Cap 1- El Collar

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TORI

Parecía imposible la existencia de un híbrido de este tipo, aunque eran mencionados en mitologías, pero, ¿realmente son como dicen los mitos?

Nunca pensé que tendría la respuesta tan cerca y me daría cuenta de ello tan tarde mientras lo tenía justo debajo de mi nariz.

Todo comenzó cuando fui a New Jersey por un trabajo temporal que mi padre había conseguido allí.

Mi madre y yo, salimos a conseguir ropa, cuando en medio del camino de vuelta, la atención de mi acompañante se ve dirigida hacia una tienda de joyas de características antiguas.

—Tori, mira— apuntó a un collar que tenía una piedra azul marino con una T incrustada en ella.

El tiempo me ganó a la hora de hablar, ya que antes de poder gesticular, el collar ya fue una petición por parte de mi mamá hacia la tienda.

El intercambio fue hecho y de inmediato el accesorio fue a parar a mi cuello.

—Gracias, ma. Está hermoso— le regalé una sonrisa al mirar mi nueva prenda.

Mi madre me devolvió el gesto y seguimos con nuestra caminata hacia lo que sería nuestro hogar por los pasados y siguientes meses.

Al llegar a la casa, eran las 6 de la tarde, por lo que decidí simplemente acostarme en mi cama, escuchar música y cantar a su compás.

Mi ocio fue interrumpido por una llamada de mis amigas por el teléfono.

—¿Hola?

—Hola, Tori— contestaron mis dos mejores amigas, Katherine y Ariana.

—Cuéntenme, ¿qué tal todo por allá?

—Todo bien, sólo queríamos saber cuándo volvías— escuché a Ari decir.

—Como en uno o dos meses.

—¿Tanto?— dijeron ambas al unísono.

—Tori Black, tienes literalmente 2 meses en New Jersey, ya vuelve a tu casa, por amor a Dios— Katherine tenía razón; llevaba mucho tiempo en New Jersey y extrañaba mi casa en Los Angeles.

—Bueno, yo también estoy harta de estar aquí pero sólo me resta esperar.

—¿Conociste a alguien allá?— Ariana y sus cosas...

—Una mujer hace panes por acá, muy buenos, eh.

—No tenemos suerte, por lo que veo— respondió Katherine. Apoyé su respuesta; era cierto. Nada de chicos.

Luego de hablar las tres por una hora y media, me solicitaron para cenar por lo que colgué la llamada.
Al dejar de hablar con ellas, comencé a sudar, frío y caliente a la vez, pero lo asemejé con el cansancio del día.

Pasó el tiempo con más malestares extraños y repentinos como dolores de cabeza y una rara picazón al tocar agua, así que la ducha fue un tanto traumante para mí.

Decidí irme a dormir, tal vez se me pasaría al descansar, pero no fue tan fácil. Había una fuerza que se posaba sobre mi pecho la cual no me permitía respirar.

Tosí y jadeé en busca de aire pero sólo parecía volverse más pesado, sin embargo, se detuvo de un momento a otro en el instante que comencé a hablar con Kat y Ari.

Me fui con mi celular a buscar un poco de agua y lavarme la cara, y para mi sorpresa, el agua quemaba mi garganta y me mareó. Tenía rato tosiendo; quizás era eso.

Además, ya se me había pasado todo lo anterior.

Decidí irme a dormir; lo conseguí, pero fue peor.

Con El CollarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora