. No desde que aquello pasó.

Pese a que habíamos acordado que no había sido culpa de nadie, dolía.
Él era algo deseado.
Lo esperamos por tanto tiempo, que creo que eso gastó los minutos que nos eran otorgados.
No dejaron que lo veamos, tampoco quise hacerlo. Solo había podido divisar de lejos su carita hinchada y demasiado pequeña y era suficiente.
Gio, en cambio, golpeó a un enfermero y tiró una camilla a su paso.
Cada aniversario de esa fecha podía escuchar su grito, como el de un animal herido.
También, si cerraba los ojos, podía escuchar aquel llanto que no había sido.

Le sonreí, y me atreví a tomar su mano. Gio lució como un niño por un momento, y luego se encargó de sepultarlo.
Sus ojos impenetrables y la sonrisa de cortesía habían vuelto.
Un segundo después estaba ignorandome, demasiado ocupado por algo en su celular.

Me volví hacia la entrada del living con un suspiro.
Henuen corrió a mi lado mientras subía los peldaños de la escalera. Su desaparición no habían causado estragos en él, solo un creciente apego hacia mi persona, y un odio ciego hacia Justin, quien, sentado al borde de mi cama matrimonial, inspeccionaba la habitación.

No había mucho por ver, era blanca, neutra y sin retratos en las mesas de luz.
El lado de Gio estaba tendido, pulcro y con apenas un rastro de su olor.
Justin hizo un gesto hacia él, y me encogí de hombros.

-Algunas veces duerme en la habitación del... de huéspedes -él enarcó una ceja. Suspiré- Lo hace la mayoría del tiempo.

Justin chasqueó la lengua.

-Y yo privandome de molestarte por las noches. De ahora en más, dormiré aquí.

Si las miradas fueran una ametralladora, él se retorcería en el suelo.

-Tú no duermes.

-No, pero tú sí. Qué va, Missy, ya debes acostumbrarte a estos cambios. Estoy siendo demasiado accesible, te he dado tu espacio, he corrido a tu lado. Pero solo porque necesito que estés cuerda y no vayas a hacer nada que delate mi presencia con los otros mortales. Te he dado más información de la que debiste escuchar, pero no te estoy dando libertad.

-Te lo agradezco, pero lo que he sentido en estos días no se asemeja en nada a la libertad -escupí.

Justin entornó los ojos.
Su pecho desnudo se infló, y la cruz en la llanura de sus pectorales pareció incluso más grande.
Su voz fue tranquila, pero tan filosa que pareció cortarle la garganta cuando habló.

-No te conviene provocarme, preciosa. Pero ya que te veo tan entusiasmada con probar el daño que puedo causarte... -se incorporó, su mirada pegada a mi rostro en cuestión de segundos.

Tomó un mechón de mi cabello,retorciendolo entre los dedos, y su aliento caliente me golpeó en la boca.
Solo entonces sus ojos de copa de vino bailaron.

-Tu noviecito se jode a otra mujer.

△No pressure△ ||Justin Bieber||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora